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Playboy cumple 50 años: De pasquín escandaloso a ícono de una época
Cincuenta años después de que su lanzamiento escandalizara al mundo y desembocara una década después en una revolución sexual, Playboy, un emblema de la cultura pop, busca reinventar su imagen acelerada de los años '60 para una generación de hedonistas.


"Las tres grandes invenciones de la civilización fueron el fuego, la rueda y Playboy", dice Hugh Hefner, vestido con su traje de etiqueta. "Nadie estaba teniendo sexo antes de Playboy. Nosotros lo inventamos".

Tras nacer en la mesa de la cocina de Hefner, quien ahora tiene 77 años, la idea Playboy se ha convertido en un gran imperio comercial y una de las marcas más conocidas.

Con sus famosas fotos centrales como bandera, la revista evolucionó desde lo que fue considerado en su momento como una indecencia a la actual publicación glamorosa para la que se mueren por posar desnudas estrellas como Sharon Stone, Cindy Crawford o Kim Bassinger.

Como un ataque a lo que veía como un hipócrita puritanismo de la posguerra, el ex redactor publicitario lanzó Playboy en diciembre de 1953 con la foto de Marilyn Monroe desnuda, su primera Playmate.

"No le puse fecha a ese primer ejemplar porque no sabía si iba a haber un segundo", dice Hefner en la mansión gótica Playboy en Los Ángeles.

Lanzada como una revista de estilo de vida sofisticado para hombres, el número inaugural fue financiado con 8.000 dólares que juntó entre familiares y amigos.

"No podría haber imaginado en mis sueños más imposibles lo que iba a pasar después", afirma.

Los hombres respondieron masivamente a la imagen hedonista superficial de la revista y su posicionamiento maduro y seguro de sí mismos, con la compra de 50.000 copias.

Como comerciante instintivo que era, Hefner se dio cuenta en seguida de que había descubierto una mina de oro de jóvenes solteros que buscaban una forma de vida picante que él mismo buscaría personificar.

Vendió su sueño con una potente mezcla de artículos de escritores famosos, caricaturas ingeniosas y fotografías de bellas mujeres semidesnudas que revolucionarían las actitudes sobre el disfrute sexual.

"No concebí Playboy como una revista sexual. La concebí como una revista de variedades en la cual el sexo sería incorporado como una de sus partes", dice.

"Lo que dijimos de manera muy simple era que el sexo estaba bien, que a las chicas buenas también les gusta el sexo", agrega.

Ese mensaje fue gritado por todo Estados Unidos a través del ahora tradicional logotipo de la cabeza de conejo. Junto a la irrupción de la píldora anticonceptiva en los años '60, Playboy ayudó a transformar la sociedad occidental.

El nacimiento de un imperio


"Lo que creamos fue la chispa de lo que se convirtió en la revolución sexual, que llegó a todo vapor a mediados de los años '60", asegura Hefner.

Sin ninguna competencia real, la revista convirtió a Hefner en una celebridad internacional como líder de una corporación glamorosa y creciente que vendía millones de ejemplares por mes.

Lanzó un programa de televisión, abrió el primero de sus clubes Playboy y compró la primera mansión Playboy en su Chicago natal.

"Literalmente, salí de detrás del escritorio y empecé a vivir la vida. Me convertí en Mr. Playboy", dice.

Con una rara habilidad para generar mística, convirtió en íconos desde los gemelos de Playboy hasta los trajes de conejitas que utilizaban las azafatas de los clubes Playboy, su avión negro, el "Big Bunny" (gran conejito), su pipa y las chaquetas rojas satinadas.

El imperio de Hefner se expandió en los años ï70 cuando lanzó su primera edición fuera de fronteras, en Alemania, y las ventas globales crecieron hasta los siete millones.

Pero entonces Playboy empezó a enfrentar una dura competencia de revistas como Penthouse o Hustler de Larry Flynt, que comenzaron a robarle mercado con una aproximación más explícita, en lo que Hefner llamó "la guerra pública".

Hefner dice que no le molestaron los advenedizos que hicieron que, en comparación, su una vez provocativa publicación pareciera puritana.

"Lo que logras con cualquier tipo de libertad es una cierta dosis de exceso", dice. "Puede que no sea de mi gusto particular, pero hay un lugar para la pornografía dura".

También desestima las frecuentes acusaciones de feministas que dicen que él ha degradado a las mujeres y asegura que ellas fueron las más beneficiadas con la revolución Playboy.

"El hecho es que las mujeres en todo el mundo han abrazado la conejita de Playboy como un símbolo de poder y libertad sexual", afirma.

Tras el empeoramiento del negocio y la fuerte ofensiva en Estados Unidos contra la industria para adultos en los años 80, que marcó el punto más bajo de la carrera de Hefner, Playboy empezó a recuperar parte de su pasada gloria en los años '90.

Aunque sigue siendo la revista para hombres más vendida, con unas cinco millones de copias vendidas en todo el mundo, la empresa no tiene casi ganancias.

Encabezada ahora por la hija de Hefner, Christie, Playboy está alcanzando una nueva generación con la imagen de Hefner, en los negocios de internet, televisión, juego y mercancías.

"Ahora todo vuelve a repetirse con las conexiones retro de la marca Playboy", dice Hefner. "Los Beatles, James Bond y las conejitas hoy están de moda. La conejita volverá".

Un lugar de fiestas bacanales


Levantada sobre seis acres exuberantes cerca de Beverly Hills, la mansión Playboy, que reúne una rara combinación de elegancia clásica con un mundo de fantasías masculinas, celebra impactantes fiestas con codiciadas listas de invitados.

Renombrada durante tres décadas como sede de legendarias fiestas bacanales, la mansión no sólo es un símbolo, sino que también funciona como oficina y retiro del fundador de Playboy, Hugh Hefner.

Ubicada sobre una loma en el área Hlmby Hills de Los Angeles, la casa gótica y estilo Tudor fue construida en 1927 por un magnate de tiendas departamentales, pero sólo ganó fama cuando Hefner la compró en 1971 como su base en la costa oeste por un millón de dólares.

El "Shangrilá" de 30 habitaciones de Hefner, con sus techos con torres, sus vitrales coloridos y la doble escalinata estilo gótico en el gran hall de entrada, ha albergado celebraciones con codiciadas listas de invitados, que han incluido a todas las estrellas, desde Warren Beatty, pasando por Jack Nicholson y Britney Spears.

"Es un lugar muy divertido para hacer fiestas", dijo un colaborador de Hefner.

El formal y oscuro interior de la casa evoca la Inglaterra medieval, con sus paredes forradas de roble, los techos altos, la tapicería y los mullidos sillones de cuero, marcando un extraño contraste con el parque temático, el zoológico y la vegetación del terreno.

Flamencos rosados y pavos reales deambulan por un césped que parece cortado con cortaúñas, el cual enmarca a la piscina asimétrica, rodeada de rocas, y su afamada gruta, donde retozan muchas conejitas del mes.

La temperatura y la corriente del agua de la gruta pueden ser reguladas desde un panel de control, mientras que cerca hay una casa que ofrece casilleros, duchas y un gimnasio completamente equipado en el subsuelo.

Las conejitas y las modelos pueden ser vistas paseando por la piscina y la casa la mayoría de los días, mientras participan en sesiones de fotografía o atienden sus asuntos en las oficinas cercanas.

Cruzando el césped, hay un zoológico privado, que ostenta decenas animales salvajes y monos de diversas especies, al igual que un sector climatizado que alberga aves exóticas.

Los terrenos, atravesados por caminos que serpentean entre secuoyas y hortensias, hay una casa de juegos decorada estilo años '70, con una alfombra roja, que incluye un pac-man, flippers con la marca de Playboy, mesas de billar y un salón de espejos.

También hay una cancha de tenis, que ha funcionado como ring de boxeo.

Pero es la casa principal, en la que Hefner descansa en sus pijamas de seda negra con chaqueta de esmoquin, mientras pasa de su suite de dos pisos a su biblioteca y oficinas, la que merece el foco de atención.

Por allí pasaron estrellas de Hollywood y los grandes del mundo se han reunido como parte de una enorme pero exclusiva lista de invitados a fiestas nocturnas a lo largo de los años, excepto durante el segundo matrimonio de Hefner, que duró 10 años, desde 1989.

Luego de ese período de calma, Hefner tuvo un espectacular regreso social en 1998, que marcó el retorno de las fiestas en la mansión para miles de invitados. (AFP)

Marc Lavine