Una santafesina en Roma
Valeria Fornari estaba llegando a la Plaza de San Pedro cuando El Litoral pudo comunicarse con ella. El replicar de las campanas ya había cesado, pero las expectativa de miles de almas seguían en vilo.

Policías, seminaristas, monjas y más jóvenes demoraron su camino hacia el lugar. "Un montón de gente joven y chicos corriendo o en patines, sin polacos, como en los últimos días. La policía está toda preparada en fila para poder ayudar a la tranquilidad", transmitió su emoción a pesar de los quilómetros de distancia.

A las 19, "justo el horario en que la gente sale del trabajo", las inmediaciones del balcón donde se había asomado Joseph Ratzinger aún estaban expectantes por "algo más", según indicó Valeria. En el mismo lugar que unos días atrás cientos lloraban a Juan Pablo II, hoy la gente estaba "contentísima".

Muchos turistas que enarbolaban las banderas de su origen, señoras elegantes que "a lo mejor estaban tomando un aperitivo y se vinieron a la plaza corriendo", al igual que todos los que estaban trabajando, al enterarse de la "fumata blanca salió disparando".

Las presunciones se vivían de una forma diferente de la que en realidad aconteció en Roma. Según Valeria, "nadie se esperaba hoy la elección del Papa; tomó por sorpresa a la ciudad que creía que la definición era mañana". Además, creían que "sería de sudamérica. Entre los romanos hubo como ganas de que fuera de Perú, Brasil o la Argentina. Incluso se habló de Bergoglio" en la ciudad adonde conducen todos los caminos.

Las lágrimas de miles de jóvenes que acompañaron el histórico momento contagiaron a la santafesina, también emocionada. Los flashes de las cámaras que pretendían eternizar ese momento se percibían por todas partes.

Las personas que se sumaron a los que desde ayer aguardaban la decisión, convirtieron la vivencia en una experiencia feliz que Valeria pudo compartir con esta redacción.