(Enviado especial a Tánger, Marruecos)
La Argentina no juega bien y mucho menos con el viento que alcanzó ráfagas increíbles. Tres puntos de sutura.
(Enviado especial a Tánger, Marruecos)
Si Passarella afirmó que era inhumano jugar en La Paz, a nosotros no nos faltó nada en Marruecos. Título fácil sería el viejo y querido “Contra viento y marea”, pero está más gastado que los almuerzos de Mirtha Legrand. Así ganó Argentina, jugando “a la Argentina”…es decir mal. Pero esta vez, al menos, el viento insoportable puede servir de paragolpe para un equipo al que ya lo chocaron varias veces de atrás.
Es por eso que El Litoral da fe que Argentina jugó en Tánger pero lo ganó en el Sahara. Porque este equipo es eso…una sola cosa en el medio de la inmensidad de las críticas. Algunos, más allá de lo mal que se hacen las cosas, injustificadas. Como si hubiera gente que gozara cada vez que a la Selección le pasa algo.
Perdimos el viernes en el Wanda y empezó el desfile: Maradona, Passarella, Ruggeri, Bertoni, el hijo de Grondona. Todos los días una bomba atómica. Para colmo, contra un equipo al cual un rompe-portón le hace daño.
¿Qué es lo mejor que dejó el equipo en África? Que sacaron, al menos, dignidad deportiva. Es obvio que es lo mínimo que se pide, pero en el partido en Madrid la dejaron olvidada en Barajas.
El escenario previo era el peor: ocho cambios, el viento del Sahara (uno suponía que Marruecos se podía acomodar un poco mejor) y 45.000 almas gritando como si vinieron los leones a comernos. En un momento, cuando el dueño de casa se vino encima, las tribunas se iluminaron con los celulares y se me ocurrió preguntar en voz alta: ¿dónde hubieran metido la gente si acá venía Lionel Messi con la “10” de Argentina?.
No conozco Casablanca ni Marrakech, pero este partido no se podía jugar acá en Tanger. La ciudad, hermosa. La postal del Mediterráneo, divina. La calidez humana, a pesar del árabe y el francés, extraordinaria. Pero somos Argentina, con dos estrellas de FIFA en Viamonte. Un poco de respeto y más cuidado con esto de “venderle el alma al diablo” por 600.000 euros.
A la hora de buscar puntos positivos, además de la actitud encontrada que se extravió en el Wanda, la solidez defensiva. Es cierto que había que hacer las cosas dos veces mal para empeorar lo del viernes, pero es real que Marruecos es mucho más que Venezuela. Y ahí estaba la duda.
En ese sentido, lo de Pezzela justificó plenamente la capitanía que le dio el grupo y Scaloni: sacó todo, de donde sea y como sea.
La Argentina hace tiempo que es una expresión futbolística mucho más digna del análisis de Facundo Manes, Rolón o Bucay. De eso no tengo ninguna duda. Y le pongo la firma.
Porque si bien en Tánger no se jugó bien, la expresión fue mejorada y superada de lo del Wanda ante la vinotinto.
Entonces, uno se pregunta: ¿por qué Argentina juega el peor partido cuando pone a Messi?. Juega muy mal y pierde muy bien.
Insisto en la idea de tres puntos de sutura, sólo para curar la herida de Madrid. Y para recuperar la calma antes de Brasil. Siempre y cuando no sea la calma previa a las tormentas o tempestades.
Scaloni sueña un “equipo consolidado” para no dañar a Messi. Juro que no tengo idea cómo lo podrá conseguir de acá a junio. Quizás la neuro-ciencia tenga la respuesta.
Respiró la Selección, porque perder con Marruecos hubiera desatado un fusilamiento público para este técnico y para varios de estos jugadores.
Jugamos en Tanger, ganamos en el Sahara, en el medio del desierto, con todo el viento en contra de la cara e implorando por un simple vaso de agua. Al refresco salvador lo acercó un Ángel. Esta vez, la puerta de África no fue Tanger. Esta vez, la salida al Mediterráneo se llamó Correa.