Política: POLI-02

"Cuando propuse la Ley muchos se rieron"

Reviglio dice que la mayoría de los justicialistas pensaban que la elección estaba perdida. Y que se terminó con el dedo y las internas sangrientas.


-¿Cómo surgió la idea de la Ley de Lemas, a quién se le ocurrió y por qué?

-Se me ocurrió a mí, pero ya era utilizada en Uruguay y en otras provincias argentinas. La decisión de implementarla tiene dos causas: en primer lugar había una larga historia de elección de candidatos a dedo, cosa que todavía ocurre. Hubo una época dentro del justicialismo en que ese dedo era el de Perón, pero aún así había gente que no lo aceptaba. Además, existían los congresos partidarios amañados, como los llamaba Perón, donde se pasaba a un cuarto intermedio para tratar de arreglar a las partes que no estaban de acuerdo.

Surgieron además las internas `encarnizadas' -para usar el término de aquella época- que le hacían mucho daño a los partidos y a la política en general. Además, y no me puedo hacer el distraído, iba unido a otro interés particular del justicialismo. Lo que sucede es que nosotros supimos hacer uso de la Ley de Lemas y otros partidos políticos de la oposición no; situación que ahora han revertido.

-Algunos testigos de aquella época dicen que la Ley de Lemas es una idea de Usandizaga y Malaponte, que usted aprovechó cuando se dio cuenta de que podía servirle para evitar la derrota.

-No es así. He sentido algunos compañeros decir que hubo un acuerdo entre Usandizaga y yo. Eso es una infamia total, porque mi relación con Usandizaga estaba total y absolutamente rota. Quiero que quede bien en claro que ni con el usandizaguismo ni con el radicalismo hubo acuerdo, ni conversaciones en ese aspecto. Sí hicieron un uso equivocado de la Ley de Lemas, porque sin ella el justicialismo perdía.

En el radicalismo había una pelea igual o mayor a la que había en el justicialismo, entre Usandizaga y Cáceres. Creo que la adhesión a la ley fue un acto antidemocrático y de soberbia de parte de Usandizaga, porque no quería llevar a la minoría interna del partido en su lista. Esa fue la única razón por la cual, sin tener ningún tipo de relación, algunos diputados del usandizaguismo la votaron y por eso se sancionó.

-¿Y cómo era el panorama dentro del justicialismo?.

-Había mucha gente que no quería la Ley de Lemas, incluso dentro de mi gabinete. Muchos decían que ya teníamos perdida la elección. Es más: algunos justicialistas en Rosario ya estaban hablando con gente de la oposición. Cuando la impulsé, muchos se sonreían.

-¿Por qué fue tan traumática la votación en Diputados?

-El justicialismo no tenía todos los votos y hasta algunos diputados se fueron de mi despacho prometiendo votar la ley a favor -como Barrionuevo, por ejemplo-, pero cuando llegaron a la Legislatura no sólo hicieron discursos y votaron en contra, sino que además armaron un lío fenomenal; pero la ley salió porque el radicalismo hizo su aporte. Caballero Martín objetó la votación y llevó el tema a la Justicia, pero no le hicieron lugar. Hoy la democracia progresista también tiene varios sublemas.

-¿Qué hizo cuando supo de la aprobación?

-Quien me dio la noticia fue el entonces fiscal de Estado, E. López, que ingresó a mi despacho y me dijo: "Te felicito, salió la Ley de Lemas". Entonces lo miré y le respondí: "Nunca hice esto en la vida. Vamos a brindar a cuenta, porque hemos ganado otra vez".

-A diez años de su sanción ¿cree que la ley perdió su espíritu?

-Con las leyes pasa lo mismo que con los productos farmaceúticos: deben pasar la prueba del tiempo. Lo que era bueno hace diez años atrás, hoy puede no serlo tanto. Lo que no se hizo fue modificarla. Quienes la defienden deben mejorarla. Cortar los atajos de algunos pícaros, que mezclan todo para que nadie sepa nada y que con una corrección desaparecerían automáticamente. Yo entiendo que se la puede mejorar sin necesidad de derogarla.

-Si bien las relaciones entre usted y Usandizaga eran malas y no hablaban, ¿no hubo funcionarios de su gobierno que se reunieron con él o con algún delegado en Rosario?.

-En Rosario, los rosarinos, políticamente, se reúnen todos con todos.

-Hay gente que aún hoy sostiene que hubo arreglo y que algunos diputados habrían cobrado 5.000 dólares por cabeza para levantar la mano...

-Son barbaridades, porque no pueden entender lo que pasó. Los que se oponían a la Ley de Lemas era la gente del justicialismo de Rosario. Tanto es así que después de que ganamos y antes de terminar su mandato, los diputados por las suyas derogaron la norma y aprobaron una reforma constitucional. Algunos lo hicieron porque el Lole había ganado en el marco de la Ley de Lemas y se sentían excluidos. Entonces le pedí a los senadores que no avanzaran, la dejaran como estaba y que el próximo gobierno decidiera qué hacer con ella.

"Santa Fe es peronista"


-¿Usted estaba convencido de que con la Ley de Lemas iba a retener la provincia?

-Santa Fe es históricamente justicialista; la mayoría de la población lo es. Desde 1946 hasta la fecha nunca perdió una elección a gobernador, salvo cuando no lo dejaron participar, en 1958, cuando ganó Sylvestre Begnis, y en 1966, que ganó Aldo Tessio. Y esta inclinación innata no iba a cambiar de un día para el otro. Lo que había era una gran bronca de las bases por las peleas internas. La verdadera ingeniería electoral era la de sumar sin mezclar, para evitar que estos votos fugaran hacia otros partidos.

-Las encuestas daban mal...

-Eran terroríficas. Cinco meses antes de la elección teníamos la mitad de la intención de votos que Usandizaga estaba arrasando. A nivel nacional dieron por perdida la elección. A mí me lo dijo Bauzá: "Víctor, ésta es una elección perdida. Vamos a luchar hasta el final, pero vamos a poner todo nuestro esfuerzo en Tucumán, porque a Palito le dan bien las encuestas".

Mi pregunta, que nadie sabía responder, era dónde estaban los votos peronistas. A mí me llamó la atención algo que ni Heriberto Muraro, nuestro encuestador, nos dijo, y sin embargo estaba bajo sus ojos: la columna de indecisos y votos en blanco le ganaba a la de Usandizaga. Entonces le dije a Muraro: "Acá están los votos peronistas. Daremos una pelea que sólo el tiempo dirá si ganamos. Si conseguimos volcar a la gente que sigue siendo justicialista hacia los candidatos que tenemos, no sé qué puede pasar". Pasó que le entregué el gobierno a otro justicialista. Y esta ley no sólo le sirvió a Reutemann, sino que también le sirvió a Obeid.