Opinión: OPIN-03 Ni caviar ni champagne
Por Alberto Galeano


No hay caviar ni champagne en la mesa del presidente George W. Bush, cuatro meses después de la caída del presidente iraquí, Saddam Hussein, aún ni siquiera fueron encontradas las supuestas armas de destrucción masiva que sirvieron de excusa para la invasión de Irak.

No hay festejos y Saddam está vivo en algún lugar de Irak, de acuerdo a una serie de mensajes grabados que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) se tomó el trabajo de comprobar que eran auténticos.

Hay, en cambio, una gran preocupación por la posible implicancia de fuerzas de la red Al Qaeda, apoyadas por militantes de Siria, Arabia Saudita y Yemen, entre otras naciones, en el reciente atentado contra la Embajada de Jordania en Bagdad.

El hecho, que dejó al menos 11 muertos y más de 60 heridos, considerado el peor acto de violencia luego de la guerra, se cree que es una represalia por el apoyo brindado por el rey jordano Abdullah a Estados Unidos para derrocar a Hussein.

Después de que el presidente Bush proclamara el fin de las principales operaciones militares, el pasado primero de mayo, todos los días un norteamericano muere en Bagdad, y los iraquíes viven en un ambiente de desorden y caos, en medio de las tareas para encaminar a un país devastado por los bombardeos aliados.

"Estamos progresando", afirmó Bush desde su rancho en Crawford, en el Estado de Texas, y repitió que Estados Unidos piensa quedarse todo el tiempo que considere necesario para encaminar a Irak a un gobierno democrático, tal como lo entiende la Casa Blanca.

Sus declaraciones, de un tono moderado, fueron formuladas en momentos en que el porcentaje de aceptación a su gestión descendió del 74 al 54 por ciento, según algunas encuestas.

Pero las críticas arrecian no sólo a Bush sino también a su fiel compañero en la contienda, el primer ministro británico, Tony Blair, en medio de un creciente rechazo de los británicos al presidente estadounidense, luego del reciente suicidio del experto en desarme David Kelly.

Crece el rechazo


Día a día, crece el rechazo a las fuerzas de la coalición anglo-estadounidense, no sólo de los seguidores de Hussein, sino también de la mayoritaria comunidad chiita que deplora la ocupación del país, aunque algunos de sus miembros fueron incluidos en el Consejo provisional del gobierno iraquí.

Para el analista Sami Na•r, "los estadounidenses quieren apoderarse de todo el país, convertido en el banco de pruebas de una privatización ultraliberal con la que no se hubieran atrevido a soñar ni los partidarios más fanáticos de la Organización Mundial de Comercio (OMC)".

En un artículo publicado en el diario El País, de Madrid, Na•r advierte que la mayoría de las empresas públicas en las que la población iraquí contaba para obtener un puesto de trabajo, serán declaradas insolventes y liquidadas.

Después del derrocamiento del líder iraquí, hay otros que atacan a Bush, como el anterior jefe de inspectores de la ONU en Bagdad, el sueco Hans Blix, quien insistió que Estados Unidos violó la carta de las Naciones Unidas al invadir Irak.

Para Blix, Estados Unidos tuvo en cuenta "un importante elemento que era la necesidad de mostrar poder luego del ataque terrorista del 11 de septiembre" contra Washington y Nueva York.

A Blix, se suman también las críticas que recibe diariamente Bush en Estados Unidos, donde el mandatario buscará su reelección el año próximo, preocupado por la decisión de su popular secretario de Estado, Colin Powell, quien anunció que abandonará al actual mandatario.

A él se suman las voces del ex vicepresidente Al Gore, quien señaló que la política económica de Bush "es una forma de saqueo" en Estados Unidos, y las del Premio Nobel de Economía en 2001, George Akerlof, quien dijo que "éste es el peor gobierno que Estados Unidos ha soportado en más de 200 años".

Sin embargo, hay algunos miembros de la comunidad kurda en Irak que consideran a Bush como un liberador de la tiranía de Hussein y cuelgan su retrato en las paredes de su casa, según relata el escritor Mario Vargas Llosa, en una serie de crónicas desde la capital iraquí.

En estos días en los que la violencia no cesa en Irak, se conoce la noticia que el niño iraquí Alí Ismael Abbas, quien perdió sus dos brazos y casi toda su familia durante un bombardeo estadounidense, inició un tratamiento en Londres para que le coloquen prótesis en ambos brazos.

El niño no culpó a los pueblos de Estados Unidos ni a Gran Bretaña por lo que le había sucedido. "Son sus gobiernos los que nos bombardearon, no ellos", afirmó al ser consultado por la prensa londinense.

A cuatro meses de la caída de Saddam Hussein, hay muchos niños mutilados en Irak -que no son tan famosos como Alí-, quienes esperan ayuda para poder llevar una vida digna, lejos del horror de la guerra y de los fundamentalismos. (Télam-SNI).