Deportes: DEPO-13

El Luna Park cumple 70 años con el boxeo


El 5 de marzo de 1932 fue inaugurado en forma oficial para veladas de boxeo el estadio Luna Park, "El Madison Square Garden del Sur", cuyo último dueño, Juan Carlos Lectoure, falleció en la madrugada del viernes por severas complicaciones pulmonares.

Dicho estadio se mantuvo como ineludible y colosal templo boxístico hasta 1987, cuando Lectoure, aduciendo un conflicto con las autoridades de la Federación Argentina de Box (FAB) y la Comisión Municipal de Boxeo de Capital Federal, decidió cerrar sus puertas con tal fin.

A partir de allí, con la sola excepción de la jornada del 2 de diciembre de 1989, sus instalaciones fueron destinadas a espectáculos de índole y naturaleza distintas. Casualmente, en esa noche de 1989, lo alquilaron para la realización del duelo entre Jorge Fernando Castro y Miguel Angel Arroyo, que el primero ganó con sensacional nocáut técnico en nueve rounds.

Bajo sus luces brillaron Pascual Pérez, Carlos Monzón, Horacio Accavallo, Nicolino Locche, Víctor Galíndez, Sergio Palma, Gustavo Ballas, Eduardo Lausse, Federico Thompson, José María Gatica, Cirilo Gil, Sandy Saddler, Archie Moore, Kid Gavilán, Emile Griffith, Carlos Ortiz e Ismael Laguna, entre otros grandes del boxeo mundial.

El alma del Luna Park


Como destacara El Litoral en su edición del viernes pasado, el fallecido ex promotor Juan Carlos Lectoure (Tito), fue durante mucho tiempo sinónimo de Luna Park y -por esa misma razón- uno de los máximos referentes del boxeo de Argentina.

Tito había nacido el 10 de junio de 1936, y en 1950 heredó de su tío José "Pepe" Lectoure la posibilidad de conducir el estadio Luna Park, verdadero palacio de los deportes de Argentina, ubicado en Corrientes y Bouchard de Capital Federal, abierto por primera vez el 6 de febrero de 1932, para un baile de carnaval.

La empresa Luna Park SA era una sociedad del tío de Lectoure con Ismael Pace, iniciada oficialmente el 13 de abril de 1924 con la construcción de la sede de Corrientes 1066. A partir de 1956, Tito empezó su derrotero en las lides de la promoción pugilística, organizando su primera cartelera por sí solo, bajo la tutoría de su tía Ernestina, copropietaria del inmueble en un principio.

Acostumbrado a convivir con la rutina del gimnasio y los entrenamientos, el joven y emprendedor promotor, que alguna vez llegó a guantear con el enorme Archie Moore -de campaña por rings de Argentina y Uruguay entre 1951 y 1952-, se dio el gusto de organizar desde aquella fecha hasta 1987 24 peleas por títulos mundiales, 18 por cetros sudamericanos y otras 87 por la disputa de alguna faja nacional. Trece de los campeones mundiales argentinos llegaron a combatir, directa o indirectamente, bajo su representación.

Nominado para el universal Salón de la Fama de Canastota (EE.UU.) en el año 2000, su nombre aparece desde 2001 entre los miembros del selecto grupo en calidad de No Practicante o "no participante". Desde 1956, las elecciones del "Hall of Fame" son secretas y Argentina sólo cuenta con tres seleccionados en cuarenta y seis: Carlos Monzón (1983), Pascual Pérez (1995) y Lectoure.

De acuerdo con la opinión de los especialistas, la rueda inescrutable de votación daría su pasaporte en pocos años a los inmensos gladiadores Víctor Emilio Galíndez y Santos Benigno Laciar, dándose por descontada la inclusión de don Amílcar Brusa, una vez que éste "cuelgue los guantes" y pase a retiro, algo que suena a imposible, conociendo la capacidad de trabajo del eterno maestro, aun con casi ochenta años de edad.

Y Brusa, precisamente, debió dar comienzo a un larguísimo exilio deportivo, cuando rompió relaciones con Lectoure hacia el final del estupendo reinado de Carlos Monzón. Amílcar por aquellos años expresó: "Me peleé con Lectoure y parece que me hubiera peleado con todo el país".

Las otras grandes controversias de Tito fueron con Oscar "Ringo" Bonavena -que en su momento exigió a Lectoure derechos televisivos que el Luna Park jamás pagó-, y Julio E. Vila, periodista que nunca aceptó entradas de favor a cambio de las adulaciones de turno -como otros conspicuos colegas-, y tenía el ingreso prohibido al estadio.