Opinión: OPIN-01

Lecturas del comicio


Todavía es apresurado hacer un balance definitivo de los resultados comiciales de la víspera, pero las líneas generales del proceso permiten observar tendencias. En cuanto al acto electoral en sí, es digno de destacar el clima de participación ciudadana, orden, limpieza y rapidez del escrutinio general, hechos palmarios que refutan los rumores previos acerca de fraude, desórdenes y violencia.

En principio hay que señalar que un porcentaje cercano al noventa por ciento de los votantes se inclinó por opciones democráticas. Las diferencias políticas o ideológicas de los cinco primeros candidatos funcionan en el contexto básico de adhesión al sistema democrático y respeto a sus reglas del juego. Es más, si se tiene en cuenta la calidad y orientación del voto se concluirá que valores tales como la gobernabilidad, la estabilidad económica y la seguridad jurídica han sido -con los matices del caso- los dominantes.

El llamado "voto protesta" quedó reducido a su mínima expresión. La fragmentación del electorado, registrada por los observadores como un dato negativo, no ha debilitado al sistema; por el contrario, lo ha hecho más pluralista y participativo. Los votos hacia la izquierda leninista apenas superan el dos por ciento del padrón y las preferencias hacia variantes autoritarias de derecha también han sido mínimas, datos incontrastables que permiten afirmar que los grandes perdedores han sido los sectores antisistema que promovían el no voto y el "que se vayan todos".

Los votos sumados de los tres candidatos justicialistas superan el sesenta por ciento, pero sería un error pensar ese resultado con criterios clásicos, ya que uno de los rasgos distintivos de esta nueva etapa es la crisis de identidad de los partidos tradicionales en sus dos variantes conocidas: el radicalismo y el peronismo.

Con respecto al peronismo, las diferencias entre los candidatos hacían prácticamente imposible la cohabitación bajo la misma sigla. En este sentido, el distingo entre Carlos Menem y Néstor Kirchner va más allá de una interna partidaria, para expresar en la actualidad orientaciones sociales y políticas divergentes. Más que una disputa entre peronistas, los comicios del domingo 18 de mayo darán lugar a la confrontación entre una versión de centro derecha y otra de centro izquierda, traducidos estos paradigmas a la particular realidad nacional y ubicados en el marco de la cultura populista en la que ambos abrevaron.

Respecto de esta distinción, es importante advertir sobre la exigencia -que ambos candidatos enfrentan- de ampliar el espectro de alianzas sociales y políticas. Si bien Kirchner y Menem se esforzarán para ganar el voto peronista, tratando de presentarse como los verdaderos herederos de Perón, en un plano más amplio, ambos candidatos tratarán de atraer el voto independiente que, como la experiencia demuestra, hoy es definitorio de una elección.

En otro nivel de análisis, hay que decir que los grandes protagonistas de la jornada fueron Ricardo López Murphy y Elisa Carrió, representantes de partidos nuevos y en expansión. Ambos provienen del radicalismo y debieron romper con el tradicional partido para poder expresarse. Sus logros comiciales ponen en evidencia la profundidad de la crisis de la UCR, incapaz de contener -a derecha e izquierda- alternativas renovadoras, lo cual se tradujo en la peor elección de la historia del partido centenario.

López Murphy realizó sin duda una brillante elección, a pesar de que los votos obtenidos no le alcanzaron para ingresar al ballottage. Sin aparatos partidarios ni recursos extraordinarios y con el apoyo de algunos partidos provinciales, el candidato de "Recrear" obtuvo un tercer lugar en las preferencias del electorado, con performances notables en algunas provincias y una impecable victoria en Capital Federal.

Un discurso de corte liberal; moderado, racional y apuntando a los problemas reales del país, fue la clave de esta adhesión de cerca de tres millones de votos. López Murphy no ganó, pero ha quedado fortalecido para construir, a partir de este resultado, una vigorosa y pujante fuerza política con capacidad para arbitrar y controlar a quienes gobiernen, y presentarse como alternativa a mediano plazo.

Por su parte, Elisa Carrió logró también excelentes resultados en los principales centros urbanos de la Argentina. Sin aparatos partidarios y prescindiendo de grandes gastos publicitarios, la candidata del ARI logró convencer a un porcentaje significativo del electorado acerca de la viabilidad del "voto moral", uno de los ejes centrales de su campaña.

En nuestra provincia, Carrió se impuso en Santa Fe y Rosario, y si bien no logró ganar en todo el territorio, su irrupción política colocó en un primer plano los límites y debilidades de los dirigentes que optaron por Kirchner o Menem. Además coloca en un lugar incómodo al gobernador Carlos Reutemann, cuya posición "prescindente" fue percibida por los analistas y la gente como de apoyo a Carlos Menem.

Territorialmente, Menem ganó en la mayoría de las provincias del centro y noroeste, mientras que Kirchner se impuso en las provincias del sur y en el poderoso territorio de Buenos Aires con el explícito respaldo del presidente Eduardo Duhalde. Por su parte, Rodríguez Saá hizo una buena elección en Cuyo, aunque su fracaso en el cuadro general será difícil de digerir para el puntano.

Los tres candidatos peronistas se impusieron en sus territorios por cifras que superan el ochenta por ciento de los votos, lo que demuestra su representatividad, pero también el ejercicio de liderazgos personalistas y arcaicos que no dejan demasiado margen para la disidencia, hegemonías que tienden a la cronicidad y, en más de un caso, recuerdan a los comicios paraguayos en tiempos de Alfredo Stroessner. En este sentido, Santa Fe se ubica en las antípodas, con una masa de votantes independientes muy significativa que se expresa en altos niveles de libertad "real" y una poco común horizontalidad política, económica y cultural de los electores.

En el transcurso de la semana se conocerá con más precisión la evolución de los mercados y tanto Menem como Kirchner se verán obligados a explicitar sus propuestas sociales y económicas. En sendos casos, los candidatos deberán ampliar el arco de alianzas que los ha sustentado hasta la fecha y para ello deberán introducir algunas variantes en sus respectivas ofertas.