Ignacio Andrés Amarillo
La compañía fundada por Lulu Kirschenbaum y Manuel Rud para desarrollar materiales didácticos dirigidos a la comunidad escolar hispanoparlante de Estados Unidos se relanzó como editorial de libros ilustrados en 2014, con un crecimiento sostenido. En diálogo con El Litoral, Rud contó sobre el origen, la actualidad y los proyectos de este emprendimiento casi artesanal.
Ignacio Andrés Amarillo
Fundada por Lulu Kirschenbaum y Manuel Rud hacia mediados de la década de 2000, Limonero es una compañía que se ha dedicado principalmente al desarrollo de contenidos que integran materiales didácticos y de lectura tanto impresos como digitales dirigidos en particular a la comunidad escolar hispanoparlante de Estados Unidos. Después de más de una década de oficio y experiencia editorial, y al cabo de varios años de expectativa y ansiosas proyecciones, en 2014 Limonero decidió abrir un nuevo camino y dar inicio a su sello editorial propio, destinado a publicar libros álbum, y a difundir el trabajo de autores, ilustradores y artistas.
“Limonero es una editorial relativamente joven; no soy joven yo, pero la editorial tiene unos pocos años, cinco. Es una editorial dedicada a libros ilustrados: específicamente al libro álbum, que es un subgénero dentro del libro ilustrado en el que se combinan más o menos de manera balanceada los lenguajes de texto e ilustración. Fundamos la editorial con mi socia Lulu Kirschenbaum, después de muchos años de trabajar en una actividad que todavía llevamos adelante, que son los servicios editoriales para textos educativos (manuales, libros de texto)”, cuenta Rud en diálogo con El Litoral.
—Trabajaron mucho con Editec, una editorial mexicana...
—Correcto, somos directores editoriales de esa compañía. Nuestro trabajo es generar contenido, en gran parte traducción, para grandes editoriales de educación en Estados Unidos. Para chicos que estudian en español.
—¿Como segundo idioma?
—No, para chicos hispanoparlantes de primera lengua, que estudian entre los contenidos curriculares de sus escuelas en español. Hay una población hispanoparlante muy grande, de casi 50 millones de personas, y estos inmigrantes o hijos de inmigrantes se educan (por una cuestión constitucional incluso) en español. Las editoriales tienen que publicar en español, y eso es lo que nos da de comer desde hace más de 15 años.
—¿Cómo fue a principios de los 2000 encontrar ese nicho y por qué después en 2014 desarrollaron el proyecto nuevo?
—Es buena la pregunta. Los dos somos licenciados en Letras, y antes de entrar en el mercado del texto educativo empezamos a trabajar en el desarrollo de un pequeño empredimiento de servicio editorial: corrección, traducción. Nos llamaron para hacer unas fichas de medicina alternativa para una editorial, y así entramos a trabajar en 2000, 2001, para una empresa que desarrollaba material para una editorial grande. Fuimos trabajando para esa compañía, que después cerró. Nos encontramos con Editec, hicimos una alianza estratégica con ellos y hace unos ocho o nueve años que estamos con ellos.
En el ínterin, siempre tuvimos interés no en la literatura infantil sino en el libro ilustrado. Vimos pasar ante nuestras narices un montón de material escolar; eso nos forjó el deseo de fundar una editorial más del libro recreativo, de la lectura por placer.
El placer de la lectura
—Lo que se califica el infajuve está como muy pautado y muy pensado desde lo escolar, si bien también trae otras ventas.
—Claro, era salir del libro instrumental. Primero queríamos realizar un deseo bastante inconcluso de ser editores pero poder publicar: fuimos durante casi 20 años editores al servicio de terceros. Era un deseo personal y profesional de editar nuestros propios libros, concretar nuestros propios proyectos. Después de trabajar tanto pensando en la transmisión de un contenido didáctico, Limonero es una editorial que publica pensando en el placer de la lectura, no en el libro como un vehículo de transmisión.
El proyecto estuvo durante un buen tiempo, fuimos y vinimos, no es fácil tener un contexto acorde, encontrar el momento y tomar la decisión. Hace cinco años decidimos lanzar el sello y ahí vamos: con hoy 15 títulos, pero con una programación de publicación para llegar a 20 hacia fin de año; con una cantidad de traducción que de libros propios, pero que de a poco se va balanceando. Y con una trayectoria comercial artesanal todavía, muy paso a paso, pero vamos creciendo: el sello va creciendo en identidad, visibilidad, reconocimiento entre colegas y lectores. Ahí estamos.
—¿Cuáles son los criterios a la hora de sumar un título al catálogo, o sumar autores?
—Básicamente el criterio es el gusto y la sorpresa que nos produce determinado libro a Lulu y a mí. No hay mucho criterio encajonado, ni hay colecciones por ahora, ni géneros que determinen nuestras búsquedas. Hasta hace poco, decíamos que no hacíamos libro mudo, sin texto, pero estamos el año que viene sumando un título mudo. En realidad tienen que ver con el descubrimiento, la sorpresa, la innovación y el gusto: no hay otros parámetros.
Por supuesto que una vez dado el paso de la corazonada y que llegamos a tener una sorpresa, a encontrarnos con el libro, hay un razonamiento sobre la viabilidad que tiene, su posible trayectoria comercial, pero nunca es la primera pregunta, nunca pensamos en términos de lo que más se va a vender primero.
—¿Cuáles son los canales de distribución para un emprendimiento del tamaño de Limonero?
—Por suerte vamos de a poquito creciendo. Tenemos una distribución a nivel nacional; por supuesto, al ser un sello basado en la ciudad de Buenos Aires tenemos más fuerza y más puntos de venta en la ciudad y en la periferia. Pero tenemos en el interior también, hacemos además venta directa. Tenemos distribución en librerías grandes y otra más propia, que llevamos con una corredora, que son puntos de venta distintos de las librerías: el libro ilustrado se asocia a otros espacios de venta, como tiendas de diseño, museos, etc. Y tenemos distribución internacional en los países donde hay un mercado lector viable, como Chile, Uruguay, Colombia, Perú, México y España.
Presente y futuro
—¿Cómo ven la situación editorial en la Argentina? Sobre todo teniendo en cuenta de que por este tipo de trabajo tienen costos de papel y edición más altos que la media.
—Es una pregunta que nos hacen a menudo, y que es difícil de responder sólo por nuestra experiencia. Lo que nos pasa es que al ser la editorial un emprendimiento creciente en títulos y distribución, venimos creciendo en ventas. Pero lo cierto es que eso no representa lo que sabemos que le pasa a la mayoría del mercado editorial en el último año y medio o dos años, en los que las ventas bajaron muy marcadamente en librerías.
Venimos creciendo despacito; por ejemplo en la Feria del Libro de Buenos Aires, que es una buena medida para ver cómo están las cosas, este año vendimos menos que el año pasado. En librería es más difícil contar, tener una estadística de nuestro caso, porque sumamos títulos, el catálogo viene extendiéndose, se suman puntos de venta.
Pero sabemos de buena fuente, de conversar con colegas, que la situación del rubro editorial está muy complicada, está en un estado bastante crítico, hubo un descenso de casi el 25% en las ventas en librerías en el último año. Nuestros libros como decís son muy cuidados desde el punto de vista gráfico: en general tienen precios de tapa más altos que la media de los libros. Pero al tener poquito tiempo con qué nos vamos a comparar: sabemos de otros editores que la cosa no está fácil.
—¿Cuáles son los objetivos a mediano y largo plazo?
—Primero es subsistir (risas). Seguir publicando a un ritmo sostenido, entre seis y ocho títulos por año, incluso llegar a diez; y acompañar ese ritmo de publicación con un ritmo de difusión y distribución de nuestro catálogo acorde.
Este año tuvimos un año difícil, porque teníamos mucho trabajo en servicios editoriales, por eso desatendimos un poco nuestro plan de publicación, y ahora estamos de aquí a fin de año presentando cuatro novedades, cuando el resto del año fue bastante vacío. No fue una buena experiencia, porque nos sacó un poco del foco, tanto para libreros como para los lectores, que empiezan a conocer el sello y vayan a la librería en busca del novedades de Limonero. Nuestra aspiración es sostener el ritmo de publicación, ordenar nuestro calendario de publicación, llegar a más gente y puntos de venta: más fuertemente al interior, más a las bibliotecas de escuelas públicas, y a más lectores.