Opinión: Legislatura provincial y desarrollo equilibrado
Por Dr. Diego A. Giuliano *

Con espacio de algunos años pero de manera infalible, aparece en el ágora política la tradicional discusión sobre la supresión de la Cámara de Senadores en el ámbito provincial.

Se responsabiliza al bicameralismo de "complicar" el tratamiento parlamentario y duplicar genéricamente las erogaciones presupuestarias.

Con relación a lo primero, la solución puede estar en la agilización del procedimiento de formación de leyes, según el trámite actual de la Constitución nacional. En cuanto a los gastos, advertimos que el costo de las Legislaturas provinciales no se relaciona con su composición, siendo las más caras algunas de las unicamerales (Formosa, Chaco o Tucumán), y entre las que menos gastan, otras bifurcadas como las de Mendoza, Catamarca o San Luis.

Si la debilidad del bicameralismo radica en su "duplicado costo", queda demostrado que tal debilidad no existe.

En la provincia de Santa Fe, cuyo Senado tiene origen 133 años atrás en la Constituyente de 1872, la bicameralidad se dirige a la búsqueda de un delicado equilibrio en la representación de los ciudadanos de acuerdo con su distribución en la geografía extensa y diversa de sus límites.

Este equilibrio territorio-población, que algunos profetizan a través del ambiguo sistema mixto alemán, no se restaura con la existencia de una sola cámara de composición mixta. Nada garantiza la consideración de la territorialidad en las decisiones políticas como la doble Cámara, pues permite que el tercio más uno de los representantes de una influya decididamente sobre la acción de los otros tres cuartos, haciendo que la mayoría de un voto de una Cámara baste para dar por rechazada una ley aprobada por la unanimidad de la otra.

Ello otorga a las departamentos y regiones, eficacia parlamentaria, peso específico e influencia para la defensa de sus intereses. Es ésta la nueva razón de la bicameralidad: la búsqueda de la equidad intraprovincial.

El dilema de nuestro tiempo es agudizar el proceso de centralización y periferia, o construir una provincia armónica, solidaria y plenamente integrada.

Nuestra arquitectura institucional provincial, devastada por la concentración del hecho económico, fracasó en el logro de un crecimiento igualitario para todos sus pueblos. Como resultado, el 54% de nuestros habitantes se concentra en los conglomerados Gran Rosario y Gran Santa Fe.

Salir del bicameralismo "simétrico", asignando materias distintas a cada cuerpo puede mejorar el desempeño del Poder Legislativo. La Cámara Alta debería especializarse en el diseño de políticas activas de descentralización, constituyéndose en cámara de origen para discutir la coparticipación provincial, crear Fondos de Inversión Regional y generar políticas diferenciadas de estímulo en áreas desaprovechadas. Ello convierte al Senado en un centro legislativo de elaboración intermedia y cooperación interregional.

Los Estados miembro de países federales como Brasil, México y Venezuela, poseen legislaturas unicamerales. En Estados Unidos, cada Estado tiene un sistema bicameral con excepción de Nebraska.

En Argentina, la solución es mixta: 8 provincias permanecen bicamerales y 16 distritos adoptaron la unicameralidad .

Decimos en favor de la doble Cámara porque contribuye a una decisión legislativa más reflexiva y oxigenada: el análisis duplicado de los asuntos ventila la discusión, permite el doble control y debate, y transparenta las deliberaciones.

La composición de la Cámara Joven ofrece una desigualdad notable entre los departamentos de mayor población como Rosario o La Capital y los Departamentos con menor número de habitantes. Ello se compensa a través de la constitución de la Cámara Alta, para la que se elige un senador por cada departamento. En la Cámara de Diputados, tienen preponderancia las zonas densamente pobladas. En la Cámara de Senadores, se consolida la representación geopolítica provincial.

Por ello, la supresión del Senado como "órgano paritario" consagraría un déficit o subrepresentación, a contramano de nuestras necesidades institucionales.

Vivimos una crisis de urbanización que significará la triplicación de las poblaciones urbanas en los próximos treinta años. Este fenómeno no es fatal y puede atenuarse con políticas activas de desarrollo local, mayor autonomía municipal, radicación de inversiones y fomento fiscal.

El desafío de la democracia actual es aproximarse cada vez más a la gente. No es tiempo de mutilaciones. Es hora de profundizar y recuperar el verdadero sentido del Senado local.

El unicameralismo nos retornaría a un viejo esquema de centralismo que menosprecia nuestra representación territorial, y ésta debe ser preservada, porque hace a la descentralización administrativa y económica a la que todos aspiramos, porque nivela el predominio de las grandes zonas urbanas con la representación de las zonas suburbanas y rurales, y finalmente, porque aproxima a los Legisladores al conocimiento más directo de las realidades locales, y ello jerarquiza la función del Poder Legislativo y profundiza los contenidos de la participación popular en la Democracia moderna.

* Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Profesor de Derecho Constitucional, Público Provincial y Municipal de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario.