Enrique Cruz (h)
Habló de todo. Alfaro, Comesaña, la grieta del fútbol argentino y la necesidad de que los clubes chicos armen buenas inferiores y salgan a captar figuras en las categorías de abajo, para pelear a los grandes. Tiene una ilusión para el futuro y también la cuenta.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Mar del Plata)
Pasó fin de año en esta ciudad aprovechando el poco tiempo de descanso para volver a escena con su Ben Hur. “Me puse un objetivo y haré todo lo posible para lograrlo: llevar a Ben Hur al Argentino A”, señala. Se le iluminan los ojos cuando dice que se dio el gusto de dirigir en todas las categorías del fútbol argentino (“hace poco jugué la final de la Liga con Ben Hur, no me queda nada por explorar”). Pero Carlos Trullet, ya con casi 50 años (más, se arriesga él mismo a calcular) adentro de una cancha, es un nombre que tiene un pasado que nadie puede ignorar ni discutir en los clubes de Santa Fe, sobre todo en Unión. Y siempre da gusto charlar con él.
-¿Hacia dónde vamos con el fútbol argentino, Carlos?
-¡Qué preguntita para empezar! A nivel de selección, me genera dudas el técnico, no sé si es el indicado. Y respecto del fútbol en general, este momento me hace recordar lo que pasaba antes de Grondona, cuando los clubes chicos no podían sostener a los jugadores que marcaban diferencias porque eran absorbidos rápidamente por los grandes. Se viene un fútbol como el de España, aburrido y sin que los clubes chicos puedan sostener la ilusión de pelear por algún título.
-Siempre digo que los campeonatos cortos beneficiaban a los chicos y que el fútbol, con Grondona, tenía más tendencia a emparejarse
-Comparto con vos, a mi también me gustaban los torneos cortos y el Nacional B también. El Nacional B era un torneo bárbaro y ahora no saben qué hacer para ordenarlo. Y en Primera, los clubes chicos no van a poder acceder a jugadores de jerarquía.
-¿Entonces?
-Entonces hay que formar jugadores o mirar a clubes de categorías más bajas, como Nacional B o Argentino A. Vamos a retroceder en cuanto a la federalización del fútbol.
-¿En qué sentido?
-En que los clubes del interior van a sufrir mucho. A Grondona se lo critica, pero hizo mucho por el fútbol del interior. Y también por el arbitraje. Aparecieron los Lamolina, los Calabria, los Ithurralde, que eran una garantía cuando jugabas de visitante. En mi época, cuando jugabas de visitante, salías del túnel y ya tenías un gol en contra. Clubes chicos cada vez más chicos y grandes cada vez más grandes. A eso voy.
-¿Cuál es el problema que ves con más dificultades de ser solucionado?
-Sin desmerecer el trabajo de nadie, el fútbol argentino está invadido de representantes e intermediarios que, en cada apertura del libro de pases, ponen a sus jugadores en el candelero y los llevan a los clubes por los compromisos que tienen los técnicos y dirigentes. Te muestran un video y así la contratación de ese jugador se convierte en una lotería. No veo una organización en los clubes para que se haga un seguimiento del jugador a contratar.
-¿Debe hacerlo el manager o hay que formar un equipo?
-Vamos por partes. La función de manager no todos la ejercen de la misma manera. Los clubes grandes buscan gente que tenga un conocimiento europeo por haber jugado allí. Boca lo llevó a Simón y ahora a Burdisso, que tienen la puerta abierta en Europa. No todos los clubes tienen ex jugadores con esa referencia. Lo que tienen que hacer es algo menor, que vaya de acuerdo con las políticas y posibilidades del club. Ni Unión ni Colón pueden hacer lo de Boca y River.
-¿Ves una dirigencia preparada para intentarlo?
-El gran problema es que no tienen una política que parta desde el presidente para abajo. Allí, bajo esa política, es donde deben aparecer personas que conozcan realmente de fútbol y que aporten claridad. Hace 30 años que vengo diciéndolo.
-Algunas veces, esas funciones las realizan los mismos dirigentes que dicen saber de fútbol
-Creen saber de fútbol porque compran el Olé los lunes. Saber de fútbol es haber pateado alguna vez una pelota, sentir la presión del jugador, saber cómo tratarlo por haber experimentado lo mismo. Mirá, el jugador es difícil, está rodeado de gente que le rinde pleitesía, se confunde, y para eso hay que saber. Es complejo el armado de un plantel. Por eso digo que no está mal que haya un manager y un captador o seguidor, sin que haya invasión de funciones.
-¿Sirve esto para los clubes grandes o es para clubes como Colón o Unión?
-Es que los grandes la hacen fácil: buscan al mejor del equipo chico y lo sacan con dinero. Es complejo el fútbol, no es manejar una empresa. Los que verdaderamente resuelven son los jugadores y en un deporte que es incierto, juega el azar y tenés que ganar en la cancha para crecer.
-¿Lo ves a esto como garantía de éxito o para afrontar la coyuntura?
-Los equipos de Santa Fe necesitan de un título y hay que trabajar para eso. Fijáte que hoy está Atlético Tucumán consolidado y te lo digo porque me tocó dirigir ahí y la pasión del hincha está a la altura de Santa Fe o Rosario, con mucha materia prima porque salen jugadores y sólo le faltaba buenos dirigentes. Hoy, Tucumán emparejó a Santa Fe o lo superó. Entonces, hay que hacer un planteo claro y saber qué ha pasado con la dirigencia en Santa Fe. Porque está claro que no hubo éxito.
-¿Crees en la palabra proyecto?
-Creo en el proyecto pero que parta desde el presidente. Vos podés dejar un técnico en el camino pero eso no significa cambiar el proyecto, sino cambiar el técnico. Y ese proyecto es serio cuando reemplazás al técnico que se va por otro que juega de la misma manera. ¿Se entiende?. Un ejemplo de coherencia es Argentinos Juniors: juega igual, tiene una identidad clara y promueve jugadores. Quizás tiene dificultades porque es un club de barrio, con un estadio pequeño y de pocos recursos, pero tiene una idea.
-Pero terminás cayendo en los representantes.
-Sí. Y a los representantes no los putea nadie y ganan más que todos. A veces no entiendo determinadas contrataciones si no hay un buen representante en el medio. Algunos parecen que se han convertido en dueños del fútbol argentino.
-Ya debés andar por los 50 años en el fútbol
-¡Y más también!... Debuté como jugador en el 70, para Estudiantes, justamente contra Unión. Era el equipo en el que estaban Bilardo, Manera, Verón, Pachamé. Ganamos 4 a 0 e hice un gol ese día. Fijáte en la crónica de ese partido y vas a ver que no te miento. Ya antes, había jugado contra Sportivo Desamparados en el viejo Nacional, siendo amateur. Pero en El Trébol, cuando tenía 15 años, ya era profesional. Los sábados a la noche, en la canchita que teníamos en el club, había arquitos con red de alambre y yo le pegaba a la pelota para hacerla rebotar en un arco y así le pegaba al otro. Hacía eso mientras mis amigos estaban esperando para entrar al baile de Trebolense. Y jugaba en esa Liga Departamental San Martín, que era brava.
-¿Te sentís respetado y que el fútbol te ha devuelto todo el sacrificio que hiciste?
-Ando por cualquier lugar del país y siempre hay alguien que me saluda. En Santa Fe me siento respetado por el hincha de Colón y muy querido en Unión. Estoy identificado totalmente con Unión porque tengo 15 años entre jugador y técnico. Volví seis veces al club. Lo propio pasa en Rafaela, más reconocido en Ben Hur quizás, pero tuve un ascenso con Atlético. Lo que creo es que podría haber llegado a más como técnico.
-¿Y por qué no lo conseguiste?
-Porque no fui obsesivo, porque no quise dejar otras cosas en el camino. A Unión siempre llegué en situaciones muy difíciles al club y cuando tuve una oportunidad de pasar al frente, en el 91 con Cuqui Vega, trajimos un montón de figuras y nos fuimos al descenso. Yo dejé el fútbol a los 29 años, en el mejor momento de mi carrera. Estaba en Emelec, sufría mucho el tema de la guerra con Chile en ese momento, el Mundial de 1978, lo que se decía de la dictadura. Y te confieso que abandoné en medio de una gran angustia, porque en el 77 me tuve que ir de Unión y yo pensé que me iba a morir en Unión, que iba a jugar diez años, era capitán y tenía una identificación tan grande que me provocó una gran desazón haberme ido.
-Te habías identificado habiendo jugado tan poco tiempo antes en Colón.
-Mirá, en el ‘75 yo fui figura entre grandes figuras. Y el Toto le dijo a los dirigentes, que si yo era un compromiso de ellos, que me dejaran. Y después, reconoció que si me descubría antes como líbero, salíamos campeones. Así fue siempre mi historia en Unión. Dejá de lado aquello del 96 que fue espectacular. Pero no te olvides que cuando me buscaron en el 90, promoví chicos como Cabrol, Cometto, Lígori, Sciacqua y un gran año de Toresani que luego se fue a River. Y no menciono lo del 89 cuando llegamos con el Flaco Zuccarelli. Tengo reconocimiento en el hincha, no sé en el dirigente.
-¿Por qué lo decís?
-Porque siempre se encargaron de buscar una división entre el Pumpidismo y el Trulletismo. Recuerdo que una vez estábamos peleando el ascenso en Unión y en concordancia con la barra brava repartieron 4.000 volantes con una declaración mía cuando estaba en Quilmes. El título era que quería dirigir a Colón, que era el “club de mis amores”. Yo, en realidad, había dicho que me gustaría dirigir a los clubes en los que jugué. Y jugué en Colón. Quizás el periodista me quiso “dar una mano” para que dirigiera alguna vez a Colón, no sé. Eso me generó un enfrentamiento. Pero en general estoy muy agradecido a Unión.
-Recuerdo que siempre decías la gente pensaba que “¿cómo va a dirigir este tipo al equipo si compra en la verdulería de la vuelta de mi casa?”, en tono figurado.
-Sí claro. Fijáte que cuando tienen una buena situación económica, traen los técnicos de afuera. Y cuando las papas queman aparecen los Kudelka, los Trullet, los Oyeras. Debería ser al revés. Si está la creencia de que los de afuera tienen un testículo más, entonces traelo cuando el club está mal y dale a los de Santa Fe la oportunidad cuando hay un poco más de dinero y posibilidades.
-Volvamos a la relación con los dirigentes. ¿No fuiste muy peleador?
-Yo soy un tipo confrontativo, es mi personalidad, pero siempre de buena leche. Creo haber sido siempre respetuoso. Me pasa con los periodistas. Ustedes muchas veces tienen que decir verdades y eso nos duele a los jugadores y a los técnicos. En el caso de los dirigentes, tantos años en Unión hizo que por allí no haya respetado como debiera a algún dirigente que me trajo al club y que en una etapa posterior no lo traté debidamente. Puede ser.
-La última. ¿Te imaginás en el futuro adentro de una cancha o afuera, como dirigente o como manager?
-Ahora estoy metido en una ilusión muy linda que es la de llevarlo a Ben Hur al Argentino A. A partir de junio, me gustaría cumplir un rol en algún club en el que me fue bien, involucrarme en alguna política diseñada por el presidente y ser fiel custodio de esa política. A ese club y a ese dirigente que se interese, le presentaré mi idea.
>>> “A Comesaña no se le puede achacar la edad”
-Colón lo trajo a Comesaña, que tiene tu edad. ¿Influyen los años?
-A partir de los 90 se hizo un culto al individualismo y al sálvese quién pueda. Se perdieron conceptos como la solidaridad y el aspecto colectivo. Por eso cuesta formar grupos con cuatro o cinco líderes. No hay jugadores entonces con capacidad de liderazgo. Hoy los jugadores se entrenan más que antes y en mi caso noto respeto, no tuve dificultades y me parece una estupidez grande como una casa cuando se dice que el técnico tiene que ser joven para entender la problemática de la juventud. Fijáte el caso de Bernardi, es un técnico de la nueva camada, dirigió cinco equipos en dos años y le fue mal en todos.
-¿Avalás entonces que Colón se haya fijado en un técnico de tanta trayectoria y experiencia?
-A Comesaña se le puede achacar no haber dirigido nunca en Argentina, pero los años ayudan a crecer, a equivocarte menos. A mí, los años me enseñaron a entender que lo más difícil es hacer las cosas fáciles, aprendí a ser simple. Yo tuve un ayudante de campo, ya fallecido, que hizo un libro con un montón de trabajos tácticos y, con el tiempo, me dí cuenta que servía de poco todo eso, que hay que trabajar obviamente, pero que lo que importa es la capacidad del jugador que uno debe saber elegir.
-Pero se nota, Carlos, cuando un equipo tiene mecanizado movimientos y funcionamiento.
-Mirá, Mourinho trabaja 35 o 40 minutos con el equipo y se va. Deja a sus colaboradores haciendo el resto. Obvio que debe trabajar mucho la pelota quieta y todo eso. Para eso debe tener sus colaboradores. Angel Tulio Zof salió campeón con Central cuando tenía 75 años y ese equipo jugaba muy bien. Labruna era grande y hacía jugar muy bien a sus equipos. Al Maestro Tabárez lo tienen que ayudar para movilizarse y fijáte lo que es en Uruguay.
-¿Quiénes te gustan de los técnicos de la nueva camada?
-Heinze y Gallardo. O Troglio, si buscamos alguien intermedio. Pero volviendo al tema de la edad, ¿cuántos jóvenes hay que le van mal?
>>> “No lo entendí a Alfaro”
-¿Lo entendiste a Alfaro por lo que hizo?
-Puedo entenderlo desde los merecimientos, porque Gustavo Alfaro tiene una gran carrera, pero no me convence cuando tenés un discurso de mucha moral, cuando hace poco él decía que le daba asco el fútbol argentino y, al poco tiempo, la vida lo puso en una situación difícil. Una vez me llamaron de Atlético de Rafaela cuando llevaba siete días de pretemporada en Ferro y me fui. Lo admití como un error garrafal, pedí disculpa y lo entendieron, al punto tal que, al poco tiempo, volví a Ferro.
-Entonces, no lo entendiste a Alfaro.
-No, no lo entendí, porque Huracán es un grande.
-¿Qué hubieses hecho si te tocaba a vos?
-Es muy cómodo si te contesto la pregunta y te digo que no lo hubiese hecho, porque no tuve la posibilidad. Es como cuando un periodista o un dirigente dice que en el lugar de tal jugador hubiese resuelto la jugada distinto. Y no es así, porque nunca hubiese tenido la oportunidad. Creo que hay que ser más prudente en lo que se dice y en lo que se establece como moral, si a eso, después, no se lo puede sostener.