Con el diablo en la ventana
Revuelo en barrio San Lorenzo por versiones que hablan de un personaje espectral.

Vecinos de barrios santafesinos como Centenario y San Lorenzo andan alborotados a causa de las insistentes versiones que refieren la aparición de un personaje fantasmagórico.

A causa de ello muchos son los que, llegada la noche, se encierran en sus casas bajo doble vuelta de llave, pero justo es decir que otros tantos sacan pecho y salen en busca del espectro armados de palos, machetes y oscuras intenciones.

El mismo cuadro se ha repetido día tras días a lo largo de las últimas dos semanas, pero el capítulo de anoche fue, sin dudas, el que alcanzó mayor intensidad dramática.

Hasta ayer del misterioso sujeto sólo se decía que andaba a los saltos sobre los techos y que, así como aparecía sorpresivamente segundos después se esfumaba sin dejar rastros. Anoche fue distinto: osó invadir una casa de familia.

Alrededor de las 22, el alarido que soltó Elsa recorrió calle Entre Ríos en toda su extensión y a todos puso la piel de gallina, tanto que hasta los curtidos muchachos de la Banda del Pasillo se llenaron de alarma.

Elsa, una peluquera con local instalado en pleno corazón de barrio San Lorenzo, saldría a la calle para -rodeada de sus nietos-, contar a quien la quisiera escuchar que fue cuando bañaba al más pequeño que el fantasma pegó su rostro al vidrio de la ventana, mientras en actitud amenazante le mostraba las garras y clavaba en ella una mirada fulgurante.

Ante este nuevo relato todos quedaron en suspenso pero enseguida, quienes seguramente habían estado en vela de armas, aparecieron en gran número empuñando pesados garrotes, además de filosos machetes, estiletes, cortaplumas y hasta humildes cuchillos de cocina.

Así armados y con ánimo de emparejar las cuentas todos salieron tras el aparecido mientras distintas patrullas policiales llegaban al lugar con intención de evitar un posible linchamiento o cualquier fatídica confusión entre los propios justicieros.

Entonces fue cuando escuchamos, en medio de ese tumulto, algunos relatos escalofriantes. Rubén coincidió con Elsa cuando aseguró que el expectro tiene los ojos rojos, como de fuego -y agregó por su cuenta-, que el horripilante sujeto viste de negro, de los pies a la cabeza.

También dijo Rubén -mientras a su alrededor todos asentían-, que el buscado es un tipo alto que luce una larga y enrulada cabellera. Por lo demás, nuestro entrevistado juró haberlo visto -junto a otros vecinos-, cuando escapaba de la casa de Elsa saltando de techo en techo.

Precisamente sobre este punto Rubén, al igual que otros jóvenes del lugar abundó en detalles que hablarían a las claras de la condición diabólica de este enemigo de la paz hogareña y la tranquilidad pública.

"¿Cómo me explica -respondió a una duda nuestra-, que este tipo trepe una pared lisa de seis metros de alto, cómo me explica que de techo a techo cruce la calle de un solo salto, como cruzó esta noche calle Entre Ríos, si no es el mismo diablo?".

Cuando concluyó alrededor de Rubén -mientras a lo lejos otros buscaban con machetes y linternas-, se había hecho un respetuoso silencio, un silencio que sólo habría de romper la inesperada intervención de un policía. "í¿Y cómo me explica -diría el uniformado-, por qué no lo volteamos nosotros cuando ya le tiramos tres veces y dos veces le pegamos?!".

Creer o reventar, pero el misterio, la vela de armas y el riesgo de un equívoco fatal seguían latentes en los barrios de la zona suroeste cuando anoche regresamos a la redacción. A decir verdad, dónde y cuándo se escribirá el próximo capítulo es algo que desconocemos, todavía.

José Luis Pagés