Jóvenes concretan el sueño de tener la fábrica propia
Por César Benítez
A mitad de cuadra en la calle Ituzaingó, se escuchan martillazos y el ruido de chapas que se desplazan de un lugar a otro. La tarea es abrumadora y ensordecedora, pero entre tanta actividad asoma Diego Fábrica (20 años) quien junto a Pablo Alfaro (21) y Ariel Gramaglia (20) decidieron el año pasado hacer realidad el sueño de tener su propia fábrica de plegados en la ciudad de San Cristóbal.
Se trata de la única Pyme existente en San Cristóbal y zona que se dedica a producir canaletas, cenefas, zinguería para techos y plegados en general. Para Pablo Alfaro todo surgió a raíz de que estaban en "la búsqueda de un emprendimiento rentable en San Cristóbal, y somos prácticamente los únicos que hacemos este tipo de trabajo en la zona, por eso tenemos tanta demanda y la gente nos responde muy bien. Nos superó en parte, pero tratamos de cubrir las necesidades de la mejor manera posible".
En cambio Diego Fábrica admite que al principio había un poco de miedo, "porque somos personas jóvenes, y uno no sabe cómo va a reaccionar, ya que estaba acostumbrado a recibir un sueldo mensual de 900 pesos. Todos los meses teníamos plata en el bolsillo, pero nosotros decidimos dejar nuestro trabajo en Rafaela y probar acá en San Cristóbal".
Al consultar a los emprendedores si se palpa un cambio de mentalidad en San Cristóbal, ellos responden que ése es el giro más evidente que sufrió esta ciudad de 15 mil habitantes y cabecera del departamento homónimo. Los jóvenes consideran que esa transformación "comenzó desde lo más grande, es decir desde la intendencia y esto es una cadena. Nosotros vinimos y pusimos esto. Nos va bien; somos siete personas que trabajamos -incluye a 4 empleados- pero también favorece a la familia del albañil y así se reactiva el comercio".
Por eso insisten en que la clave es potenciar este empuje que vive la ciudad y bregar "para trabajar más unidos, que es lo que le falta a San Cristóbal para poder salir más adelante todavía".
Para todo emprendedor, los inicios son muy duros y esa circunstancia es una prueba de fuego para quienes deben enfrentar el desafío de comenzar con una nueva actividad. "En principio la única asistencia fue del propio bolsillo de los padres y de nuestros padres que nos ayudaron a encaminarnos. Después se presentó un proyecto y fue aprobado porque los números cerraban bien y estaban dadas todas las posibilidades", explicó al referirse a un subsidio otorgado de casi 15 mil pesos correspondiente al Programa Manos a la Obra.
Con esa inyección financiera, los chicos sancristobalenses se compraron otra máquina, herramientas y consiguieron armar un stock de material que para ellos era muy difícil de lograr sin ese aporte económico. "Ahora trabajamos más tranquilos y podemos asumir compromisos de mayor envergadura. Además, por suerte en estos siete meses hicimos contactos con la Municipalidad de Ceres y fuimos elegidos para encarar trabajos en un Fonavi de 40 viviendas, que fue una experiencia significativa que nos abrió las puertas de un mercado muy grande", señalaron muy satisfechos.
El báculo y el zurrón simbolizan a San Cristóbal, cuyo nombre lleva la ciudad. Las cabezas del toro significan el trabajo y la pujante riqueza de la zona.
En cambio las fajas en onda representan el río que vadeó dicho santo, llevando al Niño Jesús en hombros. Las vías férreas representan el ferrocarril que dio origen a la población.
La corona mural que aparece nítidamente le sirve de timbre y es un atributo de las ciudades, por lo que San Cristóbal tiene derecho a su uso. La estrella, símbolo de guía y favor divino, refleja los caminos que convergen a la ciudad.