Ignacio Andrés Amarillo
El sábado a la mañana, integrantes del colectivo de redes sociales darán una conferencia gratuita y abierta en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, como cierre del 1er. Encuentro Internacional de Comunicación Política del Litoral. Camila, integrante del grupo, habló con El Litoral sobre su dinámica creativa.
Ignacio Andrés Amarillo
El viernes y sábado se realizará el 1er. Encuentro Internacional de Comunicación Política del Litoral, organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral y la Red de Comunicación Política de las Américas (Red Copam). La jornada del sábado finalizará con una conferencia a cargo de Eameo, el colectivo creativo que revolucionó las redes sociales a través de una mirada original e irónica de la coyuntura sociopolítica. La actividad comenzará a las 11.30, tiene entrada libre y gratuita y es abierta para toda la comunidad.
Química
Antes de la llegada, El Litoral dialogó con Camila, integrante de este particular grupo de amigos atrevidos.
—¿Cómo nació la idea de lo que se terminó convirtiendo en Eameo, y cómo tomó su forma actual?
—Te vas a decepcionar pero no arrancamos con una idea, la cosa fue gestándose y tomando forma sobre la marcha. Éramos diez personas que se estaban divirtiendo en un grupo cerrado de Facebook. Nos divertíamos mucho photoshopeando pavadas y combinando imágenes; nos divertíamos tanto que un día nos preguntamos si eso no divertirá a todos. Ahí dejamos que el grupo no sea más cerrado y que el que quiera pueda asomarse a mirar las pavadas que nos hacen reír.
—¿Cómo definirían lo que hacen, o al grupo?
—El grupo son diez personas completamente normales, cada una tiene una parte inmadura que aporta a que el grupo y la página sean imbancables de inmaduras, pero por suerte a mucha gente también la divierte este enfoque de la realidad... y nos reímos juntos mientras nos están aplastando otros tipos maduros, formales, correctos y de buenos modales.
—Hay algunos integrados más metidos en el mundo de la comunicación que otros. ¿Cuál es la dinámica del grupo?
—Si bien entre nosotros no hay ningún licenciado en Comunicación, de alguna manera todos nos dedicamos a algo relacionado con eso. Eameo es como el master que estamos cursando. En cuanto al grupo y su dinámica, te diría que más que dinámica lo llamaría pachorra. Sí, somos diez adolescentes gordos de granitos que se la pasan todo el día sentados ensuciando el teclado con papitas.
Públicos
—Cuando aparecieron, ya el nombre Eameo (con sus implicaciones clasistas) y la imagen pop art de Zulma Lobato (como borde de la diversidad) activaron prejuicios. ¿Cómo manejan lo que las audiencias creen o sospechan que ustedes son o dejan de ser?
—Lo manejamos como podemos. La gente es la que decidió que a Eameo le vaya bien con simplemente dar un like. Ahora se han puesto más en auge los haters, que también son parte de la gente, parece que muchos indignados andan muro por muro mostrando lo espantosa que se les puso la vida... qué podemos hacer: tienen razón y ojalá les vaya mejor.
—¿Cuánto de fuerza creen que les da una comunicación mayoritariamente no verbal?
—Alguna vez nos preguntamos si cerrarnos la puerta al uso de la palabra no iba a ser una limitante difícil de remar, pero nos gusta mucho comunicar de este modo. Estamos cómodos con que simplemente unimos imágenes (de manera capciosa) y que la gente se forme la editorial en su mente. Es realmente mágico.
—¿Cuál fue la imagen más festejada, cuál la que causó más enojos y cuál la que tuvo respuestas más diversas?
—Es muy difícil de medir eso porque algunas imágenes se terminaron viralizando, aunque mucha gente se haya indignado con la publicación. Muy a pesar de lo que preferimos, tendríamos que hablar de qué imágenes garparon más en likes y no de qué gustó o enojó. Te aseguro que alguna que fue éxito en likes y compartidos hizo que mucha gente se caliente feo con nosotros.
—¿Sienten que pueden influir en las audiencias en cuanto a su mirada de la realidad, o creen que eso se gesta en otro lado?
—Definitivamente no podemos y afortunadamente tampoco lo deseamos. Pero fijate lo que hablábamos antes: suprimimos la palabra para que cada uno forme su propia editorial; estamos apostando a la inteligencia de la gente, no a su ignorancia para manipularlos.
En los bordes
—Algunos dicen que Barcelona es “la Humor post fin de la inocencia mediática”. ¿En qué tradición del humor y la sátira se sienten inscriptos ustedes?
—En ninguna tradición. En un país que arrojó humoristas de la talla de Biondi, Les Luthiers, Olmedo, Midachi, Revista Humor o (¡por supuesto!) Barcelona, nosotros somos apenas diez adolescentes gordos de granitos que se la pasan todo el día sentados ensuciando el teclado con papitas.
—¿Hay algún tema con el que hayan decidido no meterse?
—No. Realmente tenemos la suerte de que la gran parte de las cosas que nos hacen reír, son las que aceptan las mayorías. A veces hacer chistes contra alguien muy querido nos pone en un lugar medio odioso, pero ni corresponde evitar el tema ni tampoco significa que nosotros no queramos al tipo con el que nos metimos. ¿No le tomás el pelo a tu papá de que se quedó pelado o que se le quemaron las milanesas? Lo jodés un rato y después él te carga a vos, pero el amor no se mancha.
De pronto no haríamos burlas sobre alguien que era débil y salió perdiendo, pero no por protegerlo sino porque no nos causa gracia.
—Algunos personajes (arrancando por Elisa Carrió) parece que les estuvieran haciendo competencia. ¿Cómo se expande el límite cuando la realidad se pone bizarra?
—No sabemos si pedirles que nos dejen hacer humor y que ellos se limiten a gobernar, o si directamente sentarlos a photoshopear con nosotros.
—¿Qué se viene para Eameo en el futuro?
—Una plataforma que quizás se instale en la provincia de Córdoba para hacer unas imágenes especiales que van a salir de la atmósfera, se van a remontar a la estratósfera y en una hora y media se van a viralizar en Japón. Si esto no se nos da, nos acordamos de que arrancamos sin objetivos y la seguimos como vaya saliendo. Al final, con el pancho y la coca somo’felice.