Todavía está fresca la bronca del hincha de Colón por el partido que se dejó escapar el sábado ante Lanús. Pero mañana se encontrará con un ambiente similar aunque potenciado, porque la eliminación de la Copa Sudamericana hizo estallar una crisis en Gimnasia que desnudó divisiones en el plantel e internas que han resquebrajado la necesaria unidad que debe existir en un grupo que pretende lograr objetivos deportivos.

En cuanto a Colón, el disconformismo de la gente fue destinado a los jugadores, principalmente, y a decisiones equivocadas del entrenador en el momento de efectuar los cambios.

En este aspecto, Bauza no puede deslindar su responsabilidad por lo ocurrido. Su equipo ganaba 2 a 0 y faltaba poco para el final. Había que tener la pelota y frenar el ritmo del partido, impidiendo así que Lanús se acercara al arco de Irigoytía. Y además, tenía un hombre más en la cancha. Sin embargo, el técnico sacó a los dos jugadores que podían cumplir ese requisito de tenencia de la pelota (Delgado y Parodi), dejó a Migliónico (otro con esas características) en el banco, y terminó jugando con cuatro mediocampistas de corte defensivo en el medio y los dos delanteros que quedaron aislados del resto del equipo y sin posibilidades de recibir la pelota. Que Parodi y Delgado le pidieron el cambio es verdad, pero podría haber armado otra cosa para evitar lo que después vino, más allá de que hubo equivocaciones defensivas groseras que permitieron dos goles de cabeza en apenas tres minutos y por parte del mismo jugador.

Pese a ello, Bauza confía en los mismos jugadores y mantiene el esquema para enfrentar a Gimnasia. Pidió mayor firmeza a la hora de marcar ("no me interesa para nada ganar el fair-play", declaró el técnico sabalero durante la semana) y será necesario que la dupla Delgado-Parodi funcione para que Carignano no tenga que jugar en la soledad a la que habitualmente se lo obliga cuando el equipo juega de visitante.

A propósito, éste es uno de los requisitos vitales que buscará Bauza en este partido: cambiar la imagen de irregularidad que identificó a Colón, comparando las producciones como local (la mayoría de ellas convincentes) con las de visitante (casi todas en un pobrísimo nivel).

El controvertido presente futbolístico por el que atraviesa Gimnasia, agravado por una campaña muy floja en el torneo local y agudizado por la eliminación en la Copa Sudamericana, tuvo ayer un capítulo inesperado, con un entrenamiento por demás violento.

Todo sucedió en el último entrenamiento, con algunos jugadores que optaron por salir de la práctica ante el clima tenso que se generó y la falta de decisión de Ramaciotti por frenar esa situación.

Además, quedó flotando en el ambiente una suerte de división en el plantel, la que corporizarían por un lado los que llevan más años en el club, y por otro, los que llegaron este año a Gimnasia y están mucho más cerca, en la relación, con el cuerpo técnico, por su conocimiento previo.

Se habla de un incidente entre Sanguinetti y Goux en La Paz, desmentido por los protagonistas, además de una discusión subida de tono entre Olave y Esteban González en Salta, cuando Gimnasia jugó ante Boca; del choque entre Choy y Pablo Rodríguez en la práctica de ayer, y de las declaraciones de Goux, "mandando en cana" a sus compañeros por errores tácticos cometidos en los últimos partidos.

Con este clima de división interna y de rumores de alejamiento de Ramaciotti a fin de año, Gimnasia recibirá a Colón a horas de haber sido eliminado de la Copa Sudamericana.