Germán de los Santos | [email protected]
Germán de los Santos | [email protected]
“Fue una sorpresa”, admitió el fiscal Matías Edery para dotar de una explicación lo que sucedió el jueves a la noche, en un departamento de lujo en Condominios del Alto, cerca de la exclusiva ribera de Rosario. La orden de allanamiento era contra Esteban Lindor Alvarado, investigado por el crimen del prestamista Lucio Maldonado, secuestrado y asesinado el 13 de noviembre, pero cuando golpearon la puerta apareció el subjefe de la unidad de antinarcóticos de la Policía de Investigaciones (PDI) Javier Macat.
Nadie en la Justicia sabía que el departamento valuado en 250.000 dólares estaba habitado por el jefe policial. Por eso, admitió el fiscal, fue una sorpresa para él, y un problema para el Ministerio de Seguridad de Santa Fe, que unas horas después decidió pasar a disponibilidad al subcomisario.
El jefe policial que debía combatir el narcotráfico está sospechado de vivir en una propiedad cuyas expensas, según determinó la Justicia, están a nombre de Alvarado. Los investigadores sospechan que este hombre habría adquirido ese inmueble en un fideicomiso y que luego lo traspasó al jefe de la PDI.
Alvarado es un hombre misterioso dentro de la geografía narco de Rosario. Fue detenido en 2012 y salió hace unos meses de una cárcel bonaerense tras ser condenado a siete años de prisión por liderar una banda que robaba autos importados en el norte de Buenos Aires y luego los vendía en Rosario.
En Rosario fue condenado por un delito similar a tres años de prisión en suspenso. Pero desde esa época su nombre es una especie de fantasma en el universo de las drogas ilícitas, ligado en ese tiempo al empresario narco Luis Medina, asesinado a fines de 2013 junto a su novia en el acceso sur de Rosario. El diputado Carlos Del Frade explicó desde hace tiempo el peso de Alvarado en ese entramado mafioso.
Con Medina, que fue la cara del boliche Esperanto en el centro de Rosario, Alvarado tenía un yate en una guardería náutica del arroyo Ludueña. El barco se llamaba Scarface, una especie de culto que ambos compartían a la película que Brian De Palma estrenó en 1983 con el protagónico de Al Pacino.
De ese personaje también Medina encargó a un artista plástico rosarino que le pintara esa imagen icónica de la mafia, que mostraba al actor sentado en una especie de trono majestuoso.
Los allanamientos contra las propiedades de Alvarado fueron en zonas residenciales, en el country Funes Hill’s, en Roldán y en la zona ribereña de Rosario, donde apareció la “sorpresa”: vivía el subjefe de la unidad antinarcóticos de la PDI. La sorpresa debió cautivar también a la justicia federal, donde varias fuentes coinciden en que Alvarado es uno de los principales alfiles del crimen organizado, con dominios en el oeste y norte de Rosario. Pero como sucedió con Los Monos, cuyas condenas se conocerán esta semana, estuvieron siempre fuera de los radares de la justicia federal, que recién imputó a los Cantero por narcotráfico en diciembre de 2015.
Para nadie, salvó para los que tenían que investigarlos, fue una sorpresa que durante casi dos décadas Los Monos dominaran el narcomenudeo en parte de la ciudad.
La orden de allanamiento era contra Esteban Lindor Alvarado, investigado por el crimen del prestamista Lucio Maldonado, pero cuando golpearon la puerta apareció el subjefe de la unidad de antinarcóticos de la Policía de Investigaciones (PDI).