Rosario (C).- Elisa Carrió fue la gran triunfadora de las elecciones presidenciales en Rosario. La candidata del ARI no solamente aventajó por un margen amplio a sus competidores sino que prevaleció en un territorio hegemonizado hace 13 años por el socialismo. Que había rechazado, pese a las coincidencias genéricas, aliarse con su nucleamiento hace cuatro meses.

El ARI obtuvo el 31,88 % de las voluntades en Rosario. Con ese guarismo de 201.000 votos superó al segundo, que fue Carlos Menem, por casi 50 mil sufragios. Tercero entró López Murphy y cuarto fue Néstor Kirchner.

Pero la nota de atención política de la jornada local fue que los rosarinos no reconocieron como opción a la fórmula Alfredo Bravo-Rubén Giustiniani, que fueron los nominados del partido que gobierna la ciudad desde 1989. Este binomio obtuvo 14 mil votos, apenas el 2,37 % de los votos, con lo que arañó un lejano sexto puesto entre las preferencias.

El tono aplastante de la victoria de Carrió en Rosario consolidó la preferencia marcada de la ciudad por las ofertas políticas de centroizquierda. En ese sentido no hubo un corrimiento ideológico. Pero la dirigencia del socialismo que encabeza Hermes Binner no tuvo nada que celebrar. Es que en enero este partido había archivado el proyecto de una alianza con el ARI y la elección mostraba que no hubo trasvasamiento ideológico de votos: solamente de sello.

Fue la primera vez, desde 1983, que en Rosario gana un candidato a presidente distinto del que se impone en la elección nacional. En el departamento Rosario no alcanzó el aparato justicialista para acomodar las chances de Carlos Menem, que entró segundo, pero casi a ocho puntos de Carrió. La oferta del PJ sumada alcanzó el 42 por ciento pero las variantes allí agrupadas son lo suficientemente heterogéneas como para reconocerle poco más que la chapa partidaria como atributo común.

Una marcada decepción por los resultados se notaba anoche en el campamento de Ricardo López Murphy donde campeaba una mayoría de demoprogresistas. Aunque conquistaron el tercer puesto en la ciudad la expectativa de llegar al segundo turno había congelado el optimismo. El radicalismo rosarino, que siempre tuvo en Rosario su bastión provincial, esta vez fue una sombra previsible. El voto para Leopoldo Moreau lo confinó a un lejanísimo séptimo puesto.