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Ante la crisis hídrica que desencadenaron las lluvias, tres especialistas del organismo elaboraron un documento en el que plantean posibles soluciones de largo plazo. Proponen priorizar obras que garanticen accesos, defensas urbanas, caminos rurales y dormideros para la hacienda. “Son medidas esenciales y de gran impacto económico”.
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Un documento del Instituto Nacional del Agua (INA), elaborado para analizar la situación hidrológica en los Bajos Submeridionales a raíz del desastre ocasionado por las inundaciones, advierte que el reproche de los productores de la región “por falta de obras” no es pertinente, si el pedido implica drenar excedentes, porque “no se condice con la fisiografía de la región”.
El trabajo, elaborado por los ingenieros Ricardo Giacosa, Carlos Paoli y Dora Sosa, indica que no puede cambiarse con obras la dinámica hídrica natural, por lo que “se deben priorizar” obras que garanticen accesos, defensas urbanas, caminos rurales y dormideros para la hacienda. “Son medidas esenciales y de gran impacto económico”.
Los profesionales sostienen que ante la emergencia “sólo se pueden abordar acciones coyunturales”, pero que luego es imperioso “formular un plan ordenador” para acciones futuras, así como “un plan de gestión integral (hídrico-productivo-ambiental)”, sostenible en el tiempo y con “el compromiso de los gobiernos provinciales y entidades del sector productivo”.
Bajo el título “La realidad de los Bajos Submeridionales”, los técnicos realizan una descripción geográfica de la región y repasan la historia reciente, en materia de inundaciones. Señalan, por ejemplo, la ejecución de obras de canalizaciones, obras de paso, alteos y otras, aun dentro de cada provincia (los Bajos se extienden en Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe) “sin un análisis del impacto en las provincias vecinas plantan situaciones de potenciales conflictos”.
Se recuerda que, naturalmente, la región presenta periodos de alternancias de inundaciones y sequías, por lo que las soluciones deben ser analizadas de manera integral (es decir para toda la cuenca, en conjunto aguas superficiales y subterráneas y tanto excesos como déficit hídrico).
“La actual situación de excesos hídricos tiene antecedentes en los años 1973, 1981, 1998, y si bien el factor desencadenante es la lluvia. Los cambios físicos en la región (cambio de uso de suelos, desmonte, construcción de canales no oficiales, etc) tienden a incrementar y trasladar hacia aguas abajo los excedentes hídricos”.
Además, consignan que a partir de los años 80 se realizaron un conjunto de obras de drenaje (sistema Golondrinas y sistema Paraná) cuyo objetivo no es evitar las inundaciones sino disminuir los tiempos de permanencia de las mismas.
En los últimos años “se acentuó un modelo productivo agrícola -indican- que no es el más apto para la región. La demanda de algunos sectores productivos ‘por la falta de obras hídricas’, entendiendo por tales a incrementar las obras de evacuación de excedentes hídricos no condice con la fisiografía de la región”.
El grupo del INA, tras referir que no es posible cambiar las condiciones climáticas, ni el relieve natural, “tampoco puede cambiarse con obras la dinámica hídrica natural”. Por eso, afirman que “indudablemente se deben priorizar las obras de infraestructura que garanticen los accesos y obras de defensas urbanas, y caminos para acceder a las principales zonas productivas. Asegurar rutas que sean transitables aún en las condiciones mas desfavorables y zonas de dormideros para los animales son medidas esenciales y de gran impacto económico”.
También indican que “todo este tipo de obras requieren de la elaboración de un proyecto técnico que contemple el diseño y dimensionamiento hidráulico y estructural apropiado de las mismas y no pueden ser improvisadas durante la emergencia por ello, lamentablemente, en la crítica situación actual solo es posible acciones de protección limitadas (a veces de dudosa efectividad) y acciones de asistencialismo”.
“Debe observarse además, que para la situación actual no existe una solución que permita la eliminación total de las áreas anegadas, sin transferir parte de dichos excedentes hacia aguas abajo, y que en caso de que superen los limites provinciales no arrojen nuevos conflictos”.
Sobre el final, sostienen que “lamentablemente en el momento actual y ante la criticidad de la situación solo se pueden abordar acciones coyunturales para la emergencia, pero una vez superada se deberán complementar con acciones que establecen las reglas del arte”.
Y agregan que “el principal desafío para formular un plan ordenador de todas las acciones futuras, ya sean obras o medidas no estructurales es formular un plan de gestión integral (Hídrico-productivo-ambiental) que no responda a la actual coyuntura sino que sea sostenible en el tiempo para lo cual se requiere el compromiso de los gobiernos provinciales y entidades de sectores productivos”.