Natalia Pandolfo
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Después de cruzar la noche, Alicia Barberis repasa su pasado reciente. Fue la noche oscura de los que un día decidieron animarse a mirar alrededor, y vieron el espanto.
“Yo era de esas personas que no sabían nada de lo que estaba pasando”, confiesa. Hasta que el destino la puso de narices contra el vidrio de la historia. Y ella consideró que su modo de romper el cerco era la escritura.
“Mis hijos en ese momento eran adolescentes y me demandaban explicaciones”, explica. Así, en esa casa bucólica, en esa Villa California donde los comercios eran aún una anomalía del paisaje, la escritora hizo su trabajo durante nueve meses, el tiempo que contemplaba la beca del Fondo Nacional de las Artes que había obtenido.
El parto de “Cruzar la noche” llegaría en 1994. El libro cuenta la historia de Mariana, una chica que vive temporalmente en Rincón y que, casi por casualidad, descubre que es una beba robada a una joven embarazada, secuestrada en la Esma.
Un puñado de años después, un mail en la bandeja de entrada de Alicia le daría al relato un giro inesperado.
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