Editorial

Otro año sin becas provinciales para cultura

Como una tradición de peso en el ámbito de la cultura santafesina, se había hecho práctica que, anualmente, a través de la Secretaría de Cultura de la provincia se convocara para becas destinadas a proyectos de investigación y creación artística. Tales ayudas concernían tanto a quienes se iniciaban en las distintas actividades intelectuales concursadas como a quienes ya tenían una trayectoria digna de consideración y apoyo. Se trataba de una selección dictaminada por jurados y con asignaciones mensuales considerables, suficientes para estimular y sustentar los distintos programas elegidos. Lamentablemente tal tradición se ha interrumpido, y 2005 fue otro año sin convocatoria para estas becas.

Las especialidades contempladas en los últimos llamados eran: Artes Visuales; Letras; Música; Teatro y Danza; Medios Audiovisuales; Ciencias Sociales; Filosofía y Ciencias de la Educación y Ecología y Ciencias Naturales. Se dividía a los postulantes en dos categorías: para santafesinos o residentes que acreditasen cinco años en la provincia, de entre 25 y 39 años de edad, y para quienes tuvieran más de 40 años de edad, en iguales condiciones. En ambos casos, el dinero estaba destinado a costear investigaciones y creaciones culturalmente relevantes de acuerdo con el plan de trabajo concursado.

A lo largo de los años se fueron subsanando en las reglamentaciones algunos problemas estructurales (como impedir que se seleccionase a un postulante ya beneficiado con estas becas en ediciones anteriores, o que se repitiera exageradamente la actuación de un mismo jurado), y mejorando los sistemas de control acerca de los trabajos efectivamente realizados o al eventual desplazamiento de los becarios. Finalmente, se había comenzado a organizar la manera en que el apreciable presupuesto invertido en este programa de becas fuese devuelto de alguna manera a la sociedad, debiendo ya en la presentación del proyecto indicarse cómo y adónde la investigación o creación producida beneficiaría a la comunidad.

La cultura no sólo se declama y se enaltece con discursos. Son acciones concretas las que redundan en un aporte significativo para el crecimiento espiritual de la ciudadanía. En sociedades más afianzadas económicamente, y con una mayor conciencia de la necesidad de la intervención privada en el campo de la educación y de las artes, es posible contar con un amplio espectro de financiamientos para el estudio, conservación, investigación y creación de bienes culturales. Lamentablemente, no es nuestro caso. Por eso, el programa de becas constituía una eficaz herramienta de promoción cultural.

Se trataba, en suma, de una iniciativa relevante, máxime en un medio en el que no abundan los estímulos económicos para quienes se abocan a este tipo de tareas. En los últimos días del año pasado las nuevas autoridades del área anunciaron que este año se otorgarían estas becas. Es de esperar que finalmente se retome esta actividad abierta a la ciudadanía, a través de una convocatoria justa y democrática.