Juliano Salierno | [email protected]
Los dos gendarmes que descubrieron a los hermanos Lanatta y Schillaci en un campo del departamento Las Colonias participaron de una inspección judicial.
Juliano Salierno | [email protected]
¿En qué piensa un hombre que estuvo a merced de su oponente en medio de la nada y al que la muerte le pareció una posibilidad clara? Conmovidos por el recuerdo, el comandante Valdez y el suboficial Encina, se pararon un momento al costado del camino donde hace exactamente dos años y diez meses debieron bajar sus armas ante los prófugos del triple crimen de General Rodríguez: los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci.
En silencio y con la mirada allá lejos, perdida en medio del trigal, que el 7 de enero de 2016 era un campo sembrado con soja, buscaban en su memoria los fragmentos de esa mañana de verano en la que, valientes y audaces, abandonaron su vehículo para meterse en el campo a identificar esas “tres cabezas” que “oscilaban” en medio del verde oscuro de la oleaginosa.
“Uno piensa en la familia”, fueron las palabras de José María Valdez, ese correntino grandote y fornido al que sus camaradas de confianza llaman “el Oso” y al que Martín Lanatta le atravesó el brazo derecho, casi a la altura del hombro, con un único disparo de fusil. No hizo declaraciones, pero daba la sensación de que tenía ganas de hablar, como para desahogarse, o bien fue solamente una deferencia que tuvo con El Litoral.
El suboficial de gendarmería, Roberto Encina, se mantuvo callado y cuando habló lo hizo para reafirmar las explicaciones de Valdez, casi como un acto de subordinación a pesar de que el jefe ya no revista para la Unidad Especial de Investigaciones y Procedimientos Judiciales (Uesprojud) de Rosario como entonces, sino que actualmente es oficial de enlace en la Embajada Argentina en Asunción del Paraguay.
Inspección judicial
Ambos participaron este miércoles de una inspección judicial en el marco del juicio oral y público que se lleva adelante en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe, por el capítulo santafesino de la triple fuga del penal de la localidad bonaerense de General Alvear, ocurrido la madrugada del 27 de diciembre de 2015.
Encina y Valdez fueron los testigos principales del debate y declararon el lunes y martes de esta semana ante los jueces María Ivón Vella -presidente-, José María Escobar Cello y Luciano Lauría. En la sala de audiencia revivieron ese momento en que se vieron superados en número -eran tres contra dos- y en armamento -ellos llevaban sus pistolas 9 mm. y los prófugos los apuntaban con un FAL, un fusil M-4 y una pistola ametralladora-.
“Habrán estado a unos 200 metros cuando nos bajamos”, ratificó Valdez en medio del camino de tierra, con el índice de su mano derecha apuntando al norte. “Más allá estaban los jefes” en un Ford Focus blanco, dijo señalando la continuidad del camino hacia el este, en dirección a Matilde, donde alcanza a divisarse una arboleda. Allí está la tapera abandonada en la que los prófugos se resguardaron durante algunos días antes de ser descubiertos.
Realizaron una inspección judicial donde estuvieron los Lanatta y Schillaci
La caravana
El lugar está a una hora de la capital provincial, en un camino rural que corta la ruta provincial N° 6, a unos 3 km de San Carlos Sud, en dirección al pueblo de Gesler, en jurisdicción del departamento Las Colonias. Una palmera anuncia el desvío y no son más de 2 km campo adentro los que hay que recorrer para hallar el sitio.
Un criadero de pollos, una ladrillería y un par de puestos es toda la población que lo rodea, en una zona dedicada casi de lleno a la agricultura.
Algunas huellas en el barro daban la pauta de que había llovido hacía no tanto y aunque el sol de noviembre apretaba, todavía se sentía en el ambiente el olor a tierra mojada. La caravana judicial la conformaron cinco vehículos, dos autos y tres camionetas.
Primero llegó un Toyota Corolla en el que viajaba el defensor público oficial, Julio Agnoli, el secretario Alejandro Hinstermeister y un empleado del tribunal; detrás un Ford Focus que trasladó a Valdez; una Toyota Hillux gris en la que iba la jueza María Ivón Vella con personal del juzgado; otra Hillux bordó con cúpula trasladó al fiscal Martín Suárez Faisal y su equipo; y por último, una Ford Ranger con identificación de Gendarmería en la que iban el testigo Encina junto con tres efectivos que se encargaron de la custodia del procedimiento.
Reconocimiento
La inspección dirigida por la Dra. Vella duró apenas 20 minutos y consistió en el reconocimiento de cuerpo presente del lugar donde se produjo el primer enfrentamiento y la huida de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci; y luego el sitio donde encontraron refugio, unos metros más adelante. Las partes pudieron hacer preguntas a los testigos, que ratificaron lo que se había dicho durante el debate.
El resto de los incidentes registrados en la fuga -la persecución de una VW Amarok con cinco uniformados al utilitario Citroën Berlingo blanco donde escapaban los tres prófugos; y el “fuego amigo” entre otra Berlingo blanca con personal de inteligencia de Gendarmería con una camioneta Chevrolet S-10 del Grupo Alacrán-, no fueron materia de revisión para el tribunal.
Alegatos y sentencia
El juicio que comenzó el lunes y que tiene como imputados a Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci (siguen las audiencias por videoconferencia desde el penal de Ezeiza), se reanudará el martes 13 de noviembre en el que al menos dos de los acusados adelantaron que harán declaraciones. Ese mismo día están previstos los alegatos finales del fiscal Suárez Faisal y el defensor Agnoli; en tanto el martes 20 tendrá lugar la lectura de la sentencia.
Más de veinte testigos, en su mayoría personal de Gendarmería Nacional, pasaron frente a los estrados para dar su versión de lo ocurrido aquella mañana de enero en la que en medio de la soja fueron descubiertos los hombres más buscados del país. Los delitos por los que se los persigue son: “robo perpetrado con arma de fuego y en lugar despoblado”, “daño a bienes de uso público del Estado nacional”, “atentado y resistencia a la autoridad, agravado por el uso de armas y reunión de tres o más personas” en calidad de coautores; en tanto Martín Lanatta llegó al juicio procesado como autor de “homicidio doblemente agravado por haberse perpetrado para procurar la impunidad y contra un miembro de las fuerzas de seguridad pública, en grado de tentativa” contra Valdez, pero la fiscalía podría desistir de dicha calificación ya que fueron las propias víctimas las que aseguraron que de haber querido matarlos lo hubieran hecho sin inconvenientes.