SEÑAL DE AJUSTE
Comienza una nueva temporada
SEÑAL DE AJUSTE
Comienza una nueva temporada
ROBERTO MAURER
cultura@ellitoral.com
Los medios necesitaron de una fecha convencional para situar la apertura de la nueva temporada de televisión, y optaron por el lunes 2 marzo, aunque los cambios sean menos profundos que los del paso de una era geológica a otra. Si el día anterior, domingo, alguien medio dormido prendía el televisor y se encontraba con el título “Otra vez juntos”, podía creer que ya había comenzado la temporada. No se trataba de una nueva novela, sin embargo, sino de una vieja novela, interminable y repetida: las cámaras estaban pendientes del encuentro de la presidenta y el vicepresidente, a quienes el destino ha separado.
En realidad, por ser únicamente cámaras oficiales, el alerta pertenecía a los canales de noticias que, más interesados que en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, intentaban descifrar apretones de manos, besos, palabras, gestos, en fin, cualquier signo propio del sistema de efusiones del ser humano que, se sabe, excluye el acto de mover la cola, tan inconfundible y claro. En su ensimismamiento, los periodistas ofrecieron un análisis comparado entre el trato polar que Cristina brindó a Cobos, inexpresivo como un cajero de banco, con los mimos prodigados a su equivalente Fellner, el titular de la Cámara de Diputados.
Fue un alivio, entonces, que Crónica TV interrumpiera la transmisión mientras los otros seguían desde el Congreso, para ofrecer “Pórtese bien, sea animal”, el programa de mascotas que anima un simpático veterinario quien, ese día, mostraba perros entrenados para ayudar a seres humanos: los nobles animales bien pudieran en ese momento haber honrado con su presencia al recinto legislativo.
TRITRITITITITI-TITRITI-TITI
El lunes fue el estreno de “Canta conmigo Argentina” animado por la actriz Andrea Politti quien, luego de “Cuestión de peso”, parece haberse convertido definitivamente en conductora. Espontánea, sin los tics profesionales del conductor, a veces se tira al piso, justamente lo que no hacen los profesionales por sus limitaciones dogmáticas, y tampoco las señoras.
Son juegos basados en la música pop de lengua castellana donde confrontan dos equipos. Por ejemplo, deben adivinar el tema musical a través de su rítmica vocalizada con sílabas. El participante, al escuchar a su su rival diciendo “tritrititititi-titriti-titi”, tiene que responder “Las olas y el viento”.
Al repasar a Gaby, Fofó y Miliki, Sandro, Ricky Maravilla, Thalía, Charly y el Puma, se toma nota de la riqueza de un patrimonio musical que excluye, eso sí, al tango, la chacarera y las arias de ópera. El primer día rivalizaron dos familias y ganaron holgadamente los Bernst, que llevaron hasta la tía. Es un grupo familiar extraordinariamente histriónico uno no los querría de vecinos- que parecía venir del festival de San Remo o de un circo, y que aplastó y humilló a los Castro, una familia normal.
OTRO CONCEPTO, LA MISMA DENTADURA
Volvió RSM con cambios profundos de personal, escenografía y concepto, para alejarse de su formato original de “resumen de los medios” que se distinguía de sus pares por su escaso derramamiento de sangre. La conductora Mariana Fabbiani irradia esa simpatía ingenua que se expresa, principalmente a través de una dentadura llamativa. Se fue Maju Lozano, siguen Pérez, Tortonese y Rolón, y se sumaron Mariana Briski, Sebastián Soldano, Coco Silly y Carlos Barragán, un guionista ingenioso que, poco habituado a salir en cámara, todavía no consigue ubicarse en el tumulto.
Se añadieron juegos, sketches y una “parte seria” que ofreció un buen tratamiento del asesinato del florista y balín de Susana Giménez, enfocado desde la problemática gay. Del entretenimiento de un grupito íntimo, RSM pasó a convertirse en un monstruo de mil cabezas.
TRES MUJERES DE PROBETA
El canal oficial estrenó una ficción creada, dirigida y protagonizada por la absorbente Leonor Benedetto. Antes de la expulsión de Rosario Lufrano -acusada de albertismo-, ya estaba en preparación “Rosa, Violeta y Celeste”, los nombres de las tres protagonistas: la abuela (Carmen Vallejos), la hija (Leonor Benedetto) y la nieta (Agustina Cherry), cuya vida cotidiana se retrata. Viven en un departamento gigantesco y lujoso, de pasillos inexplicablemente largos, un desperdicio de superficie cubierta en un lugar donde el metro vale fortunas y que terminan por marear al televidente, expuesto a las caminatas de los personajes, que aprovechan esos viajes para reflexionar.
Rosa es una intelectual especializada en la temática femenina que conduce un programa de televisión. Atraviesa una crisis etaria pensando en un amante joven, mientras se consuela dialogando con el fantasma de su padre (Ulises Dumont, que murió de verdad poco después). Con la excusa de ofrecer una imagen vital de la vejez, hicieron de la abuela Violeta un personaje ridículo, en tanto que Celeste parece criada en otro planeta, o en Estocolmo: se vuelve caminando sola por la calles vacías, de noche, y se sube al auto de un desconocido borracho que, naturalmente, la viola.
Es un mundo artificial donde los problemas de las mujeres parecen elaborados en un gabinete. En un elenco de actores conocidos (Lito Cruz, China Zorrilla, Georgina Barbarossa) sobresale Katja Aleman, cuya reaparición con arrugas y todo, sin tratamientos estéticos, debe ser celebrarse. Ver a Katja Aleman comiendo sushi es algo que no se borra rápidamente de la memoria.
Mariana Fabbiani en la fiesta de los Martín Fierro. Ella es una de las figuras que se reiteran esta temporada.
Foto: Archivo El Litoral
Leonor Benedetto, protagonista de “Rosa, Violeta y Celeste”, la tira de Canal 7.
Foto: Telam