SEÑAL DE AJUSTE

Trotamundos

Ilustración Cejas. 

Por Roberto Maurer


No es novedoso que la torpeza sea un espectáculo, y a Los Tres Chiflados siempre les fue bien. En todo caso, lo raro consiste en una simulación de la torpeza con la pretensión de que parezca real, sobre la cual se basa el éxito de Marley, y que el efecto deseado consista en arrastrar a otros a ella, es decir, el lograr que sus acompañantes se tiren al piso, tropiecen o digan "ay me meo", en una invitación a fingir una estupidez destinada a la formación de una pareja perfecta de tontos en una cabalgata inagotable, y tanto, que el programa se llama "Por el mundo".

Viene a ser como decir: "Somos descerebrados y nuestro hogar es el Universo". Los acontecimientos mundiales demuestran que Marley no está solo en esa tarea.

El ciclo se reinició el miércoles con Florencia de la V, y en la promoción, Marley anunciaba la nueva temporada diciendo que iba a comer cosas más asquerosas que en todas las anteriores. También, entonces, cuesta acostumbrarse a la idea de que la gracia más destacada del conductor televisivo número uno de la Argentina consista en comer gusanos en cámara en un país con hambre, y que nuestra principal vedette no sea una mujer, o no en su sentido estricto.

La primera entrega consistió en un viaje a Los Angeles, en el cual, como otras veces, el público se embriaga con la simpatía que despiertan dos personajes entregados a un cholulismo sin prejuicios y una curiosidad infantil, y que resultan atrayentes tal vez porque renuncian a sus privilegios de divos para viajar a países donde son absolutamente desconocidos.

Por ejemplo, se paraban frente a los portones cerrados de las residencias de Madonna, Brad Pitt, Johnny Deep y Leonardo Di Caprio, donde Marley y Florencia de la V son menos que los jardineros, y no nos dejan otra alternativa que identificarnos con ellos.

Visitaron estudios cinematográficos, el Teatro chino y un acuario, y en la Casa de Drácula la vedette de brazos morrudos pudo exhalar un "me dio un cagazo...", con ese aire medio atorrante de muchachón de barrio que tiene. En ese estilo de chico reo ocasionalmente asoma una leve idea demitificadora de la farándula, como cuando se encontraron con el Pájaro Loco y Marley lo saludó con un "how are you", y Florencia de la V lo presentó con un "éste es Marley, también un loquito, de la Argentina".

La sección Delivery ("la que todos esperan"), fue particularmente civilizada, y comieron golosinas elaboradas con flores en lugar de escorpiones.

El episodio fue breve, en relación con otras emisiones y el ancho del mundo y las energías de Marley. De inmediato comenzó el programa siguiente, y en esa contigüidad, si se quiere, es posible observar una ironía del azar o los programadores, ya que es otro viaje, esta vez inteligente y serio, y otro presentador, cuya expresión de gravedad representa lo opuesto de nuestro Marley pavo y juguetón.

"Humanos, en el camino"

"Humanos, en el camino", con Gastón Pauls, es un ciclo de ese género testimonial que, cuando no abusa de aspectos morbosos de la temática marginal, es lo mejor que suele ofrecer la televisión argentina de los últimos años. Primero, fue el retrato de Anabella, una joven pugilista de un arrabal de Virreyes, quien, con su insistente "no quiero morir acá, quiero otra vida", resumía una forma más de la lucha por la vida, y otra variante de los modos de sobrevivir fue la que se presentó luego, la de una comunidad coya que explota un yacimiento de sal en Jujuy en condiciones inhumanas. Gastón Pauls sigue el modelo del reportero taciturno que ya es un arquetipo en este tipo de documentalismo, y si bien ese papel de testigo silencioso que escucha confesiones puede resultar algo artificial, después del parloteo de Marley, es un descanso.