Prof. Martín Duarte | [email protected]
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¿Cómo se combate a los opresores? Con un arsenal de chistes e ilustraciones, Andrés Cascioli y equipo dan batalla a la dictadura cívico-militar que gobierna nuestro país desde el 76. La trinchera es la revista Humor Registrado. Repasemos algunas fechas que motivan este texto.
2018 arroja números interesantes ya que se cumplen 35 años del regreso de nuestra democracia: el 30 de octubre de 1983 votamos un presidente y el 10 de diciembre del mismo año asume su cargo Alfonsín.
También, se cumplen 40 años de la primera publicación de la revista Humor Registrado: un espacio de resistencia que tuvo la valentía de reírse de los militares y sembró críticas sonrisas en tiempos en los que la censura era cuestión de vida o muerte. Al respecto, dice Cascioli (su creador y director): “Ahora algunos periodistas se atreven a decir que la dictadura necesitaba una revista así. ¿Qué necesitaba? ¡La dictadura estaba loca! En una reunión en Casa Rosada, Harguindeguy tiró una Humor en la mesa y dijo: ‘Tenemos que matarlos a todos’”.
Dos números de la revista Humor del año 83 resultan claves y quiero retomarlos aquí. El primero -cuyo caso es ampliamente conocido- es el número 97 del mes de enero que “secuestra” de los quioscos la censura militar. En su tapa, se muestra al entonces jefe del Ejército, Cristino Nicolaides, que pierde el equilibrio sobre una patineta, y a sus espaldas aparece la Justicia con los ojos semi-vendados. “La ley en patineta: a la Justicia no le dan corte” reza el texto que acompaña esas imágenes. Los editores responsables son acusados de calumniar y ridiculizar al jefe del Ejército. Al respecto, el mismísimo Cascioli sostiene: “Entre los militares había un grupo que insistía todo el tiempo en prohibirla y otro grupo que lo paró. En octubre del 82 intentaron cerrarla, y los que se opusieron fueron los políticos. En el 83 no aguantaron más y fueron a secuestrar cualquiera, la que tocó. Se logró imprimir 100 mil ejemplares, y 200 mil que iban al interior fueron parados por la policía. Después presentamos un recurso de amparo y cuando lo ganamos se los reclamamos a la policía. Los habían vendido todos”.
El segundo es el número 107 de junio del 83 que no tiene desperdicio: florece la democracia y se nota en cada una de sus páginas. En su interior encontramos: la devaluación se traduce en un “Angustioso interrogante: qué hacer con las monedas de un centavo”; Aquiles Fabregat anuncia “El regreso de Alfredo Zitarrosa”; Jorge Barale inventa el diario íntimo de Galtieri; “Franjas rojas” es el título de un artículo firmado por Mario Benedetti; Fontanarrosa se disfraza de “Boogie”; Walter Clos pregunta “¿Y ahora se acuerdan de investigar los gastos del Mundial 78?”; Mona Moncalvillo entrevista a Serrat.
Si el interior es bueno, la tapa -hecha por Izquierdo Brown y Cascioli- se lleva todos los laureles: “Acá está la democracia que les dejamos” dicen los máximos jefes del ejército. El trío encabezado por el presidente de facto, Bignone, presenta con orgullo a una mujer semidesnuda que luce gorro frigio, tiene una banda que dice “Miss Democracia” y está sentada sobre una suerte de “pelela”; es gigante, monstruosa e hiperobesa; sus desproporcionados pechos parecen ubres exprimidas salvajemente; su dentadura ha sido diezmada (¿o es la de una serpiente?); está despeinada, llena de cicatrices y suturas como si hubiera sido torturada; tiene la piel escamosa y verde como si hubiera pasado largos años en cautiverio sin ver la luz; luce como una especie de descocado Frankenstein (un cuerpo reaparecido) que se estrella un helado en la cabeza mientras exhibe una larga lengua llagada. ¿Cómo entender esta tapa? Faltan tres meses para las elecciones presidenciales y los humoristas advierten la “caja de pandora” que heredarán los democráticos. La Junta militar considera que el Proceso de Reorganización Nacional ha cumplido su misión: la dama monstruosa es la caricatura que muestra los “prodigios” de esa reorganización. ¿Cuál es la herencia?
La infame derrota en Malvinas es inocultable: el informe Rattenbach documenta los graves errores de cálculo de una suicida “aventura militar”; la inflación galopa a paso firme (el año arranca al rojo vivo: 16 % en enero y 13 % en febrero); en junio se pone en circulación una nueva moneda (peso argentino) que reemplaza al peso Ley 18.188 (creado en época de Onganía) y que guarda con éste una relación de 1 a 10.000; la deuda externa roza los 37 mil millones de dólares; los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo y los de organismos internacionales de derechos humanos avivan el drama indisimulable del terrorismo de Estado; Alfonsín denuncia un pacto sindical-militar entre caras visibles como Lorenzo Miguel y Nicolaides; una junta multisectorial fundada por Ricardo Balbín exige pronta e incondicional entrega del poder; Bignone decreta la destrucción de la documentación existente sobre la detención, tortura y asesinato de los desaparecidos y la emisión del Documento Final sobre la Lucha contra la Subversión y el Terrorismo; y -lo peor- los militares promulgan una Ley de Autoamnistía ante la posibilidad de ser enjuiciados por el futuro gobierno democrático (Ley 22.924 de Pacificación Nacional promulgada el 22 de septiembre de 1983). ¡Los victimarios reciben la indulgencia de sus propios cómplices! (en la página 4 del número 107 que analizamos, Horatius ilustra con ironía al “Banquillo de los Amnistiadores”: allí todos los represores lucen aureolas angelicales, sus manos están en posición de oración, brotan corazoncitos por doquier y Bignone sostiene una ramita de olivo).
La tapa de Humor tiene su anverso en un chiste a página completa de Suar que cierra esta edición: la Patria está con sus ojos desorbitados, desnuda y acostada sobre una cama de dos plazas; se va su amante militar de turno -¿Videla?- con una valija a otro lugar (“soldado que huye...”); la calma no llega: en la puerta de ese dormitorio y en calzoncillos, Alfonsín, Cafiero, Lúder y compañía hacen fila y se alistan para “encamarse” también con la desprotegida y abusada dama.
Después de varias décadas, aún Humor llama a la reflexión: ¿qué democracia recibimos de los militares y cuál le dejamos a nuestros sucesores? En las páginas de la revista se deja entrever una advertencia desprovista de toda ingenuidad: ¡La corrupción del poder no es exclusividad de uniformados! ¡No se arregla el país por la inercia de la libertad democrática!
Se me ocurre tomar estas tapas (las revistas enteras) como material didáctico para enseñar nuestra historia. Se me ocurre -a la manera de estos maestros del chiste político- tomar la posta e ilustrar los diferentes tipos de democracia que se han pasado los dirigentes desde el83 hasta la fecha. Quisiera -también- retratar de manera utópica la democracia que nos merecemos.
Como cierre y especie de “Manifiesto artístico humorístico”, tomamos las palabras de Meiji y Tabaré en la introducción a su historieta “Protección al menor” (también del 107): “La vida, a veces, parece una historieta. Y la historieta, a menudo, es tomada de la vida. Este es un caso de historieta-vida, o de vida-historieta. Hay mensaje. Pero no uno de esos mensajes ocultos, o entre líneas. Hay un mensaje directo, directísimo al corazón. Es una historieta muy en serio, realmente, aunque sea capaz de arrancar sonrisas”.
Faltan tres meses para las elecciones presidenciales y los humoristas advierten la “caja de pandora” que heredarán los democráticos. La Junta Militar considera que el Proceso de Reorganización Nacional ha cumplido su misión: la dama monstruosa es la caricatura que muestra los “prodigios” de esa reorganización. ¿Cuál es la herencia?