Los protagonistas (Luppi, Dumont) son dos parias que, a lo largo de una vida poblada de zozobras, compartieron muchas cosas juntos. Uno es (o ha sido) un cantor de tangos de mala muerte y el otro, el bandoneonista que lo acompaña. Un día dieron el golpe capaz de cambiar el rumbo de sus respectivas existencias (y lo cambia, aunque no de la manera que ellos pensaban), robando una cantidad de dólares suficiente como para acabar con tantas ingratitudes. Sin embargo, la policía los apresó y, aunque el dinero nunca apareció (supieron esconderlo bastante bien), fueron condenados a treinta años de cárcel. Y en prisión siguieron compartiendo sinsabores, los propios del largo encierro, pero también algunos sueños a materializar el día en que recuperasen la libertad.

El filme los encuentra, precisamente, cuando terminan de cumplir esa condena, cuando vuelven a la calle, a una ciudad que ha cambiado (Rosario), como también han cambiado el mundo y la gente, incluyendo sus amigos de otros tiempos, que ya tienen otras cosas de que ocuparse y preocuparse antes que atender a dos pobres diablos a la deriva. Por lo tanto, no les queda más que esa amistad que, sin quererlo, fue estableciéndose entre ambos, hermanándolos cada vez más.

"Rosarigasino" repasa los aspectos de una relación instintiva, cimentada en medio de infortunios y fracasos comunes, de golpes arteros que dejaron huellas profundas en el cuerpo y, esencialmente, en el espíritu de cada uno de esos hombres. Nunca hubo traiciones ni desencuentros entre ellos, sólo una lealtad mutua e inclaudicable que, al cabo del camino, transitado es lo único que han logrado consolidar.

En ambos personajes, Ramiro Grande concentró su narración, su aproximación, a dos individuos anacrónicos, que se quedaron en el pasado, acaso por no estar emocionalmente preparados para asumir un presente conflictivo y, además, regido por códigos muy distintos de los que ellos conocieron. Y Federico Luppi y Ulises Dumont dieron a esos seres la necesaria vibración humana, y hasta un toque caricaturesco, recostándose sobre una pintura costumbrista que el joven cineasta plasmó con solvencia.

Argentina, 2001.

Dirección y guión: Rodrigo Grande.

Música: Ruy Folguera.

Elenco: Federico Luppi, Ulises Dumont, María José Demare, Francisco Puente, Gustavo Luppi y Enrique Dumont.

Duración: 90'. Presentada en Cinemark.