El poder de la amistad
Por Guillermo Munné

Hay varios países que cuentan con una ciudad o un lugar que los distingue por el festival de jazz que anualmente realizan. Así sucede con los festivales de Vitoria, en España; Peruggia, en Italia; Montreaux, en Suiza; Montreal, en Canadá y, cerca de acá, La Pataia, en Uruguay. Santa Fe está destinada a ser ese lugar para la Argentina, teniendo en cuenta la calidad y continuidad del Festival de Jazz que todos los años viene organizando en nuestra ciudad la Asociación Amigos de Jazz Ensamble.

Muy pocas son las distancias que hay que salvar entre el festival santafesino y esos otros más famosos. Una está dada por los escasos recursos con que se logra realizar el excelente festival de nuestra ciudad. La otra refiere a la atención que le brindan las autoridades estatales. A Santa Fe le haría muy bien que las actuales o las próximas autoridades, tengan la suficiente ambición por la alta política como para facilitarle a este festival la presencia en cada edición de figuras de nivel internacional, tal como se está logrando pero con grandes dificultades, y la difusión del evento en los medios de comunicación nacionales, de la forma que lo hacen las ciudades bien encaminadas con sus mejores eventos sociales o culturales. El festival de Santa Fe, cuenta con una enorme ventaja que explica muchas cosas sobre su éxito y la sorprendente densidad demográfica que tiene nuestra ciudad de músicos de primer nivel en jazz: el largo y sostenido funcionamiento de una big band como Santa Fe Jazz Ensamble, toda una rareza en Sudamérica.

EL CIERRE

Prueba de las virtudes heroicas de este festival es la calidad con la que se cerraron las tres notables jornadas de jazz que del 15 al 17 de abril fueron protagonizadas por muy buenos músicos locales, nacionales y extranjeros. Nuevamente un piano esperaba la última actuación para ser ejecutado por un grande. Ya había sucedido con el inolvidable encuentro de Carlos "Negro" Aguirre y Hugo Fattoruso. Esta vez el teclado comenzó su vuelo cuando Francisco Lo Vuolo se sentó frente a él. Es un pianista que viene cosechando la calificación de genial por los mejores críticos del género en Argentina, además de ya contar con premios y colaboraciones que impactan, fue acompañado en trío por Jerónimo Carmona en contrabajo y "Carto" Brandán en batería, también jóvenes, además de importantes músicos que viajaron a Santa Fe para no perderse esta oportunidad. Con distintos climas, el trío Lo Vuolo hizo germinar una actuación que se suma a los mejores blasones que adornan la historia del festival.

TRES MÁS UNO

El trío Lo Vuolo comenzó agitando con disrupciones y segmentaciones, a la manera del free jazz, un repertorio que incluyó, no sólo temas de Joe Henderson ("Recorda-me") y Ornette Coleman ("When will the blues leave?"), sino también una muestra de las composiciones propias ("Kuchikú" y "Toti y Chichí") con las que Francisco Lo Vuolo maravillará al público este mismo mes al conocerse su nuevo CD dentro de la colección que dirige Adrián Iaies para el sello EMI. Los asistentes a esta función se deleitaron cuando el concierto viró hacia la elegancia melódica a partir de la intervención del guitarrista Cacho Hussein a quien Lo Vuolo invitó a sumarse como "... el primer gran maestro, en el sentido más grande, que tuve en jazz y al que tanto le debemos muchos de los músicos de Santa Fe". Con esa amistosa excelencia se escucharon "But not for me", de Gershwin, y "Lester Leaps' , de Lester Young. La despedida sería con la formación retornando al número tres para ejecutar "Tyronne", de Larry Young. El momento cumbre de esa noche tan alta se vivió con el primer tema en que participó Hussein acompañando solamente a Lo Vuolo. Se pudo sentir a esa visita a la que invitan todo el tiempo los artistas y sólo en muy especiales ocasiones se hace presente; algunos la llaman emoción y otros belleza. Fue cuando interpretaron "Just friends" y así fue, entre "Simplemente amigos".