“Los peronistas, como los gatos, cuando parece que nos peleamos, nos estamos reproduciendo”, decía Cafiero. Sin embargo, en esta ocasión hay una grieta profunda, dado que las estructuras de gobierno han sido copadas por el camporismo. Un signo de esa crisis fue el reciente paro nacional. Foto: Archivo El Litoral
El despectivo “bolsa de gatos” fue usado siempre por el peronismo para abaratar los intentos de ensamble de sus adversarios, desde la Unión Democrática para acá. En cambio, Juan Perón sorteó desde el verticalismo de su formación militar cualquier crítica de afuera en el mismo sentido y a las diferencias internas las bautizó “movimiento”.
Es probable que la estrategia de criticar los matrimonios por conveniencia de los demás y llamar reacomodamientos internos a los líos de la propia estructura haya sido la responsable de dos conceptos que han corrido de boca en boca en la sociedad, los que se repiten como verdades reveladas a la hora de contar la historia y de plantearse el voto: “Los peronistas tienen vocación fanática por el poder” y son los “únicos que aseguran la gobernabilidad”.
La picardía de la dialéctica también ayudó a fortalecer la alucinación colectiva. Aquel “los peronistas, como los gatos, cuando parece que nos peleamos, nos estamos reproduciendo” que popularizó Antonio Cafiero, va en la misma línea de promocionar al peronismo como algo imprescindible, reforzada en lo ideológico por el mismo Perón, a la hora de evaluar cómo perforó a los demás partidos la concepción Estado populista que predomina en la gente desde 1945: “Peronistas somos todos”.
En busca de un lugarcito en el mundo
A la larga, pareció tener razón porque todos los tanteos que se generaron en los últimos 70 años para sacar de órbita al peronismo, incluidas las diferentes incursiones del partido militar, fracasaron en toda la línea. El experimento de la Alianza ha sido, hasta ahora, el último escalón de varios hitos de rejuntes que siempre terminaron fortaleciéndolo.
Todas estas alusiones vienen a cuento porque en el remanso que el día a día de la economía le está dando a la política, aderezado desde la óptica del análisis por la entrega de las banderas económicas de la década que hizo el gobierno para aflojar las turbulencias de principios de año, todas las fuerzas políticas comenzaron a buscar su lugar en el mundo aún antes del Mundial de Brasil, para orejear desde ahora mismo la sucesión de Cristina Fernández.
Ya se han visto en la calle débiles encuestas, nombres que se han echado a rodar para medir fortalezas y galanteos entre algunos de los partidos, aunque de momento todo es tan provisorio que nada debería ser tomado demasiado en cuenta con algún grado de seriedad.
Con cierta cola de paja, muchos políticos de todas las corrientes han salido ya a convencer a los potenciales votantes sobre la importancia de lo que vendrá, una vez superada esta instancia de crisis. El facilismo del nuevo eje de todos parece que ha sido puesto en la maniquea separación entre el pasado y el futuro y todos tratan de mostrarlo así.
Lo económico, lo social y lo institucional
Lo cierto es que hoy coexisten varios conglomerados, uno desde la oposición política y otro desde lo empresarial, que se empezarán a unificar ya desde esta misma semana para marcarle la cancha al kirchnerismo, más allá de las dos notorias peleas que hay dentro del mismo peronismo que, por ahora, son de pura dispersión aunque, tal sus antecedentes, en algún momento pueden llegar a ser de unidad: la sindical y la política.
En el caso de los empresarios, el lunes por la tarde verá la luz un documento que, sin decirlo tan abiertamente, pretenderá poner en caja el gobierno en tres ejes de discusión: lo económico, lo institucional y lo social como resumen de los tres o cuatro encuentros previos que realizó el llamado Foro de Convergencia Empresarial, un grupo de 31 entidades “representativas del mundo empresarial, productivo y financiero al que adhieren, además, 7 entidades profesionales”, tal como definen la movida los propios hombres de negocios.
Los empresarios darán a conocer una proclama que pone en negro sobre blanco las bases que se proponen en cada una de las tres materias y todos ellos, se anticipa con mucha reserva, serán puntos de concordancia sobre políticas públicas para el mediano plazo que se pondrán a consideración de todas las fuerzas políticas como un programa común del empresariado para superar la recurrente historia de desencuentros, como una propuesta integradora que apunte al crecimiento del país, con generación de empleo e inversiones.
Para los tiempos de ostracismo que han vivido los hombres de negocios durante la década kirchnerista se trata de una saludable apertura, ante tanta permeabilidad que tuvieron muchos de ellos hacia los atropellos del gobierno, bajo el argumento de la necesaria supervivencia de las compañías.
Grietas más allá de las demandas básicas
En cuanto al peronismo y por el lado los gremios, tras el paro general y aún dentro de los más duros, existen grietas políticas o de metodología, pero también cercanías propias de las conveniencias de caja de todos los gremios (obras sociales), más allá de demandas comunes que tienen que ver con críticas al proceso inflacionario, las reivindicaciones paritarias o los reclamos por el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias.
En cuanto a lo que viene sucediendo en lo político-partidario, si bien la consigna de cualquier peronista de ley es seguir siempre al nuevo líder, existe ahora una diferencia esencial, aunque irreconciliable, tal como pasa con el agua y el aceite. Ocurre que en lo ideológico, las estructuras de gobierno han sido copadas por el camporismo, una variante mucho más profunda y dura del seudoliberalismo que impregnó a Carlos Menem, al que los peronistas se sacaron de encima chasqueando los dedos cuando olisquearon que Néstor Kirchner, una de sus apoyaturas en tiempos de los que nadie parece querer acordarse, tomó la posta.
Hoy, la cosa se presenta con muchas otras y graves diferencias que están partiendo el futuro voto propio peligrosamente, ya que hay en carrera una facción ultrakirchnerista con varios postulantes (Sergio Urribarri, Florencio Randazzo, etcétera), otras dos neokirchneristas (Scioli y Massa) y un cuarto grupo de peronistas más tradicionales (José Manuel de la Sota), sin contar con aquellos que se han corrido bastante desde hace algún tiempo conocidos como “peronismo disidente”.
Desplazar al peronismo y ver qué pasa
Existen cuestiones de cartel, desde ya, temas donde los personalismos juegan su partido, pero en todo caso hay varios dispuestos a declinarlas. Si el actual oficialismo finalmente suma esfuerzos y van casi todos juntos (“hay que sumar y no restar”, otra frase de Perón), aunque también allí la sociedad perciba que es una “bolsa de gatos”, para los que alientan la confluencia sería un desperdicio fragmentar el arco opositor. De esta misma forma, piensan inclusive los que creen que primero hay que desplazar al peronismo y luego ver qué pasa, aunque a los votantes les convendría saber primero de modo transparente cómo se van a dirimir las diferencias.
El martes, se dará un primer paso entre ocho partidos opositores de centro-izquierda con la conformación del Frente Amplio Unen de carácter nacional, cuya primera misión será avanzar hacia una primaria abierta que contenga a todos aquellos que tengan vocación presidencial y luego, de llegar al ballotage, sumar alianzas con otras fuerzas con afinidades institucionales.
Para converger en una fórmula común antes de todo esto, la idea de algunos legisladores del PRO es cambiar la Ley de las Paso para permitir colar como extrapartidario en la primera vuelta a un vicepresidente de esta fuerza, algo que el kirchnerismo por ahora resiste en el Congreso, pese a que según como se den las circunstancias de su propia interna le podría hasta convenir.
En todas estas cosas, están pensando oficialistas y opositores por estas horas, aunque no habría que descartar desgajamientos por derecha y por izquierda de ambos núcleos, inclusive algunos nuevos cruzamientos entre aquellos que hoy parecen opuestos. Total, como decía el general, no hay problemas, porque “peronistas somos todos”.