Leonardo Pez
Pacho Geller conversó con El Litoral sobre su flamante álbum, “Frenar para seguir”, y enlazó las piezas que conforman su universo artístico: amigos, libertad y frutas.
Leonardo Pez
“Seguir como impulso del amor, de una idea, de los primeros encuentros, que dan los primeros pasos. Seguir como punto de partida. Frenar como punto de calma y reencuentro, como quien mira a ambos lados antes de cruzar los brazos”. Estas palabras ofician de prólogo del “Frenar para seguir”, segundo disco de estudio de Pacho y Lxs Limones (en el medio, un disco en vivo: “Otra vez cualquier cosa”), editado de forma virtual semanas atrás. El estilo, contó el músico a El Litoral, “no termina de sonar punk porque tengo una forma de armonizar que da otro color: más indie y con partes voladas”.
La placa se puede escuchar de dos maneras distintas, dependiendo de la plataforma a través de la que se acceda: mientras que la versión Bandcamp tiene cuatro temas, la de YouTube incluye una zapada del grupo improvisada mientras se estaba rodando el video de “Todos los días sos vos” en Colastiné. “Este disco está más pensado para full álbum en YouTube, por cómo se enganchan los temas”. Y agrega: “Viene a complementar la parte más volada de los recitales en vivo, que no estaba en ‘La libertad es cualquier cosa’ (2016)”.
Como un set
—¿Cuál es el concepto de “Frenar para seguir”?
—Me costó mucho encontrar el concepto de disco. En “La libertad es cualquier cosa” (2016) ya lo tenía. Me acuerdo que empezamos a grabarlo unas semanas después del disco de “Bochi” (Busico, “Canibalismo al sol”). Yo sabía que podía producir un disco entero (desde los arreglos musicales hasta grabarlo y mezclarlo) pero no lo había hecho nunca. Tenía varias pre-producciones y maquetas armadas... ¡y quería sacar ya eso que tenía adentro! Sabía cómo quería que suene el disco, tenía bien claro qué tipo de sonoridad quería en la instrumentación del disco. Para mí, fue un recorrido de 30 años: aprender a cantar, a tocar, a componer, a grabar... todo de nuevo lo que venía haciendo con los otros proyectos.
Si ese principio fue difícil, seguirlo más. Me preguntaba qué hacer: si un disco igual o uno nada que ver. Encontrar la forma y el cómo fue difícil. Pero en un momento apareció. “Frenar para seguir” fue haciéndose de a poco: grabamos un tema, después otro con la idea de hacer un video. Había un tema que duraba quince minutos, pero fue el que dio pie para decir este disco es así. No pensamos tanto en el track de tres minutos. Además, yo estaba escuchando otro tipo de canciones: instrumentales o sets de música electrónica. Y lo pensé así: sin tanta forma, para escuchar entero como un set. En el primer disco nos parecía que estaba faltando esta parte volada que tenemos en vivo. En ese sentido, “Frenar...” es un complemento de “La libertad...”.
—¿Cómo fue el proceso de grabación de las canciones?
—Todos los temas los grabamos de una forma y en un lugar diferentes: “Ceder el acierto” en una casa tipo monoambiente gigante en Colastiné donde yo vivía; “Y escuchá a quién mira” grabamos la batería en una fábrica de equipos para laboratorio y la guitarra arriba de la montaña; “Todos los días sos vos” en la casa galpón, conectamos la idea de una casa basada en “Elige tu propia aventura” con el concepto de que no todos los días somos la misma persona; a “El amor de una fruta” lo grabé solo en el estudio (es un tema que parece compuesto pero en realidad es una sola toma improvisada); y el bonus (“Les limones limonean”) es una zapada mientras grabábamos en la casa galpón.
En cuanto a las letras, me gusta poner la resolución a las cosas que me cuestiono todo el tiempo... ¡y las preguntas también! Al pibe que cuestiona no me lo puedo sacar de encima. A veces, esas cosas salen mientras cocino. Cuando le preguntaron a Marta Minujín cómo hace para pensar esas grandes obras que ocupan toda la casa, ella respondió: “cortando cintitas”. A mí me pasa con la cocina: sea cortando una cebolla o exprimiendo un limón. Poner la cabeza en eso hace que otras cosas se liberen.
Sueño cumplido
“En lo de mi abuela Ñata había dos árboles de palta. Cuando iba a su casa, ella me preparaba palta en cubitos con jugo de naranjas. ¡Era riquísimo!”. En 2015, se tatuó una palta en el brazo derecho con su amigo Ale. Y acostumbra regalar frutos del árbol de la casa donde ahora vive su madre. “Hay una amiga que me dice palto”.
Paralelamente al tatuaje, nacieron Los Limones. Después de tocar en Los Refutadores del Pensamiento, Pacho tenía algunas canciones que había tocado en la Bienal 2014, entre otras, “Ella es así”. “Pensaba que no iba a quedar en la Bienal... y quedamos. Toqué con la última formación de Onírico: (Ignacio) ‘Bochi’ Busico, Nico Fernández y ‘Mona Vichar’ (Diego Villar). También hicimos ‘El futuro no está tan lejos’, ‘Gracias, adiós’, ‘Carnaval’ (de La Madre) y un tema de Proyecto Mocho (proyecto paralelo de otra galaxia, junto a Mona Vichar, donde los personajes son ninjas que hacen temas instrumentales con audios de películas)”.
—¿Cuáles fueron tus primeras experiencias musicales?
—Mi primera experiencia fue en el 2002, 2003 con Onírico. Conocí a los chicos por un amigo en común del barrio. Nadie sabía tocar nada, pero los chicos estaban con el plan de armar una banda. Cada uno tenía que estudiar un instrumento. guitarra y voz (Bochi), guitarra (Diego Poy), bajo (Nico Fernández) y batería (Mona Vichar). Después de probar sin éxito con la armónica, mi hermano (Gonzalo Geller) me llevó a lo de Silvio Pedroso, un amigo suyo que enseñaba teclado. Mientras, iba aprendiendo guitarra mirando cuadernitos, hasta que me empezaron a caer las fichas y entendí que la música era una sola cosa. Entonces, fui transportando a la guitarra lo que aprendía en los teclados o en piano. En algún momento, estudié profesorado de Música en el Liceo. Me copé con las armonías. Soy un nerd en ese sentido. Esa teoría que tengo en la música, en algunas cosas prefiero no saberla. La parte técnica de la guitarra la resuelvo yo así como me sale y eso hace que sea más particular.
—Uno de los integrantes de Onírico, Mona Vichar, te acompaña en Pacho y Lxs Limones, en Proyecto Mocho y fue cómplice del viaje por Europa en 2016. ¿Qué recuerdos tenés de la travesía por el Viejo Continente?
—Con ese viaje dejé todo acá. Se me terminaba el alquiler de la casa donde viví cuatro años. Le decíamos “la guarida”: había cuarenta personas por día, estudio y sala de ensayo. Sacamos 90 días (el tiempo que te da la visa) después de presentar “La libertad es cualquier cosa”. Pasaron tantas cosas que, para mí, fueron 30 años. Fuimos súper “compas” con la Mona: tres meses comiendo, tomando y haciendo lo mismo.
El único plan que teníamos era pasar al menos un mes en Barcelona. Yo no había visto ni una foto, pero gente en la que confío mucho me dijo que ése era el lugar. Llegamos a Madrid. Ese día empezaban los festejos de Madrid Orgullo. Toda la ciudad estaba de fiesta hasta el domingo, con escenarios por todos lados. Te despertabas y no sabías dónde estabas. Después, fuimos a Francia, donde teníamos el casamiento de un amigo, y nos quedamos un mes y medio en Barcelona. Hicimos una girita de veinte días por Berlín, Amsterdam, Rotterdam y hasta estuvimos en Bélgica. Tocamos en Madrid y en Barcelona; en Valencia grabamos unos temas para el canal de YouTube “Sesiones de micros abiertos”. Fue un sueño cumplido: irme con la guitarra y la mochila llena de discos.
Limones
Los compañeros de Pacho en su aventura musical también pertenecen al reino vegetal. Lxs Limones -reconfigurados de acuerdo al lenguaje inclusivo- son: Gervasio Arroyo, Mariano Donal y Mona Vichar. Los dos últimos comparten estudios en la Fadu (Villar estudió Arquitectura; Donal, Diseño de la Comunicación Visual) y trabajan mucho en la estética del conjunto. “Yo trato de tomar eso y, de alguna manera, simplificarlo. Estamos pasados de esos detalles (risas). En el primer disco fue la pava, ahora trabajamos la ropa con (María) Flora. En el último tiempo, empecé a editar videos de una forma muy musical: edito de acuerdo con las formas de la canción y Nicolino (Mántaras) se encarga de la parte visual. Él es que el filma, yo ubico las partes en las canciones”.
También hay en el limonero, frutos de origen literario y teatral, como Magui Jú y Gonzalo Geller. Sobre su hermano, el creador de La Gota Microediciones, Pacho cuenta: “La relación con Gonza es lo más loca. Él me llevó a aprender música y con el tiempo, casi sin darnos cuenta, nos empezamos a encontrar en los mismos lugares, por ejemplo, jam de poesía o algún toque chiquito. Empezamos a mechar música con sus textos que siempre me gustaron mucho. Además de eso, es la persona a la que le mando todo lo que escribo para revisión. Siempre hay participación de él, aunque en este disco no haya algo directo”.