Una positiva experiencia en Rosario

Las escuelas también se recuperan

Recobrar la matrícula que tuvo en su momento de esplendor es el objetivo actual del complejo deportivo Alberdi. Foto: Agencia Rosario. 

Padres de alumnos y maestros conjugaron esfuerzos para sacar adelante el complejo educativo Alberdi, que se encontraba en una situación casi terminal, después de la crisis económica de 2001. Entre los padrinos del proyecto, están Roberto Fontanarrosa y Leticia Cossettini.

Un grupo de padres y maestros de un colegio privado rosarino comenzó a gestionar un establecimiento que estaba cerca de la quiebra. Se unieron para salir de la crisis para no dejar caer un proyecto educativo.

La idea de los padres y docentes del complejo educativo Alberdi, de Rosario, era conjugar el verbo recuperar para "volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía" o "retornar a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil", como indican los diccionarios de su biblioteca.

A fines del año pasado estaban en una encrucijada que amenazaba con derrumbar un proyecto educativo "diferente" que se había gestado en la zona norte de Rosario desde hace más de 15 años. "Hoy se puede decir que cuando las fortalezas son más que las debilidades las crisis terminan siendo oportunidades de un futuro de cambio positivo", escribía una madre en una carta de lectores publicada en los medios de comunicación en diciembre pasado cuando el proyecto parecía que iba a "trastabillar y caer".

Pero como ocurrió con más de 180 fábricas y negocios en todo el país que fueron recuperados por sus empleados, el complejo educativo Alberdi fue "salvado" por un grupo de padres y maestros, que se unieron y se hicieron cargo del manejo de la escuela, luego de que los anteriores administradores se presentaran en convocatoria de acreedores ante la negativa de enfrentar el pago de los empleados, tras un éxodo importante de alumnos.

Teresa Urizar de Robins, una de las pioneras de este proyecto educativo, recuerda que se llegó a esta situación por "ciertos desmanejos administrativos y financieros" y por el fuerte impacto que provocó la crisis económica del 2001, que poco a poco derivó en que muchos padres empezaran a cambiar a sus hijos de escuela ante la imposibilidad de pagar una cuota.

Así, el Complejo pasó de tener 800 alumnos durante los '90, en los niveles de EGB y Polimodal, a reducir su plantilla de estudiantes a menos de 200 el año pasado. Tras el concurso de acreedores, los padres que se pusieron al frente de la crisis crearon una nueva asociación civil integrada por todos integrantes del establecimiento. Ahora, el Complejo tiene el espíritu de una cooperativa, aunque por cuestiones de formalidad legal no lleva ese rótulo. "Volvimos al viejo sueño que nació cuando se gestó este proyecto hace más de 15 años", señala Teresa, docente de las áreas letras, expresión corporal y danza, quien junto a Susana Rossi, psicopedagoga y terapista ocupacional, se embarcaron en esta aventura hace 15 años y ahora retornaron a las fuentes del sueño después de haberse alejado del Complejo por "algunas desavenencias ideológicas".

Origen y ocaso de un sueño

Hace casi dos décadas, Urizar de Robins y Rossi empezaron a notar que era necesario que en la zona norte de la ciudad existiera un proyecto educativo "diferente", que apuntara a una enseñanza que le diera un espacio más amplio a la creatividad y al espíritu científico, como había demarcado en cierta manera el Congreso Pedagógico que se realizó en abril de 1986 en el teatro General San Martín en Buenos Aires.

Estas dos educadoras, que ya en aquella época realizaban talleres de expresión corporal y rondas de diálogo en el barrio, empezaron a reunirse con padres que también estaban interesados en que sus hijos tuvieran una educación "más amplia y creativa". Ambas educadoras armaron el proyecto y realizaron un manifiesto que contenía la firma de medio centenar de padres, y que fue apadrinado por dos personajes ilustres del barrio: el escritor y dibujante Roberto Fontanarrosa y Leticia Cossettini, maestra pionera de la educación por el arte, quien junto a su hermana Olga llevaron adelante una obra magnífica en la escuela Carrasco, a pocas cuadras del complejo educativo Alberdi.

"Llevamos esta propuesta al Ministerio de Educación, donde hubo mucha aceptación, pero el problema era conseguir los fondos para solventar un edificio. Yo recorría la zona buscando casas y terrenos hasta que encontré una casona, que llamaban la casa de las cadenas, porque entre los vecinos se decía que durante la noche se escuchaban el ruido extraños", relata Teresa.

Las dos educadoras se contactaron con el dueño de esa vieja mansión -que había pertenecido a la familia Monserrat- pero el alquiler del edificio "era muy caro". Unos meses después Jorge Vidoletti accedió a ceder su inmueble -a cambio de una renta- y pasó a integrar parte de la asociación civil que quedó a cargo de la administración del emprendimiento educativo. Unos siete años después, Rossi y Urizar de Robins tomaron otro rumbo a causa de diferencias con parte de los representantes de la asociación que tuvo su época de esplendor a mediados de los '90 hasta que llegó su ocaso luego del 2001, cuando todo comenzó a desbarrancarse y se desató un conflicto con los docentes que terminó en la Justicia laboral.

Ante esta situación, con deudas endémicas con un centenar de maestros, los maestros del establecimiento difundieron una carta abierta en la que denunciaban que el colegio "fue vaciado mobiliaria y didácticamente en forma paulatina" durante el 2004 y 2005.

El conflicto gremial terminó afectando a los alumnos, ya que ante la falta de pago de los salarios los docentes se negaban a firmar los exámenes de fin de año. La crisis ahuyentó a los estudiantes y a sus padres y el Complejo quedó con 200 alumnos. Y la asociación civil se presentó a convocatoria de acreedores.

Recuperar y gestionar

Hubo un grupo de padres y maestros que se empeñó en recuperar el viejo proyecto educativo y no dejaron caer el complejo educativo Alberdi. A fines de diciembre, cuando el conflicto ardía, se acercaron a la escuela Urizar de Robins y Rossi, quien junto a una comisión de padres, presidida por María Rosa Ibaldi, pensaron cómo sacar a flote el emprendimiento educativo.

Tras la conformación de una nueva asociación civil comenzaron a buscar nuevas líneas pedagógicas para retornar a las fuentes y para generar de vuelta confianza entre aquellos que quieren enviar a sus hijos a la escuela. La nueva gestión cooperativizada ya sumó unos 100 alumnos en menos de tres meses y piensan que con una apertura a la comunidad el colegio va a salir adelante.

"Ahora tenemos que cortar con esta herencia pesada y recuperar alumnos y rescatar el viejo anhelo de una apertura hacia la comunidad", advierte Urizar de Robins, quien considera que este duro proceso sirvió para que recibieran gestos de apoyo de diferentes sectores, incluso el estatal. "Nos sorprendió gratamente que el intendente Miguel Lifschitz haya elegido esta escuela para inaugurar el ciclo lectivo en el Polimodal".

A los problemas financieros que enfrentan en el Complejo se suma que sólo reciben subsidios del Estado en el nivel del EGB. "La financiación de la escuela es casi totalmente de autogestión y dependemos exclusivamente del aporte de los padres", dice Teresa, quien ahora volvió a formar parte de la dirección del establecimiento.

Ahora, el Complejo incorporó talleres de idiomas, expresión corporal, danza y teatro para jóvenes y adultos. Y empezaron a realizar contactos con diferentes organizaciones del extranjero y de la Argentina para sumar apoyo a su cruzada. En abril próximo, la ONG internacional Pace e Bene Nonviolence Service realizará un seminario en la escuela sobre "el poder transformador de la no violencia activa", que será dictado Verónica Pelicaric, coordinadora de la institución en Latinoamérica

Un personaje

mítico de Rosario, Roberto "El Negro" Fontanarrosa, humorista, escritor, dibujante, creador de personajes como Inodoro Pereyra, Boogie "El Aceitoso", animadores de algunas de las historietas más populares de nuestro país, se encuentra entre los padrinos del complejo educativo Alberdi.

Agencia Rosario