Juan Ignacio Novak
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Los Caldenes, Guitarreros y Destino San Javier encabezan la grilla de artistas que este año unirán sus voces al “Canto solidario”. En el encuentro folclórico, también participarán grupos y solistas locales, que tendrán la posibilidad de mostrar sus producciones. La entrada será libre y gratuita, pero se pedirá la colaboración voluntaria a través de pañales y alimentos no perecederos.
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Una tradición se renovará el próximo fin de semana: el Festival Folclórico de Guadalupe tendrá su edición número 31 entre el viernes 18 y el domingo 20 de enero, con la Basílica como imponente telón de fondo. Como es costumbre, en el encuentro participarán artistas de proyección nacional y otros locales que tendrán así la posibilidad de mostrar su trabajo ante un marco de público multitudinario.
El viernes actuarán Andrés Clerc, Ballet La Urdimbre, Los Caldenes, Destino San Javier, un grupo cuya convocatoria crece a pasos agigantados Guitarreros y Nazareno Flores. El sábado la lista estará conformada por Ballet Yapeyú, Karen, David Stinson, Kaymanta, Candela Vargas y Los Guaraníes. También será la partida el cantante tropical Coty Hernández, quien desplegará un cancionero que acredita sus búsquedas en el mundo del folclore. Finalmente, para la velada del domingo, los participantes serán Evangelina Gacio, Rodrigo Hortt, Sergio Torres, el Coro Polifónico La Merced, Grupo Setúbal y Luis Velázquez, conocido como “el mago del charango”. La locución del evento contará con las reconocidas voces de Adriana Bassi, Noelia Yossen y “el Negro” Fulco.
Valioso
El año pasado, cuando el festival llegó a su trigésima edición, obtuvo una gran repercusión de público con unas 55 mil personas durante las tres noches. Por eso, la expectativa es grande. Desde la comisión organizadora del festival, Oscar Roa expresó que están muy satisfechos con el trabajo que vienen haciendo. “Es un festival distinto, muy familiar. La gente comparte, baila. Ésa fue una de las cosas que motivaron al principio a retomarlo, el hecho de que la familia se junte”, enfatizó. También rescató particularmente la predisposición demostrada por la comunidad de la Basílica de Guadalupe, que colabora ad honorem con las tareas necesarias. “Todos lo hacen con ganas de servir a la gente que se arrima, todo lo que rodea al festival realmente es muy valioso”, señaló.
Al igual que otros años, la invitación es para que los vecinos se acerquen hasta el predio con su sillón y su heladerita para así disfrutar de la noche santafesina. No obstante, los organizadores dispondrán de sillas en alquiler con precios muy accesibles. “Eso nos permite recaudar algo para señar a los artistas que vamos a contratar el año siguiente”, recordó Roa.
Solidaridad
El festival se mantendrá fiel a su principio de generar “un canto solidario”. De este modo, la entrada será libre y gratuita pero se solicita a los asistentes la colaboración a través de alimentos no perecederos y pañales descartables. Los alimentos luego del festival serán distribuidos por Cáritas entre los más necesitados, mientras que los pañales serán donados al Servicio de Neonatología del Hospital Iturraspe, al igual que años anteriores. “Ellos cubren más de medio año de atención a los chicos con lo que nosotros entregamos, mirá lo solidaria que es la gente”, afirmó Roa al trazar un balance de las ediciones anteriores.
El público que participa en las jornadas festivaleras no solamente es de Santa Fe. También está compuesto por visitantes de distintas localidades de la zona, inclusive de otras provincias. “Durante el festival, los locutores preguntan la procedencia y a veces sorprenden los lugares”, reconoció Roa. “Hay gente que llega a la ciudad para ir al festival y aprovecha para pasar unos días en la ciudad. Eso se nota mucho por la mañana, cuando aparecen visitantes en la Basílica”, señaló el referente de la comisión directiva.
Destacado
A pesar de que en los últimos años se consolidó, el Festival pasó momentos difíciles. Arrancó a fines de los ’60, tuvo épocas de esplendor y después se mantuvo en pausa por dos décadas. Hasta que 2005, gracias al empuje de un grupo de entusiastas, reinició su camino y desde entonces se concretó en cada temporada estival. “De a poquito fue creciendo y lo pudimos mantener en pie. Ahora, llegamos al número 31 y para nosotros es una satisfacción. La comunidad de la Basílica trabaja casi todo el año, desde fines de marzo o principios de abril para poder llevarlo adelante. En la logística trabajan más de cien personas”, destacó Roa.
El hecho de que el festival ocupe un espacio destacado en la agenda de fiestas regionales responde en buena parte a la visión estratégica de los organizadores al momento de convocar a los artistas. Por ejemplo, hace poco más de un lustro, en 2013, sumaron a la lista de invitados a Abel Pintos y la plaza lució colmada. “No se podía caminar. Una cosa notoria es que ese año los bares no trabajaron tanto porque la gente no podía llegar a comprar. Desde ese momento, el festival hizo un boom”, rememoró Roa. De hecho, la gente llega desde muy temprano para encontrar un lugar cerca del escenario. Todos hacen suyo el festival y eso se nota mucho”, explicó el referente de la comisión directiva.