Kyle y Laura, una linda parejita que planea la fiesta para celebrar su boda, está expuesta aquí a los incontables problemas que sobrevendrán luego de otra fiesta: la que los amigos del novio preparan para despedirlo de su soltería. El homenajeado se las ve venir, pero no puede rehusar la invitación y lo que allí sucede comienza a poner en peligro hasta el mismo casamiento, pues su novia, tan sensual como inquisidora, empieza a desconfiar.

Lo que sucede en esta despedida es bastante previsible, pero sólo hasta cierto punto. Abundan las libaciones alcohólicas, los nariguetazos a pura "blanca" y hasta un show a cargo de una bella asiática que tras mostrar sus encantos perece al mejor estilo bizarro. A partir de aquí comienza otra historia, liderada por el organizador de la fiesta que, para evitar problemas suma otro cadáver (un agente de seguridad demasiado curioso), y desde allí al delirio y a desparramar cuerpos en pedacitos.

Pero entre ellos comienzan a suceder otras cosas. La amistad se quiebra y cada uno empieza a pensar sólo en sí mismo, mientras que la gravedad de la situación hace que cada uno desnude atributos y reacciones imprevistas, y el "sálvese quien pueda" aparece como la respuesta más inmediata en todos. Sobre todo en Kyle, que lo único que lo obsesiona es imaginar y contener la reacción de su pareja y salvar la boda.

Peter Berg es un director debutante y que lanza aquí una apuesta riesgosa. Utiliza como estructura de su relato la imposibilidad de la identificación. Nadie podrá simpatizar con ninguno de estos energúmenos, por lo que de entrada renuncia a la complicidad del espectador que, por otra parte, se encontrará siempre con respuestas y acciones inesperadas, y una del mejor gusto. Por el contrario, Berg apela al exceso, desde el sonido a la imagen, para organizar su relato.

El resultado es una comedia negra total, en donde el único medio de compartirla es su propuesta estética y el destrozo sangriento que hace del sueño americano. Aquí no quedan títeres con cabeza, literal y simbólicamente hablando, y hasta su renegrido humor se agria, al exponerse tan descarnadamente las llagas humanas y sociales que, aunque a veces carezcan del contexto necesario, son evidentes signos de la descomposición de una sociedad. Christian Slater merece un elogio especial, junto a la increíble Cameron Díaz, tan bella como buena actriz.

("Very bao things", Estados Unidos, 1999). Dirección y guión: Peter Berg; fotografía: David Hennings; música: Stewart Copeland montaje: Dan Levental. Intérpretes: Christian Slater, Cameron Díaz, Jon Favreau, Leland Orser, Rob Brownstein, Jeremy Piven, Daniel Stern y Jeanne Tripplehorn; duración: 101m. Presentada por Ottone Producciones en el América.