Por La Conspiración de los Fuleros (*)
Por La Conspiración de los Fuleros (*)
Comenzamos a reunirnos en una biblioteca, allá por abril de 2015, sábados por medio, unidos por la afición a la lectura y las ganas de contar nuestras propias historias. Cinco integrantes y fundadores: Miguel Caballero Miño, Jorge Lacuadra, Alejandro López, Gerardo Noseda y Jorge Roldán, todos oriundos de esta ciudad; algunos amigos desde la juventud. Esas reuniones pronto adquirieron la modalidad de café literario de los trabajos que, hasta entonces, desarrollábamos de manera individual. Así comenzaron a surgir y tomar cuerpo los textos que en octubre de 2016, ya como grupo, publicamos en formato digital bajo el título “Conspiración: Año cero”.
Los cuentos que integran ese primer libro permiten asomarse a nuestra diversidad de estilos y preferencias literarias. Allí, abordamos diversos géneros: el policial, el terror, la ciencia ficción, el fantástico y el bizarro. En junio de 2017, aparece nuestra primera antología, en formato físico: “Puertas adentro: Historias de una Santa Fe extraña”. Elegimos una geografía común: la propia ciudad con sus calles y lugares reconocibles, y una premisa: que las historias tuvieran un registro cotidiano, realista, donde un elemento fantástico irrumpe y altera la normalidad. Finalmente, un último despropósito: que las historias transcurrieran en el interior de un recinto. El resultado fueron diez relatos, en los que reescribimos desde la ficción, una ciudad que esconde quizás, terribles secretos.
En 2017, comenzaron a acercarse al grupo interesados en iniciarse en el oficio de escribir. Así surge el Taller Fulero. Un espacio de encuentros quincenales, coordinados, al que se han ido sumando talleristas con diferentes objetivos e inquietudes, enriqueciéndonos también con otras miradas y estilos. Y ya, la primera alumna que tuvimos, fue invitada a participar con un cuento de su autoría en la más reciente publicación de la Conspiración, el Especial de Ciencia Ficción -“Fabulosos relatos de otros mundos”-, encontrando sus primeros lectores en la última Feria del Libro de Santa Fe, en septiembre, y que fue presentada en el III Octubre Literario, de Firma de Autor - Asociación Civil de Escritores. Un homenaje santafesino a los autores clásicos de la ciencia ficción.
Santa Fe y la ciencia ficción
La literatura de ciencia ficción en nuestra provincia no puede encasillarse dentro del género puro (la Sci-fi clásica y mayormente americana e inglesa que hemos conocido). Los autores que más la han incursionado han sido, con disímil respuesta: Carlos Antognazzi en parte de su obra, donde también roza el fantástico o el terror; Roberto Fontanarrosa, cuyos cuentos se tocan al género desde el punto de vista crítico o desde el humor, sin olvidar el pilar principal; la genial Angélica Gorodischer, con cuentos y libros que la colocan en la cima de la ciencia ficción continental.
Otro prolífico escritor, Adrián Escudero, llama a lo suyo ficción conjetural, aunque también ha hilvanado relatos de terror y de realismo mágico. Por su parte, los “viejos muchachos” del Grupo Octopus, han tocado el género en sus variantes más litoraleñas. Enrique Butti bordeando el fantástico, la ciencia ficción y hasta lo psicológico; José Luis Vittori encarando el fantástico, y algunos extraños y personales relatos de José Luis Pagés. Un gran cultor del género fue Horacio Sauco, cuyos relatos inéditos dejaban entrever un maravilloso misterio.
Autoentrevista
A continuación, una serie de preguntas que LCF se hace a sí misma, acaso para entender mejor sus elecciones, métodos de trabajo y preferencias.
—¿Cómo llegan Los Fuleros al género de ciencia ficción?
—¿Por qué un grupo de producción literaria encara con entusiasmo producir un libro de cuentos de este género? Primero y principal: porque podemos hacerlo, no escapa a nuestras capacidades ni a nuestro deseo de rendir un homenaje. Segundo: porque entendemos las reglas de la literatura de ciencia ficción y las respetamos, a la par que podemos ser creativos y ensanchar el mundo entrevisto en dicho género. Por eso, decimos que este libro fue un ejercicio con una actitud en común.
Escribir ciencia ficción se parece a ese niño incansable que repite a sus padres siempre una misma pregunta: ¿Qué pasaría si...? Pero nosotros, ya como adultos, construimos los relatos y nos divertimos con las posibles consecuencias.
Para escribir ciencia ficción ahora mismo, sólo se tiene que mirar encima de un escritorio y exagerar las posibilidades de cualquiera de los objetos que haya encima. ¿Qué historia contarías sobre un puerto USB fuera de su tiempo? ¿O de un teléfono celular? Luego se extrapola, se especula, se potencia la imaginación. Y podemos convertir el cotidiano en un objeto de una guerra futura, en manos de un astronauta perdido, o situarnos ante el deslumbramiento de la exploración interplanetaria. Se elige un camino, se juega a recorrerlo y se escribe una historia. Mucho de eso está presente en nuestro nuevo libro.
—¿Qué aspectos tomamos de los autores de las distintas “escuelas” o “corrientes” de la ciencia ficción?
—En mayor o menor medida, hemos leído ciencia ficción en nuestra etapa de formación literaria. Autores clásicos que han dejado su impronta y sus recursos que, lejos de ahuyentarnos, nos atrapan. El viaje espacial, la vida en otros planetas, o la indagación de los horizontes tecnológicos. Entonces, escribimos estos relatos para complementar ese asombro, esa curiosidad por la especulación y el escenario imaginable, aún dentro de nuestra rutina.
En nuestro Especial de Ciencia Ficción, hay relatos que llevan una impronta bradburiana, donde prevalece una narrativa visual y humanista, características del subgénero de la ciencia ficción “blanda”. Theodore Sturgeon y Orson Scott Card son también representativos de esa vertiente.
Otros cuentos se identifican dentro de la propuesta más “dura”, de autores consagrados del género como Isaac Asimov, Frank Herbert o Arthur C. Clarke, tomando la ciencia como mojón y concediendo mayor relevancia a los detalles científicos.
Y también hay textos que toman la mirada especulativa sobre hombre, sobre las religiones o sobre dilemas éticos, cuya influencia proviene de Robert A. Heinlein, Philip K. Dick, Samuel R. Delany o Roger Zelazny.
—¿De qué modo se organizan entre ustedes, teniendo en cuenta que en el arte es complicado el trabajo en colaboración?
—Los cinco autores somos críticos de nuestra obra. El cuento individual se lanza a la mesa de la Conspiración donde es diseccionado en piezas muy pequeñas y analizado como un raro espécimen. Se estudian los ambientes, se discuten los conflictos, se realizan acotaciones sobre los personajes. La última palabra la tiene siempre el autor, pero debe soportar la rigurosidad de los demás Fuleros. No somos indulgentes, muchas veces de la relectura surgen nuevas preguntas y el cruce de información es siempre enriquecedor. Trabajamos sobre los textos hasta llegar a un producto final del que estamos plenamente satisfechos y ansiosos de presentarlos ante un lector ávido.
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