Medio Ambiente: MED-01

Los distritos industriales italianos, un modelo aplicable en nuestra provincia

Es más fácil consolidarse con las pequeñas empresas que con las grandes.


"Es más fácil consolidarse a través de pequeñas empresas que con grandes industrias". La afirmación pertenece al economista italiano Andrea Saba. El especialista entiende que no se debe esperar a las multinacionales o a las grandes empresas para crecer.

Andrea Saba -profesor de economía industrial de la Universidad de Roma La Sapienza- visitó la Universidad Nacional del Litoral, enviado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia. El motivo de su viaje: explicar el modelo de distritos industriales a través del cual la economía italiana logró ubicarse entre las seis más importantes del mundo y analizar las posibilidades de implementarlo en nuestra provincia.

-¿Qué es un distrito industrial?

-Es un sistema económico de pequeñas industrias agrupadas que cooperan entre sí y se caracterizan por su permanente innovación tecnológica. En Italia tenemos cuatro regiones con este tipo de empresas, lo que da un total de 4 millones con una media de seis obreros. Y hay otra característica sobresaliente: muchos obreros empiezan a trabajar de jóvenes y saben que, si trabajan duro, después de tres o cuatro años crean su propia empresa. Esto parece una utopía, pero es así. Todos trabajan y tienen más o menos el mismo nivel de renta. Éste fue el sistema productivo que le permitió a Italia posicionarse entre los seis países más industrializados.

-Es verdad que parece una utopía. Y más aún cuando se analiza el caso de la Argentina por ejemplo...

-Sí. Sin embargo, las perspectivas en este país son positivas, porque hay un potencial mercado interno muy grande y muchísimas posibilidades de exportar. Por eso, el modelo de los distritos industriales debería empezar donde ya hay una experiencia positiva con pequeñas y medianas empresas como Rafaela o Esperanza.

-Si se quisiera implementar en la Argentina esta economía sustentada en las Pymes, ¿no debería complementarse con una reactivación del mercado interno?

-En este momento, el argentino no es un mercado rico, pero sí es un mercado protegido, porque los productores de todo el mundo no están interesados en vender sus mercancías aquí. Sucede exactamente lo opuesto que antes de la crisis. Antes de 2001, hasta los brasileños podían vender carne a la Argentina. En cambio, con el fin de la convertibilidad, los que producen prefieren vender a los países europeos porque pagan en euros y no en pesos. Esto quiere decir que en un período de cuatro o cinco años la Argentina tendrá un mercado interno propio.

-Y entonces, ¿cuál es el plan?

-Se necesita poner en funcionamiento pequeñas empresas que permitan aumentar el empleo y, de esta manera, reactivar el mercado interno. Con respecto a los salarios, incrementarlos sería un obstáculo a la expansión y creación de nuevas empresas que pueden afianzarse aprovechando la situación actual. Por ejemplo, el turismo. ¿Qué extranjero no quiere conocer Buenos Aires, comer en sus excelentes restaurantes y aprovechar el cambio favorable de la moneda?

-¿Cómo convive este proyecto con un mercado tan flexibilizado?

-El mercado que se genera con los distritos industriales es como un acordeón: se agranda o se reduce, pero sobrevive y no produce problemas sociales porque permite evitar el desempleo. En el caso de que la demanda se reduzca o comience un período desfavorable, las Pymes pueden adaptarse a las nuevas condiciones y evitan los despidos, las deudas o la quiebra. Por ejemplo, si una empresa regional vende muebles a una cadena de hoteles extranjera, seguramente tendrá trabajo duro durante tres o cuatro meses. Después, viene un período desfavorable en el que las ventas al exterior se reducen; ése es el momento en que la pequeña industria de muebles tendrá que dirigir sus productos al mercado interno. De esta manera, la producción nunca se detiene. Se dilata o se reduce, pero siempre está en funcionamiento, lo cual -desde un punto de vista económico y social- es mucho más favorable.

-El problema es que la Argentina nunca tuvo una burguesía, un empresariado nacional consolidado.

-Italia tampoco tenía. Había regiones muy pobres que hoy son las más ricas del país o nacieron industrias en la zona sur, donde nunca hubo ninguna tradición empresaria. Claro que no sé transpolar a la Argentina lo que hicimos en Italia, porque las realidades son totalmente distintas. De todos modos, sí se pueden analizar y comprender algunas características y adaptarlas a la realidad de este país. Además, la Argentina está llena de recursos naturales que nosotros no tenemos, lo cual es una ventaja muy importante.

-¿Es factible que la Argentina pueda consolidar su economía a través las pequeñas empresas?

-Yo creo que sí: es más fácil consolidarse a través de pequeñas empresas que con grandes industrias. En este momento, no hay empresarios extranjeros que quieran venir a invertir sus millones a la Argentina. Son los industriales argentinos los que tienen que forjar el desarrollo de este país. Si en Italia esperábamos a grandes empresas como la Fiat o a las multinacionales americanas o alemanas, ahora estaríamos emigrando a cualquier país. En cambio, las Pymes pueden nacer del mismo pueblo. Por este motivo, la participación del obrero en las decisiones de la empresa es fundamental, porque es una parte de la cultura del pueblo que se transfiere a la determinación del producto. Todo depende de los hombres.

Entrevistaron: Gustavo N. Risso Patrón y Virginia ChekirdimiánPrensa Institucional UNL