Otro grupo de familias permanece en dos salones y carpas de la hermana Diosilda. A dos meses de la catástrofe, el panorama allí es desolador: el agua barrió ranchos y tumbó casas precarias de material. Todavía hay agua acumulada en los terrenos más bajos y en las cavas formadas por la acción de los ladrilleros en su afán de conseguir tierra. Son muy pocas las familias que pudieron regresar a sus viviendas.