Con la autoría de Rogelio Alaniz
"Hombres y mujeres en tiempos de orden", a partir de mañana
A partir de mañana, El Litoral inicia la publicación de una serie de fascículos que llegarán quincenalmente al lector. Estas son algunas de las respuestas que dio Alaniz para explicar los alcances y los contenidos de esta producción.

-¿Cómo nació la idea de publicar los fascículos?

-En términos prácticos nació de una conversación con el rector de la UNL, Mario Barletta, y los directores de El Litoral Gustavo Vittori y María del Carmen Caputto. Se trata de una publicación quincenal con los principales protagonistas históricos entre 1852 y 1912. -¿Pretende ser la segunda parte del libro "Hombres y mujeres en tiempos de revolución"? -Algo así, pero esta segunda parte se llamará "Hombres y mujeres en tiempos de orden". -¿Por qué la diferencia? -Porque desde que se crea el virreinato hasta Caseros lo que predomina es el impulso revolucionario, más allá de que no todos los protagonistas lo hayan sido, mientras que desde Caseros en adelante el paradigma central de la clase dirigente que termina de constituirse será el orden, el orden relacionado, claro está, con el progreso. -Sin embargo lo que abunda en estos años no es el orden sino los levantamientos armados. -Porque la conquista del orden, que podría traducirse como la construcción del Estado, reclama altos costos. En la década del sesenta, por ejemplo, hay más de 150 levantamientos armados y alrededor de cuatro mil muertos, pero el punto de referencia en la segunda mitad del siglo XIX es la constitución del Estado nacional y la conformación de un modelo de acumulación económica. Digamos que el ideario programado por Sarmiento y Alberdi se realiza a un precio tal vez demasiado alto. Pero la paradoja más grande es que a la hora del balance final ni Sarmiento ni Alberdi están demasiado de acuerdo con los resultados obtenidos. -¿El género biográfico es válido para conocer la historia? -Lo es a condición de que se nutra no sólo de buenas fuentes documentales sino también de actualizados estudios históricos. Yo por ejemplo, me he entretenido mucho leyendo allá lejos y hace tiempo las biografías de Manuel Gálvez, pero se me ocurre que hoy no se podría hacer historia basándose en la visión y en los criterios de Gálvez. -¿Qué otra norma ha tenido en cuenta a la hora de escribir estos textos? -Me importa mucho que la biografía sea capaz de articular de manera sobria y precisa las relaciones entre mundo privado y mundo público; me importa que esto se exprese en una prosa atractiva y me importa destacar en cada personaje ese momento o ese instante en el que se decide su vida o se deciden aquellos hechos históricamente trascendentes. -¿Y ha logrado estos objetivos? -Esta es una respuesta que no me corresponde a mí dar, sino a los lectores.

META: CONOCER LA HISTORIA

-¿Se puede decir que leyendo estas biografías se puede conocer la historia argentina de la segunda mitad del siglo XIX?

-Esa sería la meta. El recurso biográfico de todas maneras es algo más que un pretexto para hablar de historia; tiene su propia lógica y en las últimas décadas hay un interesante movimiento de renovación de la biografía. Lo que importa es que la biografía eluda la tentación de la novela o la tentación de ciertas corrientes estructuralistas que ven en el personaje un resultado de cierta lógica de las estructuras. Creo que entre ambos extremos, entre Carlyle que entendía que la historia era la historia de los héroes y ciertos estructuralistas que niegan la existencia del personaje hay un interesante espacio abierto cuyas máximas expresiones son, por ejemplo, Lytton Srackey y León Edel -¿Quiénes son algunos de los hombres que van a salir publicados? -En principio los presidentes: Urquiza, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Saénz Peña, pero también los principales políticos e intelectuales: Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, Nicasio Oroño, Lucio Mansilla, Leandro Alem, José Hernández, Felipe Varela, Mamerto Esquiú, Miguel Cané, Joaquín V. González, Roque Saénz Peña, por mencionar a algunos. -¿Y las mujeres? -Está claro que en un país en donde la mujer empezó a votar en la segunda mitad del siglo veinte, no se puede pretender que haya desempeñado un rol decisivo en este período histórico. No obstante, hay algunas mujeres realmente excepcionales, me refiero a Juana Gorriti y Juana Manso, Lola Mora, Eduarda Mansilla, Aurelia Vélez Sarsfield... -¿Por qué 1852 y 1912 como fechas límites? -Podrían haber sido otras; las periodizaciones históricas no son estrictas, pero deben justificarse. En este caso, entiendo que con Saénz Peña y su histórica ley concluye el programa alberdiano, en tanto se incorporan a los derechos civiles reconocidos por la Constitución de 1853, los derechos políticos y se transita el pasaje de la república posible a la república verdadera. -¿Lo suyo pretende ser una historia de divulgación, como se dice en estos casos? -Pretende serlo, pero no hay que usar el término "divulgación" como una coartada para escribir cualquier cosa. También con la historia se hace demagogia y se cometen fraudes intelectuales. Yo no sé si lo he logrado con mi primer libro y si lo estoy logrando con éste, pero entiendo que una buena historia de divulgación tiene que apoyarse en el conocimiento histórico más elaborado de la época y sustentarse en una prosa que tenga un ritmo y un tono adecuado, una prosa que vaya más allá de la forma, del adorno, para constituirse en sí misma en reveladora de percepciones. Repito, no sé si lo he logrado, pero ése es el objetivo.