Joaquín Fidalgo | [email protected]
El hecho ocurrió a mediados de 2014 en Alto Verde y se juzgó esta semana. Un tribunal condenó al acusado a 3 años de prisión en suspenso.
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La noche del 22 de junio de 2014, en las calles del distrito costero santafesino de Alto Verde, se desencadenó un violento incidente que terminó en tragedia. Oscar Rubén Román, de 19 años, murió ese día alcanzado por dos balas, una de las cuales le atravesó el corazón y la otra el cuello. Esta semana, un tribunal resolvió condenar al acusado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, pero sostuvo que este hombre actuó en “exceso de legítima defensa”.
Brian Emanuel Carlevaris fue sentenciado a tres años de prisión de ejecución condicional. Había llegado al juicio oral en estado de libertad y de la misma forma se retiró, luego de escuchar la decisión de los magistrados.
El tribunal, conformado por los jueces Octavio Silva, Rosana Carrara y Gustavo Urdiales, emitió este fallo de manera unánime y no dejó conforme a ninguna de las partes.
Los fiscales que representaron al Ministerio Público de la Acusación en el debate fueron Cristina Ferraro y Andrés Marchi, quienes dijeron que aguardarán los fundamentos. “Desconocemos los motivos por los cuales los magistrados tomaron la resolución, pero evidentemente la Fiscalía tenía una visión diferente de lo acontecido”, manifestaron luego de conocer la sentencia.
Al respecto, Ferraro agregó que “la pena es sensiblemente menor a la que solicitamos, pero esto se debió a que los jueces entendieron que fue un caso de homicidio con exceso en la legítima defensa, mientras que desde el MPA pensamos que se trató de un homicidio doloso consumado”.
“La posición que asumimos desde la Fiscalía, y que quedó acreditada durante el juicio, es que se trató de un ataque con un arma de fuego de Carlevaris a Román, que estaba desarmado”, sostuvo Marchi.
Violencia
Según pudo constatarse por distintas declaraciones, todo comenzó una semana antes del episodio fatal, en el mismo barrio. Víctima y victimario se conocían de la zona y estaban participando de una fiesta cuando se produjo el incidente. A pesar de su corta edad, Román ya había cumplido condena por un crimen que cometió siendo menor. Algunos testigos lo describieron como un tipo violento, prepotente.
Ese día, de manera imprevista, Román le rompió una botella en la cabeza a Carlevaris. Luego lo golpeó y trató de ahogarlo en el agua de una zanja, algo que no pudo conseguir porque intervinieron un amigo y la hermana adolescente del agredido. Brian terminó casi inconsciente y con cortes en la cabeza.
El segundo episodio -que resultaría fatal- ocurrió en el mismo lugar, en inmediaciones de la Manzana 10 y sobre calle Demetrio Gómez (que atraviesa la barriada como columna vertebral), una semana después. En horas del mediodía, se toparon Carlevaris y Román, ante gran cantidad de testigos.
Contrapunto
Aquí difieren las lecturas de cada parte. Los fiscales sostienen que Román estaba desarmado cuando fue baleado por Carlevaris.
Este último sostiene que abrió fuego con su pistola calibre 22 (la había comprado meses atrás) porque su rival se le abalanzó, le apoyó un revólver en el pecho y gatilló en reiteradas oportunidades, pero no salió ningún tiro. Primero, Román fue rozado por un proyectil en su pierna derecha, luego otro le atravesó en el corazón y finalmente el tercero impactó en su cuello y murió.
En la escena del crimen no se halló ninguna arma de fuego. Carlevaris dice que extravió la suya cuando escapaba, al entrar en una zona de bañados. Una testigo de la propia fiscalía reconoció que alguien se llevó un “fierro” que estaba junto al cadáver de la víctima.
Los abogados defensores, Hernán Albrecht y Martín Risso Patrón, sostienen que el arma que empuñaba Román apareció un año después de su muerte, cuando un hermano suyo se suicidó con ella. Se trata de un revólver calibre 32 que fue secuestrado en esa oportunidad. “Este revólver fue traído a juicio por pedido nuestro, pero no fue aceptado como prueba en la audiencia. Los jueces no hicieron lugar a nuestra solicitud. Nosotros queríamos enseñárselo a los testigos, para ver si lo reconocían. Allí, los magistrados no nos permitieron ejercer la legítima defensa”, se lamentó Risso Patrón.
“No obstante, por medio de un test de barrido electrónico infalible pudimos comprobar que adentro del bolsillo de la campera del fallecido había sido guardada un arma”, agregó.
“Vamos a apelar, porque no es justo que se lo condene por exceso. La primera vez lo atacó y casi lo mata, de no ser por su amigo y la hermana. La segunda estaba solo. Fue atacado. En todo momento retrocedió, tratando de salir de la situación. Después le disparó a una pierna y, finalmente, al ver que le gatillaban, se defendió y lo mató.
Amenaza
A raíz del homicidio, Carlevaris debió abandonar su casa. Es que casi todos los familiares de la víctima también residen en la misma zona. “Qué no vuelva a Alto Verde, porque lo vamos a matar”, se escuchó decir a alguien dentro de la sala de audiencias luego de la lectura de la sentencia.
Incongruencia
“Vamos a apelar porque aquí se violó el principio de congruencia. Los jueces, para emitir su fallo, están limitados a la acusación que hacen los fiscales; y estos funcionarios del MPA tienen la posibilidad de hacer una única acusación o, en base a los mismos hechos, plantear acusaciones alternativas para que los magistrados adecuen las conductas a las figuras típicas que correspondan. En este caso, los fiscales hicieron una única acusación, la de ‘homicidio agravado por el uso de arma de fuego’ ”, señaló el doctor Hernán Albrecht, uno de los abogados defensores.
“Por lo tanto, nosotros desarrollamos nuestra defensa exclusivamente en base a ese supuesto, así que esta sentencia debiera ser anulada y nuestro cliente absuelto. Los fiscales tenían la posibilidad de negociar para evitar un juicio innecesario y nosotros como defensa podríamos haber aceptado, de última, un ‘exceso de legítima defensa’, pero ahora pasamos por el juicio y nosotros jugamos todo a la legítima defensa. Entendemos que ganamos y los jueces, en una decisión salomónica, condenaron por encima de las posibilidades que tenían. Ellos no podían salir de la acusación de los fiscales y lo hicieron”, concluyó.