Con la Ley Nacional de Educación, las secundarias debieron reformar sus planes siguiendo normativas federales y las decisiones que se fueron adoptando a nivel provincial. Uno de esos acuerdos federales -que todas las provincias deben respetar- es que cada curso de secundario no debe tener más de 11 materias, con educación física incluida. Esto significan 35 horas cátedra de aula (la hora de clase tiene 40 minutos) más 3 horas de educación física en el contraturno, por semana.
“El objetivo es evitar la fragmentación del conocimiento que hubo hasta ahora, empezar a tener disciplinas con mayor carga horaria y generar un mejor cimiento de aprendizaje”, defendió Nora Reina, secretaria de Educación Secundaria. Con la ex Ley Federal se produjo una gran dispersión de planes de estudio, lo que ocasionaba que una escuela con la modalidad Economía no tuviera ni las mismas materias ni la misma carga horaria que otro secundario con la misma orientación.
La otra medida de importancia es que desaparecen del cursado obligatorio los Trayectos Técnicos Profesionales (TTP) e itinenarios formativos habilitados por la anterior Ley Federal que se presentaban como materias formativas dirigidas a un campo profesional determinado y que sumaban varias horas al cursado.
Reina señaló que si una escuela quiere mantener esa oferta de trayectos e itinerarios lo podrá hacer pero no será más de cursado obligatorio sino más bien “una formación complementaria, extracurricular y de carácter optativo para el alumno”, explicó.
En contra, a favor
Esta reforma significa para las escuelas más tradicionales y de grandes dimensiones, tener que “achicar” sus planes de estudio y la cantidad de horas que el alumno pasa en la escuela. El Litoral encontró tanto defensores como detractores de esta política.
Roxana Maulle, directora del Almirante Brown, opina que hay una reducción de la jornada escolar porque en esa escuela hay modalidades con cerca de 50 horas de clases. “Vemos una tremenda contradicción entre este achique y el debate sobre si la escuela tiene que ir hacia la jornada extendida. Por otro lado, entendemos que la ley generó un secundario obligatorio que tiene que apuntar a tomar medidas para la inclusión como son la unificación de títulos, jornadas y accesibilidad al nivel”, planteó.
Mónica Bejarano, directora de la escuela Normal, coincide con su par. “No veo positivo que la escuela tenga financiamiento y recursos humanos y deba reducir horas. Desaparecen los TTP y los itinerarios formativos y se van a reconvertir en ofertas complementarias y optativas, y ahí habrá que ver si los alumnos se inscriben. Para mí sería mejor que sigan siendo obligatorios”, consideró.
En la otra vereda, Alberto Roblero, director del Simón de Iriondo, ve con buenos ojos el límite a la cantidad de horas de cursado obligatorio. “Era muy difícil sostener un chico desde las 7.30 hasta las 15 horas, sin comedor escolar y con una gran dispersión de materias. Notábamos grandes dificultades”, argumentó.
Desde la escuela Domingo Silva, las autoridades Viviana Peralta y Silvia Moretti, destacaron que los itinerarios y TTP “se vuelven agobiantes en un punto para el chico”. Además, “no tenemos infraestructura para que el alumno esté todo el día acá”, dijeron.