El Litoral | DPA
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El narcotraficante mexicano Héctor Beltrán Leyva, que fue detenido en 2014 y estaba recluido en una cárcel de máxima seguridad, murió hoy de un paro cardíaco, informó el Ministerio del Interior.
"El H", de 56 años según un comunicado oficial, murió la tarde del domingo en un hospital de Toluca, unos 60 kilómetros al oeste de Ciudad de México, después de presentar problemas cardíacos en el penal federal del Altiplano.
"El encargado de la seguridad del penal reportó que Beltrán Leyva presentaba dolores intensos en el lado izquierdo del pecho, por lo que de inmediato médicos del centro federal le brindaron los primeros auxilios conforme a los protocolos", informaron las autoridades.
Como no había mejoría, se decidió trasladarlo al área de urgencias del hospital "Adolfo López Mateos", donde falleció.
"El H" era uno de los integrantes del cártel de los Beltrán Leyva, una violenta organización criminal que rompió con el cártel de Sinaloa y se enfrascó en una guerra con grupos criminales rivales por el tráfico de drogas.
Fue detenido por el Ejército hace cuatro años cuando comía en un restaurante de mariscos en la ciudad turística de San Miguel de Allende, en el centro de México.
En ese momento, el cártel ya estaba mermado por la detención o muerte de sus hermanos, que lideraban la organización.
En 2009 el capo Arturo Beltrán Leyva murió en un operativo de fuerzas federales. Otros dos hermanos, Alfredo Beltrán Leyva, alias "El Mochomo", y Carlos Beltrán Leyva, fueron detenidos en 2008 y 2009, respectivamente. Los principales líderes eran Arturo y Alfredo.
Cuando "El H" fue arrestado vivía en el estado de Querétaro y llevaba un perfil discreto para pasar inadvertido, según informaron en ese momento las autoridades.
"Dejó al lado los vehículos de lujo, optando por una identidad que le permitía pasar como un empresario acomodado, dedicado al comercio de bienes inmuebles y obras de arte", afirmó la Procuraduría General de la República (fiscalía) entonces.
El Departamento de Estado norteamericano ofrecía una recompensa de hasta cinco millones de dólares. Después de su captura, la agencia antidrogas DEA de ese país afirmó que se daba un paso más para el desmoronamiento de "uno de los mayores imperios de la droga del mundo".