Enrique Cruz (h)
Nadie daba dos pesos por este equipo, algunos le auguraban un rápido e inevitable descenso y sólo un trasnochado podía suponer que este equipo que no se reforzó, que perdió jugadores y que trajo un técnico sin chapa, podía pelear el campeonato. Pero las cosas se dieron a la inversa de lo que muchos pensaban. Hoy, Colón se puede salvar sólo con el envión que trae —si saca seis puntos no dependerá de nadie y a lo sumo tendría que jugar un desempate con Quilmes si gana todos los partidos— y está a un punto de los dos punteros, habiendo sido dominador de la tabla del torneo Final en la mayoría de las 15 fechas de vida que lleva el torneo.
El fútbol argentino es apasionante y resulta, en consecuencia, el más competitivo del mundo por su paridad. Se podrán discutir niveles de juego o “excelencias”. Pero coincido totalmente con lo que señalaba el sábado a la noche el “Patón” Bauza luego del empate de San Lorenzo con Newell’s: “No coincido para nada con los que dicen que el torneo argentino es mediocre; es un torneo muy bueno, uno de los mejores del mundo y de una increíble paridad”. A algunos no les gustará. Y muchos dirán que es mediocre por esto de la masificación de conceptos tan propenso a lo que nos sometemos los argentinos. Porque muchos dicen que el torneo es mediocre, todos lo creen. Y nadie se da cuenta de que hay marcada paridad, mucha competitividad y que eso lo torna interesante e impredecible.
Dejando estas cuestiones de lado —discutibles como lo es todo en el fútbol—, la pura realidad matemática indica que a cuatro fechas del final y con 12 puntos en juego, hay nueve equipos que forman un lote en el que sólo hay cinco puntos de diferencia entre el primero y el noveno. Los dejo de lado a Boca y Vélez —a siete puntos de los líderes—, porque ellos mismos se “bajaron” de la lucha. Lo dijo el Turu Flores después del último partido: “Ahora, el único objetivo está puesto en la Libertadores”, señaló el entrenador de un equipo que, todavía, tiene que jugar con cuatro equipos que luchan por algo: Rosario Central, Godoy Cruz, Colón y San Lorenzo.
En Colón, todos siguen pensando —y está bien que así sea— en la tabla de los promedios. A Argentinos le sacó 12 puntos con 12 en juego (es uno que ya está condenado en función de la lucha con Colón); a All Boys le sacó 7 puntos (es casi decisiva, por más que el albo sólo tenga que enfrentar a uno que lucha en alguno de los frentes: Lanús). Y la diferencia real con Quilmes hoy es de 6 puntos. Si Colón saca 6, All Boys tiene que sacar los 12 para pasarlo y 10 para igualarlo. Se saca puntos con Argentinos y termina con Gimnasia y River, que pelean el campenato. No será fácil.
Con nueve equipos peleando el campeonato a cuatro fechas del cierre y con siete equipos luchando por no pertenecer al grupo de los tres que se van a ir a la B, el torneo argentino tiene otra vez un atractivo muy especial. Se dice que no hay figuras desequilibrantes, pero siempre alguien aparece. Por algo, la minimizada (por la falta de dinero) vidriera europea sigue mirando. Y a este plantel de Colón le pusieron el ojo varios. Y a nadie podrá sorprender que, una vez terminado el torneo, un par de jugadores emigren y generen un más que interesante ingreso a la tesorería del club. Y estamos hablando de jugadores propios, de esos chicos que tanto están colaborando para realizar esta inesperada campaña y que han surgido de las canteras de la institución.