Sucesos: SUCE-01

Calvario de una víctima de la dictadura

Estuvo detenida desaparecida en el '76 en dos sitios no determinados de Santa Fe y Santo Tomé.


La actual senadora bonaerense por el partido justicialista Sara Dorotier de Covacho es santafesina -oriunda de Laguna Paiva- y vive aún hoy el cruel privilegio de haber sobrevivido a la tortura y otras infinitas vejaciones que le infligieran aquí, en nombre del Proceso de Reorganización Nacional. También carga con el inmenso dolor que significa haber perdido a sus hijos y otros familiares.

Hoy dialogamos con ella a raíz de la reactualizada investigación sobre la presunta existencia de uno o más centros clandestinos de detención, los que pudieron haber funcionado en nuestro medio y en la vecina Santo Tomé, porque fue en alguna de estas dos ciudades donde ella cree haber permanecido en cautiverio desde el 24 de marzo del '76, día del golpe militar.

Los dichos de la legisladora abonan las versiones periodísticas difundidas por medios periodísticos locales en ese sentido y son en un todo coincidentes con los testimonios ofrecidos a la justicia por otras personas que corrieron una suerte similar a la suya.

Cuando integrantes de la agrupación HIJOS exploran en el terreno para dar con uno de esos "chupaderos" en los terrenos donde estuvo emplazado el viejo Liceo Militar General Belgrano -ellos siguen una pista ofrecida por el ex diputado Edgardo Luna que hiciera pública el colega Maximiliano Ahumada-, la senadora dijo que es posible que hubiera sido allí donde permaneció privada de la libertad, pero no dudó al decir que también fue llevada a un sitio emplazado en Santo Tomé, ciudad a la que condujo una investigación propia de este diario en noviembre del '98.

La senadora que ahora aguarda el momento de ser citada para testificar ante la fiscal federal Griselda Tessio -lo que nunca antes había hecho en Santa Fe aunque sí en la Cámara Federal de La Plata en el marco del Juicio por la Verdad- recordó esta mañana los padecimientos vividos en carne propia y, los peores y más insoportables, sufridos por sus hijos, yerno y nuera, algunos de ellos desaparecidos en el Olimpo, otro en San José del Rincón y otros cuando viajaban a Paiva para reencontrarse con su padre.

Sara Dorotier de Covacho, (69) nos transmitió su atroz experiencia con la voz calma y serena de quien ha sufrido ya todos los padecimientos imaginables en esta vida.

Un patético relato


Recordó: `Salí de Devoto -la cárcel- y compré casa en Merlo, nunca volví a Santa Fe. Fui legalizada después de estar seis meses detenida, desaparecida. Fui capturada en el barrio de Guadalupe, en una casa de calle Güemes al 7000. Eso ocurrió en la madrugada del 25 de marzo del '76.

"Esta historia dolorosa nace con mi militancia justicialista y dentro de la Iglesia. Yo vivía en Laguna Paiva, pero mi hija vivía en calle Güemes, adonde llegué con mis hijos menores para acompañarla, porque había perdido a su esposo, en forma violenta el 1° de febrero del '76, en San José del Rincón. Se llamaba José Agustín Rojas y militaba en la JTP.

"Mi hija entonces tenía una nena de un año, así que llegué a su casa y me instalé con mis tres pequeños hijos. Eran tres y mi nieta, todos menores. Yo tenía seis hijos hasta que el día del golpe llegaron las fuerzas conjuntas, entraron en la casa y nos vendaron los ojos. Recuerdo que mi hija enmudeció en el acto, después, a mí me cargaron en un auto y me llevaron tirada en la parte trasera.

"Vendada y esposada me llevaron a un lugar que yo no conocía y allí permanecí un tiempo largo que no podría precisar. Recuerdo que ese lugar tuve que bajar una escalera, varios peldaños. Pensaba entonces de modo pueril: no me vaya a caer y me vaya a golpear, sin saber lo que me esperaba abajo. Cuántos días estuve no recuerdo, porque en todo momento fui torturada. Era un lugar húmedo, las paredes chorreaban agua. Allí hacíamos nuestra necesidades en el suelo y sólo nos daban un jarro con agua. Nos tiraban un pedazo de pan.

"Después, con el tiempo me trasladaron. Me llevaron a otro lugar, que podría ser la casita de Santo Tomé y por fin me blanquearon en la estación de tránsito de mujeres. En Santo Tomé, digo, por deducciones y por comparar mi experiencia con otras.

"Un día me trasladaron al Tránsito donde había detenidas por edictos policiales, pero también otras 20 ó 30 presas políticas. Ahí estuve como dos o tres meses. Me dieron ropa para ir al Tránsito, donde recién supe adónde estaba. Después me pasaron a la Guardia de Infantería Reforzada.

"El 14 de octubre del '76 fuimos en un avión Hércules a Buenos Aires, otra vez con los ojos vendados. En ese Hércules sé que viajaban embarazadas porque ellas lo decían, rogaban que no las maltrataran. Nos bajaron en El Palomar y a mí me esposaron con otra compañera que me dijo su nombre, Graciela Mayol, también santafesina.

"Recién entonces, al cabo de seis meses me pude comunicar con los míos y pude saber que mis hijos menores, estaban bien, con su padre. Recuerdo que allí vi a la compañera María Rosa Almirón de Cedrón, cuadripléjica a causa de la tortura y a otra más, Luisa Pereyra, traída de un campo de concentración, con apenas 35 kilos.

"Llegué a Devoto por mediación de monseñor Vicente Zazpe. Allí me dijeron en marzo del '77 `Vos salís gracias a un `pollerudo'. Bendito sea ese hombre".

El dolor infinito


Me quedé en la provincia de Buenos Aires, en Merlo, y allí empezó mi gran calvario. Lo que más me dolió fue la desaparición de mis hijos, que es lo que no cicatriza. Enrique Ramón Covacho era salesiano. Había salido del seminario para volver a la vida civil por mi situación. El compañero de mi hija, Eduardo Oscar Danielis de 26 años, médico veterinario y dirigente universitario de la UNL. Ellos quisieron ver al padre en Paiva y volvieron el 31 de julio del '77. Viajaron en un tren del Mitre y nunca llegaron a destino, tampoco volví a saber de ellos.

"Después de la desaparición de mi hijo yo entré en una depresión profunda, pero el 30 de noviembre del '78 sufrí otro golpe porque me llevaron a mi hijo mayor, Oscar Manuel Covacho, de 28 años, detenido en Ramos Mejía, por los grupos de tareas. Lo llevaron al Olimpo, pero previo a eso habían detenido a su mujer, María Elena Gómez de Covacho en su casa de San Antonio de Padua. Mis nietos, de dos años y cuatro meses, y un año el menor, Juan Martín y Leandro Covacho, fueron entregados a sus abuelos maternos. Pero los padres fueron llevados al Olimpo, por eso soy parte querellante en esa causa. Mi nuera y mi hijo mayor son desaparecidos. Tengo declaraciones de detenidos desaparecidos que cuentan cómo lo torturaron a él hasta que lo llevaron al Hospital Militar y cómo mi nuera desapareció en el último vuelo de la muerte".

Santo Tomé


En cuanto a su posible cautiverio en la Casita de Santo Tomé, nuestra entrevistada mencionó que poco y nada recuerda, aunque por los ruidos está segura de que estaba en el campo y próxima a una ruta, porque escuchaba el canto de los pájaros y el paso de camiones y automóviles".

Dorotier de Corvacho, quien recién denunció todo lo vivido en la Cámara Federal de La Plata, es coautora de la Ley del Juicio por la Verdad. Ella espera que Santa Fe tenga su propia Ley, y para ello interesó a legisladores y al propio gobernador de la provincia. Próximamente estará de regreso en nuestro medio para testificar en otras causas que son materia de investigación de la fiscalía federal a cargo de la doctora Griselda Tessio.

José Luis Pagés