La actuación en el Mundial Juvenil del seleccionado argentino M-20 “Los Pumitas” fue realmente más que buena.
Lejos quedaron los tiempos en los cuales Argentina y Francia se repartían campeonatos en las categorías menores. Los tiempos cambiaron a pasos agigantados para las potencias del rugby y en nuestro país los pasos que se dieron no alcanzan para competir de igual a igual.
Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica tienen la “suerte” de tener jugadores juveniles que son profesionales, con dedicación plena al rugby; a lo que hay que sumarle que sus jugadores nacen dotados técnicamente.
Las principales naciones europeas tienen estructuras más desarrolladas en juveniles y eso se nota. ¿Cómo hacemos para equiparlos? La respuesta es difícil de encontrar, pero medianamente la dirigencia de rugby de nuestro país hizo lo que pudo para que “Los Pumitas” pudieran entrenarse de manera seria y responsable para poder rendir de la mejor manera en el mundial y así achicar la brecha con las selecciones poderosas.
Giras internacionales, concentraciones nacionales, desarrollo físico, fueron los puntos fuertes en la preparación para poder competir de la mejor manera. ¿Alcanza? No. Sin dudas que no, porque el trabajo de base y el diario que tienen las “potencias” no es el mismo que el que tienen nuestros juveniles.
Ante este panorama, la performance del seleccionado argentino juvenil fue destacada. ¿Cómo vamos a decir que fue una campaña regular o mala si se está compitiendo de forma despareja con los países más poderosos? El 6to. puesto es muy bueno, meritorio y destacado para la realidad de nuestro rugby interno. Pero no podemos quedarnos con eso.
Tildar de fracaso o regular la performance y el resultado final de la selección argentina juvenil es desconocer e ignorar cual es la realidad del rugby M-20 en nuestro país.
Muchos de los jugadores argentinos que formaron parte del plantel M-20 estarán alguna vez en el seleccionado mayor, jugarán en el exterior y nos darán satisfacciones deportivas. El tema pasa por decidir cuál es el rugby juvenil que queremos y que se puede hacer para cambiarlo.
Así como están las estructuras de nuestro rugby joven, sin dudas va a ser muy difícil poder achicar las diferencias más que importantes que tienen las potencias con nuestra realidad.
Si queremos que nuestros “pumitas” crezcan, se fortalezcan, se perfeccionen y compitan medianamente de igual a igual, algo debe cambiar.
La estructura de nuestro rugby juvenil es la que mostraron “Los Pumitas” en el mundial que se jugó en nuestro país, pero que se vio potenciada, justamente por este detalle: que fue en nuestro territorio nacional y que la preparación –que destacamos anteriormente- fue distinta y más intensa que para otros mundiales.
Si algo caracteriza a la esencia del rugby de nuestro país es la garra, el corazón, el empuje y el amor propio; pero hoy con todos esos nobles y destacados aditamentos no alcanza. Hay que tener basamentos más sólidos y consistentes para poder “pelearles” de una mejor manera a los seleccionados poderosos.
Todos queremos que nuestros juveniles se destaquen en las participaciones mundialistas, pero si lo que se quiere es tener mejores resultados hay que cambiar para poder seguir creciendo.