En el merendero de barrio Favaloro cada vez son más las familias que buscan un plato caliente
Aumentó la demanda social por la grave crisis social. "Gotitas de luz" es el único merendero del barrio ubicado al norte de la ciudad. Asisten a 120 familias de la zona. Y necesitan donaciones.
Mary. La mujer junto a su hija, Milagros, su amiga Jesica y otros colaboradores, sostienen el merendero que alimenta a la barriada los fines de semana. Crédito: Flavio Raina
En el barrio René Favaloro el hambre tiene rostro. Es el rostro de los integrantes de las 120 familias, de entre 4 a 10 miembros cada una, que todos los sábados van al merendero "Gotitas de luz, imágenes para el alma" en busca de un plato caliente. Grandes y chicos. Van todos. Va la familia. El resto de la semana se las arreglan con lo que les dan a los chicos en la escuela y lo que los padres consigan en el día. La cosa se puso difícil, con una inflación que no encuentra techo, y en algunos casos poder comer parece ser privativo.
Todos los sábados sobre calle San José al 10.469 se forma la fila de gente con alguna olla o una botella descartable para llevarse una chocolatada caliente a la casa y compartirla en familia. "En el barrio se nota la necesidad de la gente. Antes teníamos 70 familias y ahora vienen 120", cuenta María del Carmen Pereyra, Mary; quien junto a su hija Milagros Aranda abrieron en su casa hace cuatro años el merendero "Gotitas". No les sobra nada. Pero lo dan todo. "A la necesidad la empezamos a ver más durante la pandemia", dice la mujer. "La gente no podía salir a trabajar y se quedaba sin comer", recuerda hoy Mary. "Por eso abrimos el merendero. Pero ahora la cosa se puso peor. Está muy duro. Ayer vino una señor y me dijo: 'Hace tres días que no como. No tengo ni pan para mi hijo'. Así que le dimos lo que teníamos", cuenta Mary, mientras que Jésica Aranda, otra de las voluntarias, agrega: "A veces nos vienen a pedir un paquete de harina, lo que haya. El problema es que si le damos a uno le tenemos que dar a todos. Y no alcanza. Por eso tratamos de sostener la merienda de los sábados, que es cuando los chicos no comen en la escuela".
Ahora también están tratando de brindar algún tipo de alimento los domingos. "El último domingo de cada mes hacemos una olla popular con guiso o lo que salga, o unos choripanes", cuenta Mary.
Sábados. Los chicos del barrio comen en la escuela durante la semana y reciben la merienda de "Gotitas" los fines de semana.
El barrio René Favaloro es uno de los últimos planes de viviendas del Estado. Son chalet con calles de pavimento y veredas arboladas. El 40 por ciento de los beneficiarios son personas con alguna discapacidad. Está detrás del predio del viejo Relleno Sanitario. Desde las calles se ve la montaña verde que esconde por debajo los viejos residuos de la ciudad. Limita al norte con campos de producción frutihortícola y cavas ladrilleras. A poco de allí está el límite de Santa Fe con Recreo.
"Por más que tengamos asfalto y casitas de material, este es un barrio de trabajadores del día a día", cuenta Jésica. "Muy pocos son trabajadores municipales o provinciales", mientras que el resto "viven de ferias o de lo que ganan en el día", dice. "Y si te llueve un fin de semana, se quedan sin comer".
Aprender a ayudar
Fue Milagros junto a su grupo de compañeras estudiantes de la facultad de Medicina de la UNL los que vieron la necesidad que había en el barrio y pensaron que tenían que hacer algo por la gente. "No teníamos experiencia. Entonces fuimos a hablar con una persona de Los Sin Techo (Andrea Cuevas), que nos alentó y nos explicó cómo teníamos que hacer las cosas. Nos dio el empujón que nos faltaba. Nos explicó que necesitábamos una olla, tantos kilos de harina, tantos de arroz, y así arrancamos. Hoy tenemos un horno y todo lo necesario para cocinar", cuenta Jésica.
Los cocineros hicieron un curso de manipulación de alimentos, "porque somos responsables de alimentar a más de 100 familias, y si las cosas nos salen mal terminamos todos intoxicados. Somos conscientes de nuestra responsabilidad. Y cocinamos lo mismo que comemos nosotros, no hacemos diferencia", cuenta Mary.
En cuanto al sustento, "recibimos donaciones de la gente. Cada uno arrima lo que puede", dice Jésica. También gestionaron la ayuda de Desarrollo Social de la Provincia. Para ello tramitaron la personería jurídica como asociación civil. Pero todavía no tuvieron éxito con la ayuda del Estado. Así que siguen dependiendo de la voluntad de la gente que dona.
Festejo postergado
"No pudimos festejar el día del Niño porque no teníamos qué darles a los chicos", cuenta Mary. "Entonces decidimos recolectar lo que se pueda y lo vamos a festejar el 9 de septiembre", dice. "Algunos nos trajeron caramelos, una de las abuelas va a hacer tortas para más de 100 chicos, y así iremos viendo qué les damos".
"Gotitas" tiene cuatro años de vida y es el único merendero del barrio. Pero además recibe gente de los barrios de la zona. Todos los sábados llegan vecinos de Altos del Valle, Nueva Esperanza, Nueva Santa Fe y hasta de Recreo. El merendero lleva ese nombre porque Milagros "pensó que podíamos llevar algunas gotitas de luz al alma de los vecinos, en medio de la pandemia, cuando reinaba la muerte y la desesperación", cuenta Jésica.
Donaciones. El merendero se sostiene con la ayuda de la comunidad y con el altruismo de los colaboradores.
"Cada sábado terminamos muertos de cansancio, después de cocinar desde las 11 de la mañana y atender a los chicos hasta las seis de la tarde. Pero a la vez nos vamos contentas, porque lo damos todo para que los chicos se vayan felices con, quizá, su único plato del día en la pancita", dice la voluntaria.
"En tiempos de política se abrieron siete merenderos en el barrio", cuenta Mary, en relación al período electoral. "Pero después cerraron. En cambio nosotros, que no pertenecemos a nadie, nos mantenemos como podemos, seguimos acá", dice orgullosa.
Pero también hay dolor. "El lunes pasado murió una mamá de cinco chicos, uno discapacitado. Su marido es albañil y cuando llueve no trabaja y no puede alimentarlos", cuenta Mary. "Hace dos años se nos murió un chico por desnutrición", sigue el relato. "Hoy su mamá está postrada con un ACV. Acá hay gran cantidad de vecinos con discapacidades -cuenta-. El 40 por ciento de los beneficiarios de estas casitas son personas con discapacidad. Pero no tenemos ni una garita para esperar el colectivo (Línea 11), no tenemos colectivos hasta el hospital Iturraspe y en las calles no se puede andar. Algunos choferes no suben a las personas discapacitadas porque no tienen la tarjeta. Decime ¿cómo hace una persona ciega o emiplégica para loguearse en la aplicación que le pide que mire la cámara y guiñe un ojo?", se pregunta con bronca la vecina. "¿Y cómo hace cualquier vecino para llegar al hospital Cullen si no pasa el colectivo?
Abrigos
Otro signo de estos tiempos de alta demanda social es el pedido de ropa. "Ante recibíamos donaciones de ropa y la gente no venía a buscarla. Ahora nos preguntan todo el tiempo. Ya no les importa si las medias son una de cada color o si las zapatillas les quedan grandes", cuenta Jésica.
Changas. Muchos vecinos del barrio subsisten con lo que consiguen en cada jornada. Crédito: Flavio Raina
"Con los otros merenderos de la zona nos vamos ayudando entre todos porque la situación está difícil. Nosotros estamos en contacto con el merendero de Cabaña Leiva y el del barrio El Abasto. Vamos viendo qué necesita cada uno y nos ayudamos -cuenta Mary-. Ellos están peor que nosotros -advierte-. El sábado festejaron el Día del Niño y se quedaron cortos de todo. No les alcanzó para todos los chicos que fueron".
Más allá de estos padecimientos, los voluntarios del merendero "Gotitas" apuestan a que el festejo del Día del Niño, el 9 de septiembre, sea lo mejor para los chicos del barrio. Y necesitan la ayuda de la comunidad (ver Cómo ayudar). Por eso apelan a quienes tengan algo a mano para donarles. El grupo de abuelos del barrio ya está preparando sorpresitas para los chicos y este sábado se van a juntar a armar los paquetes. Después vendrá la organización para celebrar la Primavera. Eso será el sábado 23. "Esto es sábado a sábado, gotita a gotita", dicen.
Cómo ayudar
Para colaborar con donaciones para el merendero hay que comunicarse al 342 548 2911. "Gotitas de luz" está en Facebook y en Instagram.
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