Algunas décadas atrás, los carnavales y los bailes de la ciudad tenían, entre otros espacios, un lugar convocante. Ir a la sede de la Sociedad Alemana era parte de ese conjunto de costumbres santafesinas que ha ido mutando o desapareciendo con el transcurso del tiempo. Era uno de esos hábitos que hablan de la historia y la tradición de una comunidad, tan particular como el siempre vigente liso.
Parte de ese clima, que como telón de fondo guarda las calurosas noches del verano local, busca recuperarse en la chopería situada en General Paz 7073, en el norte de esta ciudad. Además de ser la casa de la Asociación Alemana de Santa Fe, es la sede de un comedor que, de unos meses a esta parte, se ha revitalizado.
"Lo que nos propusimos hacer no fue una chopería, sino un lugar típicamente alemán", remarca Sebastián Simez, uno de los encargados del renovado comedor.
Frente a esa meta, se creó una propuesta gastronómica nutrida de platos típicos, como el chucrut, los kassler, las variedades de salchichas y la papa alemana, cuya elaboración implicó un desafío.
"Encontramos que en Santa Fe había gente que sabía preparar platos alemanes, pero las materias primas básicas, que son los fiambres ahumados, no se producen en esta ciudad", cuenta Simez, quien, junto a cuatro amigos, tomó la posta de la concesión de este lugar en 2005.
"Nuestro plan era hacer un lugar alemán. Ya teníamos el nombre, estaba reconocido a nivel ciudad; la principal apuesta era hacerle saber a la gente que estaba funcionando de nuevo", destaca.
La zona de Guadalupe, especialmente durante el sofocante estío santafesino, se presenta como una bocanada de aire fresco cuando las altas temperaturas no dan respiro.
Grupos de amigos y familias enteras se acercan desde distintos barrios de la ciudad e, incluso, desde localidades vecinas, como Paraná y Esperanza, para disfrutar de "un liso o un chop bien frío".
"En la vereda hay espacio para unas 160 personas, cómodas. Todos los días se llena y, naturalmente, los viernes y sábados la concurrencia aumenta. En una noche calurosa se llegan a vender seis barriles de 50 litros cada uno". Lo que se traduce en cerca de 1.300 lisos.
"Creo que la gente viene aquí porque encuentra la opción de la carta alemana", apunta Simez. Como una premisa fundamental, se busca que, desde la misma elaboración hasta su presentación, las comidas marquen una diferencia y mantengan una impronta particular.
Concretamente, el consabido chucrut es preparado en Esperanza, cumpliendo el riguroso proceso de estacionamiento, que puede llevar hasta seis meses. "Tenemos una receta en la que le agregamos cebolla, panceta ahumada, papa rallada", puntualizan los responsables del lugar.
"Hacemos hincapié en los embutidos y, en especial, en las salchichas. Tenemos tres tipos distintos: la tradicional snack; una Frankfurt, más ahumada, y una verna que también es ahumada y está envuelta en panceta", detallan. A ese calórico y sustancioso menú, se suman los kassler, unas "costeletas de cerdo ahumadas, que se suelen servir con una salsa agridulce", y una famosa guarnición: la papa alemana. Sabroso manjar que respeta una histórica receta. "La papa se lava, se hierve con piel, después se pela, se corta en rodajas, se mezcla con cebolla, mayonesa y savora, y se le agrega una pizca importante de pimienta", más un secreto que la casa se reserva divulgar.
Otras opciones son las pizzas alemanas, que llevan "poco tomate, mucho queso y salchicha hervida"; sándwiches, los súper conocidos "carlitos", panchos y picadas, entre otras alternativas, para quienes buscan algo más familiar.
Como la estación del verano este mes inicia su retirada, Simez y su socio, Diego Guirado, ya proyectan cambios para la temporada invernal.
"Pensamos techar la galería para sumar otro salón, decorar con madera para acentuar el estilo arquitectónico alemán y cambiar la carta -revelan-. Vamos a agregar más platos de repostería y variedades de strudel, y pastas, para el que no quiera la comida típica".
En resumidas cuentas, la gastronomía es una de las más arraigadas expresiones culturales de la comunidad. Y si el nombre de la Sociedad Alemana se liga a una costumbre santafesina, la historia del lugar habla de tradiciones, despierta vivencias y remueve un pasado que parecía oculto.
Es así como lo expresan los jóvenes empresarios: "Nos encontramos con que hay en Santa Fe una colectividad alemana mucho más grande de lo que parece. Viene gente grande que nos dice: `Acá se casó mi hija', personas de cuarenta años que comentan: `Yo venía acá con mi abuelo'...".
El nacimiento de la Asociación Alemana se remonta al 1° de mayo de 1930, día en que se fundó como resultado de la unión de un grupo de deportistas con otro de cantantes.
El S�nger Quartett -que había sido creado el 26 de mayo de 1926- y la Deutscher Turn und Sport Verein -conformada el 5 de noviembre de 1928-, formaron al fusionarse la Deutscher Verein, conocida como Asociación Alemana, en esa zona de la ciudad que por entonces se veía casi despoblada.
La actividad cultural y social, desde aquellos años fundacionales hasta nuestros días, ha tenido un referente esencial en el Grupo Folclórico de los Alpes Junge Freunde Deutschland (Jóvenes amigos de Alemania), que desde el año 1969 mantiene vital el espíritu de la colectividad.
"Es importante proseguir la tradición, porque es una forma de mantener un pedacito de nuestros abuelos, de los inmigrantes", destaca Carlos Hitzler, presidente de la Asociación y director del cuerpo de baile.
En ese sentido, uno de los principales proyectos es revitalizar la biblioteca. "Queremos que no sólo tenga libros sino que cualquier persona pueda buscar datos de su familia, de aquellos inmigrantes que llegaron desde Alemania".
"Se dice que 2 alemanes forman una institución, 3 forman dos y 4 arman una liga de instituciones. Son de organizarse, es un hábito", dice Carlos Hitzler, presidente de la Asociación Alemana.
Liso: $ 1.30. La tabla típica, para 3 personas: $ 18. Platos típicos (variantes entre tres tipos de salchichas, con una porción de papa alemana y chucrut; kassler: entre $ 7.50 y $ 8.50.