Directivos en escuelas de EGB, de la gerontología al acertijo
Por Ramón J.A. Sánchez (*)
"Vengan a ver cómo es... el reino del revés".

El artículo 113 de la Carta Magna Provincial expresa sobre el particular: "La ley asegura al docente un régimen de ingreso, estabilidad y carrera profesional según sus méritos, y estimula y facilita su perfeccionamiento técnico y cultural"...?!

En mi opinión, se ha procedido durante casi dos décadas (en 1987 se realizó el último concurso de ascenso) a desvirtuar lo estipulado por esta ley madre. En ese prolongado lapso, lo único y excluyente que se tuvo en cuenta para la confección de los escalafones internos, que son determinantes para la asunción en la dirección de una escuela, es la antigüedad en la docencia. Hasta la fecha, la acumulación de años es lo único que se ha valorado. De tal manera, en nada se contribuye a estimular a aquel docente cuya obra trasciende los límites del aula o del espacio físico escolar, y se proyecta beneficiosamente a su comunidad: barrio, pueblo o ciudad, según sea la magnitud de sus nobles emprendimientos.

A las autoridades del Ministerio de Educación, al parecer, les resulta indiferente premiar al buen educador y persona que, con fuerzas, ingenio y creatividad se gana día a día el respeto, la confianza y la consideración del grupo humano en que interactúa. La mera acumulación de años no debe ser más un factor excluyente, debe interesar más el accionar profesional del maestro. Se habla demasiado, desde los niveles de decisión, de evaluación permanente, pero al educador no lo comprende esta retórica, hay pues una sola vara para medir: los años.

Por azar o destino

Prosiguiendo con el comentario, consideremos lo de "ruleta o acertijo". Refiere a los últimos concursos de ascenso directivos, presuntamente determinados por el azar o el destino. Los comentarios de público conocimiento demuestran que se cometieron gruesos errores muy difíciles de superar. En nada satisfacen las pretendidas aclaraciones efectuadas por el subsecretario de Educación (El Litoral, 11/03/05 Pág. 6). Es elemental, en educación, partir de lo simple a lo complejo, hablar de gradualidad, partir de lo concreto a lo abstracto. Cabe hacer notar a quienes desconocen las distintas jerarquías o categorías de las escuelas, que las denominadas de Primera Categoría son las de mayor matrícula, que en numerosos casos exceden los mil alumnos. Constituyen una compleja organización, con vicedirecciones, con secretarios, bibliotecarios, personal no docente, maestros de grado y especialidades, etc. y una mayor exigencia académica.

Resulta inexplicable que docentes que han sido "eliminados" en Segunda o Tercera Categoría, escuelas de más baja matrícula y por ende de menor complejidad, hayan aprobado para asumir en un establecimiento de Primera Categoría. La justificación que se expresa improvisada en la nota periodística de referencia, carece -según mi humilde saber y entender- de toda racionalidad técnica-profesional. Para ejemplificar de manera clara esta falta de sentido común, traslademos imaginariamente esta circunstancia desafortunada vivida por los docentes -pero no provocada por ellos- a otros escenarios de la vida real. Sin emular a María Elena Walsh y su popular "Reino del revés", podríamos encontrarnos con el "gerente" de una empresa que fue reprobado para "empleado de sección", al "general" que no le fue bien para "sargento" o al "arquitecto" que desconoce el uso de la plomada, o al "aspirante" de la escuela de policía que rindió mal para "agente" pero fue promovido a "comisario"... y así podríamos seguir hasta que las velas no ardan. Que no se interpreten estos irónicos ejemplos como una grosería, ni una falta de respeto a los colegas docentes, a quienes reconozco como los verdaderos artífices del hecho educativo, que en muchos casos, amén de los magros salarios, sólo tienen una tiza y un pizarrón como recursos didácticos, y que, sin embargo con ingenio y mucho amor por los niños hacen verdaderos prodigios, que, como se sabe, sus alumnos jamás olvidarán.

Superficialidad

Observen la superficialidad con que se da tratamiento al rol del director en la escuela, quien debe cumplir con una tarea nada fácil: conducir hacia la plenitud, como autoridad competente, los destinos de la escuela a su cargo.

Una evaluación como la efectuada, sujeta a imprevistos (según la nota 6.000 docentes desistieron su presentación), como pueden ser: razones económicas y psicofísicas, entre otras, no pueden ser determinantes, ni tener poder de exclusión.

El director de primera que asume en una escuela es, en primer momento, un "líder impuesto". Con el transcurrir del tiempo y acorde a su dedicación, experiencia, dotes de conductor y orientador de grupos humanos, podrá erigirse en un "líder natural", respetado y considerado por sus armoniosas relaciones humanas y por ser el "motorizador" de todo proyecto útil al niño, la escuela y la sociedad. Lamentablemente, en esta oportunidad, estará estigmatizado por la leyenda "eliminado en segunda o tercera categoría". El Estado en esta oportunidad no ha garantizado una promoción gradual. No ha tomado los recaudos necesarios para asegurar desde el principio un estímulo permanente y oportuno al trabajador de la educación.

Es hora de sentarse en torno de una mesa no sólo para discutir salarios, sino también, entre los actores principales del quehacer educativo, gremio y Ministerio de Educación, asegurar la excelencia en la selección de quienes deben conducir las escuelas.

No se debe trabajar más para la coyuntura, la circunstancia, para "salir del paso", se deben sentar sólidas bases de promoción, más ágiles y de menor dilación, porque si el escalafonamiento, producto del concurso (año 2003) se prolonga, muchos docentes se habrán jubilado sin haber recibido su prometido ascenso.

Sería saludable que las autoridades responsables reaccionen de inmediato y programen cursos de preparación específica para el nivel de conducción, con evaluación final e igualdad de oportunidades. Es hora de hacer realidad el prometido "Ministerio de Educación de puertas abiertas" y trabajar junto con los educadores. Para ello, autoridades superiores, es necesario reconocer errores, realizar una sincera autocrítica y andar los caminos del diálogo enriquecedor.

(*) Ex docente rural, director de escuela, supervisor seccional, director provincial de Regionalización Educativa y subsecretario de Educación de la provincia.