Pantallas & Escenarios: PAN-02 La belleza a través del dolor


Existen películas sanamente ambiciosas, tanto en sus propuestas estéticas como de producción, que quizás no lleguen a redondear lo que se dice una obra maestra, pero transitan una búsqueda tan valiosa, que es posible que su mérito sea justamente esta obsesión por una perfección que incluya todas las ambigüedades posibles. Esta película de Luis Puenzo es una sorpresa dentro de su filmografía, pero lo es también en su objetivo: que la expresión cinematográfica sea puramente clima, que el tiempo sea protagonista y que lo visual sea la única herramienta para conseguirlo.

Podría decirse que hasta puede adivinarse, a pesar de los queribles y bien apreciados tangos que enriquecen la banda sonora, una nostalgia especial por el cine mudo, una inclinación a que las palabras sólo sean un eco que viene de la imagen. Todo esto hace que "La puta y la ballena" sea un deleite a pesar de los cabos sueltos que una atenta mirada a la "historia" pueda descubrir, a pesar de la ausencia de un arco dramático que busque emociones. Todo está en ese presente unívoco del cine, que aquí reúne historias que transcurren en épocas y lugares distintos.

La dualidad, anverso y reverso, pasado y presente, forman parte de una multiplicidad de capas que hacen a la vida, a un transcurrir siempre atado a las urgencias (psicológicas, económicas, sexuales) del momento. Puenzo busca aquí descorrer ese "momento" y eternizarlo en la búsqueda de "una otra manera" en que las cosas puedan suceder o no. Para eso ubica a Vera, una escritora que vive en Madrid, que recibe el encargo de escribir los pies en las fotografías que un español sacó en los años 30 en la lejana Patagonia argentina.

Viaja para investigar sobre el pedido, y allí la sorprende la urgencia de un cáncer de mama que la obliga a operarse. Paralelamente se desarrolla la otra trama, la del fotógrafo y la prostituta Lola, a la que vende a un bandoneonista ciego. Todos están varados en el tiempo y en sus vidas, como esa ballena víctima de la bajamar que tanto ama Lola, que agoniza en la playa patagónica. Viejas revistas y fotos serán el único puente entre estas historias.

Poco más puede contarse de este extraño y cautivante filme. Lo demás hay que verlo, porque todo está en la magnífica luz que propone José Luis Alcaine para los exteriores e interiores, en las estupendas actuaciones de un elenco sin fisuras pero con un acento puesto en la Vera de Aitana Sánchez Gijón, en el uso del tiempo que busca más que contar, reflejar, captar la intensidad de sus conflictos. Entre todos se arma la estructura de este bello trabajo, que es posible que nos deje con la sensación de conocer algo más de sus criaturas, como de hartazgo ante sus situaciones irresolutas. Pero de eso, justamente, está hecha la vida.

"La puta y la ballena"


(Idem, Argentina, 2004); Dirección: Luis Puenzo; guión: Angeles González Sinde, Lucía y Luis Puenzo; fotografía: José Luis Alcaine; música: Andrés Goldstein y Daniel Tarrab; montaje: Hugo Primero; arte: Mercedes Alfonsín; vestuario: Sonia Grande; maquillaje: Beata Wojtowicz; Intérpretes: Aitana Sánchez Gijón, Leonardo Sbaraglia, Miguel Angel Solá, Merce Llorens, Pep Munné, Pompeyo Audibert, Lydia Lamaison, Carola Reyna, Vando Villamil, Belén Blanco y Martín Caloni; duración: 120m. Presentada por Buena Vista Internacional en Cinemark.

Juan Carlos Arch