La peña y los géneros
La peña y los géneros
Seguimos con el tema de las peñas, su funcionamiento, la trama secreta que las sostiene y les da entidad y hasta incluso su carácter regulador en la sociedad. Sin peñas, todo sería más triste. La sociedad se despeñaría (cuac). La pregunta es: las peñas, ¿pueden ser mixtas? Esto se degenera.
TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO (nfenoglio@ellitoral.com). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI (lzewski@yahoo.com.ar).

Yo hice esa pregunta (las peñas ¿pueden ser mixtas?) y se armó un revuelo sólo destinado a las grandes noticias que sacuden este mundo. Juanma, áspero peñero de estirpe tradicional, escupió que si existieran esas peñas, él por lo menos no concurrió a ninguna. Es una declaración de principios que abre uno de los polos del debate: hay toda una biblioteca que dice que las peñas son de un solo género. Y esos tipos como Juanma, van más lejos: demasiado que tienen las chicas sus propias peñas (en realidad él dijo que “demasiado que les dejamos tener...” que es irremediablemente machista e irreal: cuando nosotros decidimos nada...), así que no nos rompan bien las peñas a nosotros, carajo (Juanma es mal hablado cuando se enoja).
Entonces esta línea del análisis del Derecho Peñal (se estudia en las facultades de derecho, los vagos la dejan para el final, como última materia: es piola) dice tajantemente que no: las peñas no pueden ser mixtas. Pueden ser de niñas o (no en función de equivalencia, sino alternativa:) o de niños.
Los que sostienen esta rama del derecho, aseguran que las peñas están para que los vagos se jacten de hazañas incomprobables, y que esa exclusividad admite groserías y escatologías varias, imposibles de sostenerse en una peña mixta o ante la sola presencia de siquiera una mujer. Y del otro lado, las chicas no podrían explayarse sobre lo yegua que es fulanita, sobre todo si el marido -que la tiene chiquita- está presente en la misma peña. Está claro que, en defensa de quienes defienden la peña unigenérica o unisexual, hay temas, cuestiones, intimidades, climas, complicidades que se pierden al abrirse la participación a personas de otro sexo.
Juliano dice que tiene una peña mixta desde hace cinco años y la pasa muy bien; Nachito, por lo bajo (cultiva onda orco de peña varonil y a estos renuncios o aflojes los desliza al oído, por las dudas) dice que hace rato que participa de una peña mixta de sostenido y agradable pasar. Marcelo aporta que las peñas mixtas son naturales en la primera juventud, cuando en patota te reunías con todo el curso sin drama y todos la pasaban bien. Después surgen las complicaciones: dos de ese grupo dejan de mantener espíritu colectivo y empiezan a cultivar la complicación del noviazgo, agravada luego por el matrimonio. Se han perdido dos integrantes de la peña para siempre, pues los señores pasan a otro bando y en todo caso esperan del otro lado que se vayan anexando nuevos traidores del grupo original.
Carito, por nombrar un caso cercano, era una calamidad para las peñas. Peñera profesional, tenía peñas clásicas de rancia participación exclusivamente femenina; tenía peñas sin hijos, peñas con hijos, peñas en casa, peñas en bares, peñas históricas y peñas nuevas y, por supuesto, peñas mixtas. Tan alto espíritu peñero, tanta irrefrenable vocación por la reunión con amigos o amigas, enquilomban por un lado la organización pero por otro inyectan una fe y una propaganda a favor de la continuidad, generalización y por supuesto mixturación de las peñas. Una verdadera promotora de ese micro evento que es una peña.
Así están las cosas: el jueves tengo una peña tradicional e irreductible con los vagos donde vamos a (ni) discutir el tema y donde ya tengo contundente respuesta anticipada. Y el viernes tengo una peña mixta. Para escuchar otras opiniones. Y de paso chupamos y morfamos de lo lindo. Pero el jueves es una cosa y el viernes otra: no hay que mezclar las cosas.