Al margen de la crónica
Centro latinoamericanizado

Indudablemente, algunas obras concretadas en la ciudad le han cambiado la cara. Por ejemplo, la remodelación integral de las avenidas Alem y 27 de Febrero no sólo ha agilizado el tránsito hacia el sur y viceversa, sino que colocó a Santa Fe en otro nivel urbanístico. Cuando se complete la forestación, estos ductos lucirán más embellecidos.

Pero a muy pocas cuadras de allí, adentrándonos en el centro, la ciudad cambia de imagen: se latinoamericaniza.

El centro se ha convertido en un lugar de todos y de nadie a la vez, donde son muy pocos los preocupados por mantenerlo pulcro. El esfuerzo privado de estética en los comercios muere ni bien se cruza el umbral.

La limpieza sigue siendo una materia pendiente y atribuible tanto al municipio como a los propios vecinos. Toda hora parece adecuada para sacar las detestables bolsitas de basura, las cajas de las que el comercio quiere deshacerse y todo otro elemento que dejó de ser útil. Todo se deposita, entonces, en la calle, sin el más mínimo respeto por los horarios establecidos.

A partir de este comportamiento ciudadano tan detestable como frecuente, el centro pasa a ser el botín de los cartoneros que llegan en carros o triciclos de confección doméstica. Con ellos vienen también los perros que mal alimentados y sedientos de sombra ocupan los umbrales frescos de los negocios y se alimentan de lo que queda de la gastronomía nocturna.

Y así, con mejores condiciones de alimento y para el descanso que en los lugares de donde provienen, se quedan deambulando.

Las primeras horas de la mañana los muestra en jaurías o en pequeños grupos. Son los permanentes habitantes del centro del cual también se han hecho dueños. Ayudan así a que la imagen que presenta la ciudad sea exactamente la inversa a la deseada, si de pulcritud y cosas en su lugar estamos hablando.