Por Danien Monticelli
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Tuve la inmensa fortuna de ser uno de los tantos conocidos de Froilán González. Con él tengo varias anécdotas a través de haberme encontrado en distintos lugares donde se respiraba automovilismo deportivo. La que más recuerdo y la que pinta su forma de ser, me sucedió en el Gran Premio de Argentina de Fórmula 1 en el autódromo de Buenos Aires de 1995.
Por cuestiones profesionales y de trabajo tenía la necesidad de hacer algo que se destacara. Me propuse hacer dos notas: una con Bernie Ecclestone (algo extremadamente difícil, porque concede muy pocas entrevistas anuales) y la otra con Froilán González. Recurrí a varios amigos que me allanaron el camino hasta llegar hasta el mandamás de la Fórmula 1, quien me concedió una charla que en su momento se publicó en “El Litoral”.
Y con Froilán fue un poco de casualidad y mucho azar. Me enteré que estaba en el autódromo y fui en su búsqueda. Lo encontré en el patio interno de boxes, venía caminando presuroso junto a su hijo Julio. Fui a su encuentro y lo encaré: “Froilán, necesito hacerle algunas preguntas para “El Litoral” de Santa Fe”, le comenté. “Sí, m’hijo ningún problema... Si querés seguime porque a las 10 tengo una reunión con Jackie Stewart (triple campeón del mundo y dueño en ese momento del equipo que llevaba su nombre), porque quiere verme, viste”, me respondió.
El tema fue que de pronto me encontré en el medio del box Stewart con los González y los dos Stewart: Jackie y su hijo Paul. Con ojos humedecidos por la emoción, el mismísimo Jackie le dijo a Froilán: “Usted es un gran deportista y mejor persona, yo intenté seguir su camino. Jamás olvidaré lo que usted hizo por mí y hoy después de tantos años quiero mostrarle algo...” y sacó del bolsillo de su impecable camisa blanca, un pequeño papel. “Mire, le dijo Stewart a Froilán, “este es un autógrafo que usted me firmó cuando corrió el GP de Inglaterra, yo era muy pequeño y fui con mi padre a ver esa carrera y quería un autógrafo suyo y aquí está”, obviamente, ambos se confundieron en un fuerte abrazo.