La identidad a través de la imaginación


La ausencia del padre, que se aleja de la casa por un viaje, pero que también es una figura sin peso en el relato, más la presencia de varias mujeres son los que marcan el presente de este filme cuyo centro es un niño, Camille (nombre apto para los dos sexos), que el día en que cumple 9 años presiente, siente y afirma que su madre es otra, y que quiere ir a "su casa". Más extraño todavía es que sepa la dirección y hasta el nombre (Paul) del hijo muerto dos años atrás del hijo de esa mujer ¿su hermano, su otro yo?

Camille tiene una cámara de video con la que filma todo y en su casa hay muchos elementos escenográficos, ya que su madre se ocupa de puestas teatrales. Estatuas, bustos y cuadros pueblan sus amplios espacios. Ella y su hermano, un médico que es el que más se aproxima a una presencia paterna, guardan en el sótano sus juguetes de infancia, por los que tienen un especial celo. La casa parece diseñada para que en sus amplios pasillos y habitaciones, la cámara de Raúl Ruiz pueda desplazarse en incontables planos y secuencias.

En el filme se instala desde el comienzo la dualidad. Hay dos madres, dos figuras paternas no concretadas, dos niños, dos discursos amparados en el teatro y el cine y también dos mujeres (la doméstica de la casa y la vecina de la otra madre), que actuarán como ejes de una ambiguedad que se instala a su vez como verdadero tema del filme: ¿cuál es cuál?, ¿dónde están los límites de la sensibilidad?, ¿todo fue así o pudo ser de la otra manera? En estas sanas dudas descansa todo el peso poético del filme.

El tono elegido por Ruiz pasa por el misterio. Importa poco saber cuál es la madre, pero mucho sentir la fuerza que pone cada una por serlo, mientras los hombres viven dependiendo de otras fuerzas. Para Camille todo tiene la impronta del juego, pero el juego en la niñez se transforma en la marca que llevaremos siempre, como les pasa a su tío y su madre. Por lo tanto estos juegos son muy serios y modificantes. Así, Camille sigue atentamente cada movimiento de los adultos y hasta los guía cuando le conviene.

La identidad de todas estas criaturas es lo que Ruiz pone a su vez en crisis, en un entramado en donde todos tienen que ver con todos. Presentar esta madeja de sentimientos, en donde cada uno juega su juego, sin que el espectador nunca pierda el sentido del relato, es sin duda un alarde de realización. Ruiz contó además con actores excepcionales, desde la inefable Isabelle Huppert, hasta la presencia mística de la inolvidable musa de Franjú, Edith Scob, pasando por su gran cómplice, el niño Nils Hugon. La inocencia tiene aquí abiertas todas las puertas a la imaginación.

"LA COMEDIA DE LA INOCENCIA"


("La comédie de i'nnocense", Francia, 2000); Dirección: Raúl Ruiz; guión: Francois Dumas y R. Ruiz basados en la novela "Un hijo con dos madres" de Massimo Bontempelli; fotografía: Jacques Bouquin; música: Jorge Arriagada; Intérpretes: Isabelle Huppert, Nils Hugon, Jeanne Balibar, Charles Berling, Laure de Clermont-Tonnerre, Denis Podalydes y Edith Scob; duración: 98m. Presentada por Primer Plano en Cinemark.

Juan Carlos Arch