Titulares de Tapa: TAPA-01

Sorpresa, conmoción y caos
por los atentados en EE.UU.

AFP. TRAGEDIA. El horror se adueñó hoy en las calles de Nueva York.

Nueva York y Washington fueron los principales blancos de los terroristas. Nadie, hasta el cierre de esta edición, se había adjudicado la autoría de los ataques. El principal sospechoso es el millonario saudita Osama Ben Laden. No se conoce aún el número de víctimas, pero se presume que se contarán por miles.


El mundo entero reaccionó hoy con estupor a una serie de impresionantes atentados terroristas en Nueva York y Washington, que dejará miles de víctimas.

Inmediatamente después de que se anunciara que dos aviones desviados se habían lanzado contra las dos torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, los principales dirigentes del mundo interrumpieron sus actividades para expresar su horror y gran preocupación.

Superando cualquiera de las peores escenas que Hollywood ha imaginado sobre una catástrofe en Nueva York, Manhattan vivió hoy una pesadilla terrorista con imágenes escalofriantes de muerte y destrucción.

Tras la tormenta y el bochorno que vivió la ciudad el lunes en un día típico de final de verano, la jornada amaneció soleada con el ritmo estresante habitual.

Pero pasadas las nueve de la mañana, algo estaba mal, aunque al principio casi nadie sabía lo que ocurría.

Grupos de personas se arremolinaban en las aceras frente a los televisores de los escaparates o miraban al sur hacia el origen de una nube de humo.

"Dos aviones", comentaba minutos más tarde un viandante con información de primera mano que estaba en la Tercera Avenida, mientras desde la Quinta Avenida, la arteria de la ciudad, se podía ver cómo las Torres Gemelas, los dos rascacielos más altos de la Gran Manzana, ardían con llamas visibles a varios kilómetros.

Poco después, con caras apesadumbradas en las aceras, todos empezaban a conocer lo sucedido.

La pesadilla


La pesadilla empezó hacia las 9 hora local cuando un avión comercial, presuntamente secuestrado por terroristas, fue lanzado contra la parte superior de la Torre situada más al norte.

Dieciocho minutos más tarde, y cuando ya había dado tiempo a las cámaras de televisión de llegar al lugar de la tragedia, un segundo avión impactaba contra el edificio situado más al sur.

Dos impactos, dos incendios y dos columnas de humo que se fundían en una sola: las Torres Gemelas, que albergan el World Trade Center, uno de los centros financieros más importantes del mundo y uno de los máximos símbolos del capitalismo estadounidense, ardían sin remedio.

Al mismo tiempo, en las redacciones de todos los medios de comunicación y en la calle las informaciones se confundían con otras noticias acerca de más atentados terroristas repartidos por todo el país.

Mientras el miedo cundía en las Torres, donde muchos testigos relataban horrorizados cómo habían visto a muchas personas saltar desde las plantas superiores en un intento desesperado por huir de las llamas.

Cientos de agentes de Policía, médicos y bomberos trataban de rescatar a los heridos e intentaban evacuar las Torres Gemelas ante el temor de que la tragedia fuera aún mayor.

El derrumbe


Y así fue. Poco más de una hora después de que los aviones se estrellaran, los dos rascacielos se derrumbaban ante la incredulidad de todo el mundo: primero se hundió la situada más al sur, después la del norte.

Ana, una ciudadana española visiblemente asustada que no quiso dar su apellido y empleada de la banca J.P. Morgan, salvó su vida al ser desalojada de la planta décima de una de las torres unos minutos antes de que se desplomara.

Uno de los paisajes más reconocidos de Manhanttan, la línea del cielo que marcaba el sur de la ciudad, se desvanecía en apenas unos segundos y dejaba el polvo y las ruinas como únicos testigos.

Cuatrocientos quince metros de edificio, que albergaban 110 plantas y eran visitados por hasta 200.000 personas, desaparecían del cielo neoyorquino.

El alcalde de Nueva York, Rudoph Giuliani, expresaba después su temor de que el número de víctimas mortales "sea muy alto", pero nadie hasta el momento se ha atrevido a dar una cifra.

"Queremos rescatar cuantas personas sea posible. Se les está llevando a todos los hospitales", explicó Giuliani con visible excitación, mientras el ruido de las sirenas se apoderaba de toda la ciudad y desplazaba, por una vez, el murmullo incesante del tráfico y las obras que envuelven Manhattan a todas horas.

Nueva York, conmocionado como si se hubiera dado un fuerte golpe en la cabeza, entraba en el caos: los mercados financieros no abrieron sus puertas, los aeropuertos quedaron cerrados, los trenes de cercanías suspendidos, el metro interrumpido, los puentes y los túneles cortados, las líneas de teléfono saturadas y hubo momentos en los que cualquier comunicación con el exterior era imposible.

Manhattan quedó así aislada, quizá para intentar comprender mejor su dolor. (EFE-AFP).

(TODA LA INFORMACION EN INTERNACIONALES).