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Un gigante en retirada

Yves Saint Laurent marcó una época. Sus creaciones cabalgaron la fama y el jet set europeo lució sus modelos. En los primeros días del 2002 anunció su retiro del mundo de la moda, decepcionado con la gente que maneja el negocio y que privilegia intereses económicos antes que su arte. El 22 enero hizo su último desfile.


El diseñador francés, quien se retiró de las pasarelas a los 65 años, salió de la sombra de su mentor Christian Dior para convertirse en uno de los gigantes de la moda del siglo XX.

Saint Laurent redefinió la ropa de mujer con sus andróginos trajes de pantalón que se adelantaron al advenimiento del feminismo en casi una década.

"Siempre me opuse a las fantasías de algunos que satisfacían su ego a través de la moda. Al contrario, quise ponerme al servicio de las mujeres", dijo el solitario Saint Laurent a los periodistas en una emotiva despedida.

Siempre desafiando la corriente, el modisto desató polémicas con diseños como blusas transparentes, el esmoquin para mujeres y la chaqueta estilo safari, que se convirtió en un ícono e influyó en numerosos diseñadores.

"Me habría gustado inventar los blue jeans", dijo en una oportunidad Saint Laurent. "Tienen expresión, modestia, sex appeal, simplicidad, todo lo que espero tener en mis diseños".

A pesar de su gusto por la tela de vaquero, Saint Laurent se convirtió en un árbitro de la elegancia, al escamotearle el color negro al dominio de los trajes formales y convertirlo en un elemento de vestimenta informal.

También fue un colorista brillante, que conjugaba verdes esmeraldas con azules eléctricos y rojos carmesí en formas nunca antes vistas.

La actriz francesa Catherine Deneuve definió a la mujer Saint Laurent como una mezcla de frío refinamiento y ardiente sexualidad en la película de 1967 "Belle de Jour", al vestir diseños YSL en su papel de una mujer dividida entre su educación burguesa y sus eróticas fantasías.

Yves el solitario


Nacido en 1936 en el seno de una familia francesa de clase media en el pueblo argelino de Oran, Saint Laurent soñó al principio diseñar escenarios de teatro.

Una revista de competencia para diseñar vestimenta de moda lo llevó a París, donde se unió a la prestigiosa casa de Christian Dior en 1954.

Cuando el legendario diseñador murió inesperadamente en 1957, Saint Laurent tomó el control de la marca, a la edad de 21 años, y en 1962, manejaba su propio negocio.

Respaldado por su amante y socio Pierre Berge, Saint Laurent erigió rápidamente un imperio de moda de alcance mundial que incluyó la cadena Rive Gauche de tiendas de ropa lista para usar y su famoso perfume Opium.

Gracias a la abundancia de acuerdos de licencias, el logo YSL apareció en todo, desde relojes hasta zapatos, convirtiéndose en un sobrenombre del estilo francés.

En su apogeo, Saint Laurent compartió fiestas con estrellas como Andy Warhol, Bianca Jagger y el bailarín Rudolf Nureyev.

El diseñador generó un escándalo al posar desnudo para el fotógrafo Jeanloup Sieff para el lanzamiento de su fragancia para hombres en 1971.

Sin embargo, su adicción a las drogas y la depresión pronto hicieron mella en su salud. A los 30 años, el carismático modisto se había convertido en un solitario neurótico.

"He pasado por mucha angustia, por muchas guerras. He conocido el miedo y la terrible soledad", dijo Saint Laurent.

Al sentir que el diseñador estaba flaqueando, Berge lo convenció de vender la empresa al grupo estatal Elf Sanofi en 1993. Saint Laurent se mostró muy molesto cuando el grupo italiano Gucci tomó la marca en 1999.

A través de sus glorias y fracasos, Saint Laurent se mantuvo fiel a sus mentores, los gigantes de la moda Dior y Coco Chanel, al entender que su naturaleza frágil era la clave para su creatividad.

"Creo que no he traicionado al adolescente que mostró sus primeros bocetos a Christian Dior con una fe y convicción inquebrantables. Esta fe y convicción nunca me abandonaron", afirmó.

Un genio revolucionario


Saint Laurent dijo retirarse "no sin desgarro, porque los paraísos más bellos son aquellos que se han perdido", así resumió su visión de la moda, y lamentó que "ciertos" colegas la utilicen para satisfacer "los fantasmas de su ego".

"Yo, al contrario, quise ponerme al servicio de las mujeres, o sea, servirles, servir a su cuerpo, sus gestos, sus actitudes y su vida, quise acompañarlas en ese gran movimiento de liberación que conoció el siglo pasado", explicó el modisto tras 40 años de alta costura, provocación y sueños.

En el mensaje de varias páginas que leyó, Saint Laurent no obvió los difíciles períodos atravesados a lo largo de su vida, las numerosas angustias por las que pasó, "la prisión de la depresión y la de los hospitales", de todo lo cual "salí un día".

Pero "son los nerviosos los que fundaron las religiones y crearon las obras maestras y yo formo parte de esta familia", añadió el artista, para quien "lo más importante fue el encuentro consigo mismo".

"Siempre situé por encima de todo el respeto de este oficio, que no es completamente un arte pero que necesita de un artista para existir".

Un hombre agradecido


El modisto reunió a la prensa en sus salones del legendario número 5 de la Avenida Marceau para expresar también su gratitud a "quienes creyeron en él", como Christian Dior y Balenciaga.

También se dijo agradecido al multimillonario Francois Pinault, propietario del holding Artemis, del que depende "YSL Alta Costura", y del grupo "YSL Costura", gestionado desde el grupo Pinault-Printemps-Redoute por la firma italiana Gucci con los diseños y designios del estadounidense Tom Ford.

El encargado de cerrar esa primera y última conferencia de prensa ofrecida por Saint Laurent en 40 años de carrera fue su hasta ahora portavoz habitual, Pierre Bergé, cofundador de YSL, quien en 1999 negoció un acuerdo con Pinault, costoso para éste. El contrato precisaba que el monto fijado para compensar los "derechos intelectuales y otros" de los dos cofundadores de la firma, se reduciría a la mitad si Saint Laurent se retiraba antes del 31 de diciembre de 2002.

Tom Ford, el heredero


El norteamericano Tom Ford, de 41 años de edad, será el único estilista que firme Saint Laurent, vía el prÉt-‡-porter Saint Laurent Rive Gauche, a pesar de que Yves Saint Laurent no ocultó nunca que le tenía muy poca admiración.

Esta situación coloca de alguna manera a Tom Ford en posición de heredero, por ausencia, de una marca histórica, de la que encabeza los polos de creación y comunicación de YSL Costura, además de asumir la dirección artística del grupo Gucci desde 1994.

Admirador incondicional de Yves Saint Laurent, el texano busca su inspiración en el patrimonio de la prestigiosa casa.

Desde la silueta andrógina del primer desfile, homenaje a Betty Catroux, musa del modista, hasta la última colección, Africa, pasando por el lanzamiento de su primer perfume, "Nu", todo el trabajo de Tom Ford hace referencia a Saint Laurent, sin copiarlo.

Pero todo ello no convenció ni halagó al gran modisto. Yves Saint Laurent no asistió a ninguno de los desfiles del nuevo estilista de prÉt-‡-porter de la firma. Y lo que es peor, la única vez en que asistió a una presentación, en enero de 2001, fue a la de Hedi Slimane, su ex director de la línea masculina, que había pasado a trabajar con la casa Dior, propiedad del consorcio "enemigo".

La última noche


El 22 de enero, Yves Saint Laurent presentó su último desfile, una retrospectiva de sus mejores modelos con la que provocó una inusitada expectación y múltiples reacciones entre sus colegas, reacios a aceptar su idea de que la alta costura termina con él.

El modisto dio por cerrada su historia en las pasarelas con sendos besos a dos de sus mejores y más célebres amigas: su maniquí estrella favorita, Laetitia Casta, y la actriz Catherine Deneuve, ambas vestidas de esmoquin negro, como él. Lo acompañaban, además, unos 1.500 invitados que preseciaron emocionados el desarrollo del show y miles de personas que lo seguían desde afuera a través de pantallas gigantes de televisión.

Poco antes de ese triple beso histórico, Deneuve, la más fiel embajadora que haya tenido nunca una firma de alta costura, despidió a su amigo tomando la pasarela para entonar la canción de Bárbara "Ma plus belle historie d'amour c'est vous" (Mi más bella historia de amor es usted), seguida luego por Casta.

El lugar elegido para esta despedida, en la que participaron algunas de las más célebres maniquíes de la historia Saint Laurent, como Jerry Hall, Naomi Campbel o Claudia Schiffer, fue el Centro Georges Pompidou, en cuyo patio de entrada se instalaron podium y gigantesca pasarela.

Poco a poco, lentamente, durante más de una hora, a veces reuniendo sobre la pasarela cinco o más modelos, otras mostrando sólo uno, Saint Laurent fue desgranando los momentos que marcaron su historia y con ella la de la indumentaria femenina de buena parte de la segunda mitad del siglo XX, del vestido trapecio al esmoquin, la sahariana, el chaquetón o el traje pantalón.

El invierno del 79, inspirado en España; el del 76, en la ópera y el ballet rusos; o el del 77, en China, fueron algunos de los pases más aplaudidos de la noche, terminada en una gran ovación que culminó unos pisos más arriba, en la última planta del edificio, con una fiesta organizada para alejar la tristeza de esta despedida.